Un embarazo, dieta y beso: Así nacieron las primeras grescas en 'Escenas de Matrimonio'
telecinco.es
01/08/201810:23 h.Cuando Instagram todavía no existía y no nos bombardeaban imágenes felices de parejas enamoradas en las playas, se estrenó en Telecinco 'Escenas de Matrimonio'. Este programa que cumple ahora 11 años nos ofrecía la otra cara de la convivencia de un matrimonio. Allí tres parejas en tres momentos de la vida diferentes nos pintaban su rutina que era de todo, menos una balsa de aceite. Y ya en sus primeros minutos de arranque pudimos ver que esas ocurrencias, dimes y 'diretes' componían todo un vodevil que era cuanto menos sorprendente.
Por un lado teníamos a la pareja más joven compuesta por Sonia y Miguel (Miren Ibarguren y Daniel Muriel) que ya acusaban el peso de dejar un poco atrás los tiempos de la luna de miel. Su presentación en el primer sketch dejaba bien claros los papeles. Sonia creía en la posibilidad de un hipotético embarazo y eso le parecía la idea más romántica mientras que Miguel temblaba de solo pensarlo. Teníamos ahí una diferencia irreconciliable que sería la mecha para muchos malos ratos.
El siguiente matrimonio que entraba en discusión era el categorizado dentro de 'la gama plata'. Marina y Roberto (Soledad Mallol y David Venancio Muro) se metían ya de lleno con la problemática de los 'kilitos' de más, las dietas y lo que la gravedad había dejado caer con los años y ahí ya no había opción alguna para los motivos románticos. Su rato en la mesa era una auténtica batalla campal. De eso que diríamos, "¡da gusto estar aquí!", pero mucho mejor desde la distancia de la televisión y de nuestro sofá.
La tercera división la componían Pepa y Avelino (Pepe Ruíz y Marisa Porcel). Dos mayores cascarrabias que ya no ocultaban su falta de gana por todo lo que tuviera que ver con el ritual del matrimonio. En su sketch de presentación aparecía ella con los rulos puestos y un matamoscas para despertarle a él de la siesta. Un placer venido a más con los años. Por su parte Avelino contratacaba negándole un beso. Se quejaba de que su mujer tenía más bigote que él y decir aquello era cruzar la línea del no retorno.
Por lo que con todo este elenco tendríamos 11 años de solera en donde los corazones y algodones de azúcar se sustituirían por zascas a tutiplén y mucha sinceridad de andar por casa.