Por mucha energía que le pusiera Leticia Sabater a las mañanas de los noventa y se alabase su esfuerzo a base de vistosos estilismos o de una sintonía de cuento, la realidad es, fue y será que no hay nada más triste que tener que madrugar. Ese dolor por salir del nórdico que hace que lo primero que digamos al despertarnos sea "cinco minutitos más", Leticia Sabater se encargó de erradicarlo a base de una serie de trucos, pero vamos a analizar si de verdad esos despertares fueron con alegría:
Saltar de la cama para recoger revistas
El ánimo de Leticia Sabater fue siempre inquebrantable. Solo a ella se le podía ocurrir que lo más atractivo nada más sacar un pie de la cama podía ser recoger las revistas del suelo del día anterior para después ordenarlas a esa primera hora de la mañana. Siendo realistas lo más normal en esa situación sería estar muriendo entre bostezos en vez de agachar el espinazo por revistas.
No era muy esmerada la higiene dental
Tal vez con las prisas por derrochar energía había una tarea a la que Leticia Sabater no dedicó tiempo suficiente. Si los padres con mucho esfuerzo habían conseguido inculcar en los niños el hábito de cepillarse los dientes, bastaba con que estos vieran el lavado de piezas que se hacía Leticia en su baño (sin enjuagar) para desaprender todo lo que se había logrado hasta la fecha. La 'colegui' prefería invertir su tiempo en peinarse y hacer pesas.
Su faceta nunca explotada de ventrílocua
Si ya era difícil ser el despertador de todos los niños, más titánico era el esfuerzo que hacía Leticia Sabater por en un segundo simultanear tareas. Tanto se esmeró la intérprete del 'Leti-rap' y la 'Salchipapa' por demostrar que era una mujer multitarea que en la propia cabecera de 'Con mucha alegría' dejó varios ejemplos de que lo suyo era la ventriloquia. Leti podía cantar y hacer su particular lavado de dientes como también tomarse el desayuno y seguir cantando estrofas sin alterarse. Seguramente que ni ella misma se dio cuenta de hasta qué punto por las mañanas tenía energía.
Un despertar a gritos
Para sacar de la cama de un bote, Leticia Sabater empleaba una técnica infalible: un atronador despertador que parecía sacado de una película de terror. El sonido en bucle de aquellos gritos estridentes parecía procedente del abismo o de cualquier ejemplo de torturas medievales. Si a ese sonido ambiente le unimos la imagen de Leticia tumbada en la cama con cara mezcla entre maquiavélica e impaciente, entendemos ahora por qué los niños de aquella época levantaban con tanta presteza. Había que alejar a las pesadillas cuanto antes.
Y con todo esto, ¿vosotros os llevarías a Leticia Sabater para 'Desayunar con Alegría'?