Inma González y Pedro Oliva fueron dos de las grandes estrellas de la cuarta edición de ‘Gran hermano’ y la audiencia estuvo durante meses enganchada a su historia de amor. La chispa surgió en la casa de Guadalix de la Sierra y continuó fuera durante muchos años.
A su salida del reality show, ambos se convirtieron en rostros habituales de los platós de televisión y compartían todos y cada uno de los cambios de su vida con el público. Uno de los más importantes fue cuando ella se quedó embarazada de su primera hija, Paola.
La pareja estaba muy ilusionada con su nueva aventura vital y quisieron compartir su alegría en el programa ‘Dolce Vita’. Fue allí, en el espacio de Santi Acosta, donde la ex gran hermana se hizo una ecografía que hizo historia de la televisión. ¡Lo recordamos!
Cuatro años después de su paso por la casa más vigilada de España, Pedro Oliva y su mujer acudieron al programa de la noche de los sábados para contar cómo estaban viviendo la recta final del embarazo de ella.
Quedaban dos meses y medio para que Inma González diera a luz a su primera hija, estaba embarazada de casi siete y a ambos se les veía felices y sonrientes ante la nueva etapa que estaba a punto de llegar.
Estaban muy enamorados e ilusionados, pero no eran los únicos que tenían ganas de recibir en casa a la pequeña Paola. Manuel y Aurelio, los padres de Inma y Pedro, también estaban ansiosos con la llegada de su nieta y, por ello, quisieron estar junto a sus hijos en un momento tan especial.
Los dos acudieron como invitados al programa ‘Dolce Vita’ y dieron una sorpresa a los futuros padres. Pero ahí no se acabaron los regalos. Además de aquella emotiva visita, los protagonistas recibieron un bonito obsequio.
Para que pudieran ver la cara de su pequeña, Santi Acosta invitó a un ecógrafo que mostró cómo había evolucionado la pequeña Paola y permitió a los felices papás que hicieran cábalas sobre con cuál de los dos guardaba más parecido.
Una bonita escena que tuvo lugar en el plató de ‘Dolce Vita’ en 2006 y que en ‘Unplugged’ hemos recuperado quince años después. ¡Menudo momentazo!