Corría el año 1997 cuando vimos por primera en televisión en el programa de 'Moros y Cristianos' a un imberbe Pedro Sánchez. Como buen maestro de ceremonias, Javier Sardá, que era el conductor de aquel famoso programa le plantó el micrófono delante y el 'yo' de aquel aprendiz de político cogió carrerilla para reivindicar, en este caso, el papel de los jueces.
El escenario en el que le descubrimos fue el principio de los corrillos y debates entre políticos y tertulianos. Y de entre los presentes se alzó la voz anónima del público de un universitario de 25 años que acababa de empezar la carrera de Ciencias Políticas. Su voz impostada y manera rotunda de expresarse nos dio una clara pista de que aquel chico en política tendría cuerda para rato.
El joven Pedro Sánchez defendió sus argumentos con pasión y no le importó medirse en esta primera guerra al ímpetu del doctor Alfonso Cabeza o con el abogado, periodista y escritor, Javier Nart. Si le hubieran dejado más tiempo, ¡hasta con el mismo Padre Apeles se habría llegado a enfrentar!
La reivindicación principal del Pedro Sánchez de aquel momento pasaba por normalizar los procedimientos judiciales sin dar a algunos excesiva cobertura en los medios. Defendía que el papel de un juez podía llegar a alcanzar trascendencia social y añadía que en este país “había muchos jueces sin nombre ni apellidos”.
Por su oratoria y forma de sentar cátedra arrancó los aplausos entre el público. Aquel fue su primer éxito que el actual Secretario General del PSOE cosechaba entre audiencias y de paso nos dejaba su primer enfrentamiento político televisado.
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