Con un traje impoluto nos abría la puerta de su casa Kiko Hernández. El séptimo concursante que entraba en la casa de 'GH 3' decidía que la mejor opción para ganar un dinero extra si entraba en la casa de Guadalix, era alquilar su vivienda y como buen agente inmobiliario hacía un tour a la audiencia, ¡que en eso tenía un rato de experiencia!
Y ni corto ni perezoso nos fue enseñando cada aposento y relatando sus virtudes por si salía un huésped para aquellos tres meses de retiro en 'Gran Hermano'. Fue así como conocimos que el colaborador de 'Sálvame' tenía un loro en el salón, un hámster en el baño y un perro que le seguía fielmente por toda la casa. Hernández no se podía quejar de compañía con su particular zoológico.
Inspirado en la década de los sesenta, Kiko tenía decoradas las paredes con numerosos cuadros de paisajes y bodegones en marcos dorados que le siguieron luego en su mudanza a 'Villa Chatín'. Parecía como si se hubiera visto obligado a rellenar pared a base de cuadros y por aquel 'estilo vetusto' nunca nadie habría imaginado que su inquilino tenía en aquel momento solo 25 años.
En su repaso por las estancias pisó por un momento la cocina que parecía a estrenar y el propio Hernández confesaba que el dueño de la casa no hacía casi uso de tal alcoba. Lo de hablar en tercera persona refiriéndose a uno mismo no lo inventó Aída Nízar y siguiendo esa cantinela nos llevó con su vídeo casero al despacho en el que nos llamó poderosamente la atención cómo una foto enmarcada de José María Aznar custodiaba aquella escena.
Con aquellos detalles Kiko Hernández se vendía a través de su propia casa y nos dejaba ver a un futuro concursante muy cuadriculado tal como demostraba su armario ordenado, que tenía pasión por los animales (nos encantó su cortina de peces del baño) y con un carácter incisivo que daría desde luego mucho juego dentro y fuera de la casa de 'Gran Hermano'.