Lydia Lozano pasó uno de los tragos más complicados en televisión hace justo veinte años. En el año 2003, la colaboradora de ‘Sálvame’, que por aquel entonces trabajaba en ‘A tu lado’, vio toda su vida pasar por delante de sus ojos en cuestión de segundos.
Una tarde cualquiera del mes de junio de 2003, la reina del Chuminero acudió a su puesto de trabajo en el programa de las tardes de Emma García y allí tuvo que cumplir una promesa que había hecho con su compañero Kiko Hernández. Lo recordamos.
Durante su etapa como colaboradora de ‘A tu lado’, Lydia Lozano confiaba mucho en su intuición y no dudaba en hacer apuestas sobre lo que iba ocurrir en los reality shows: quién iba a salir expulsado, quién iba a ganar el concurso…
Sin embargo, no siempre daba en la diana y eran muchas veces las que Kiko Hernández salía victorioso en esas apuestas. No se jugaban dinero, pero el que perdía sí que tenía que pagar una penitencia enfrentándose a una prueba.
Una de las veces, Lydia Lozano tuvo que despedirse en directo de sus famosas mechas y cambió por completo el color de su pelo, optando por un llamativo azul que no le habíamos visto en momentos anteriores.
Lo del pelo azul fue impactante, pero mucho más duro fue lo que tuvo lugar la tarde del 16 de junio de 2003, cuando, tras perder una apuesta con Kiko Hernández, la colaboradora tuvo que protagonizar una escena de máxima tensión.
Un lanzador de cuchillos acudió al programa de Emma García para hacer pasar un mal rato a la colaboradora, que gritó y chilló de lo lindo. No fue un momento fácil y Lydia Lozano quiso llamar a su marido, Charly, antes de exponerse al filo de aquellos objetos.
“No me he despedido de él, pero me ha dicho que conoce al lanzador de cuchillos y que como me pase algo va a tener que salir corriendo a Australia”, aseguró la ahora colaboradora de ‘Sálvame’, antes de ponerse en la pared en la que se iban a ir clavando una a una las dagas.
El momento lanzamiento fue de lo más angustioso. Lydia Lozano no paraba de sudar y los nervios hacían que no pudiera controlar sus temblores. Era superior a ella y, por eso, no paró de gritar y de pedir al lanzador que terminara lo antes posible con el show.