La selección española se despidió de la Eurocopa con honores en la tanda de penaltis, con los fallos de Dani Olmo y Álvaro Morata, para quedar a puertas de una final merecida tras una lección de buen fútbol ante la que se mantuvo en pie una Italia que rebajó belleza pero no eficacia, para acabar salvada por Donnarumma.
Esta vez salió cruz. La fortuna dio la espalda o la falta de acierto dio la cara en una tanda de penaltis que castigó el mejor partido de España en el torneo. Un equipo con identidad que no encuentra techo, que ya había cumplido las expectativas y se ha vuelto a ganar el respeto del mundo del fútbol en un rodaje para el Mundial de un grupo de futbolistas que regresan a casa con la cabeza alta.