Gales, golf, Madrid. A nadie sorprende ya ver a Gareth Bale implicadísimo cuando de los dragones se trata. Es vestirse de corto con la camiseta de su país y transformarse. Los primeros 20 minutos dieron fe de ello: 100% de pases acertados, dos disparos y una jugada individual muy buena que a punto estuvo de terminar en golazo.
Es cierto que después llegó el doblete de Dolberg y Gales se desinfló como un globo pinchado, pero hasta ese momento la actuación de Bale fue de, al menos, notable alto. A partir de ahí, como todos los futbolistas de Ryan Giggs, pasó a ser un espectro. Apareció para gritarle al colegiado a la cara que había falta previa en el segundo tanto de Dinamarca y poco más.
Aun así, el derroche físico no se le puede cuestionar. El mapa de calor no miente y Bale estuvo en todos lados. Arriba, abajo, por banda y por dentro... incombustible. Lo intentó, pero no fue suficiente. Finalizó el partido con un 80% de pases y buscó una y otra vez las cosquillas a la defensa con combinaciones interiores.
Eso sí, hubo un apartado en el que Bale no estuvo nada acertado. Como buen extremo, trató de centrar en muchas ocasiones buscando a Moore y compañía, pero no encontró a sus objetivos. De cinco centros que puso a la olla el madridista, solo uno terminó en remate, un porcentaje muy pobre de acierto para un jugador de su categoría. Además, en todo el choque, no disparó ni una vez entre los tres palos.
Ya al final del encuentro se pudo ver a un Bale desquiciado protestando una vez detrás de otra cualquier decisión del árbitro. En una de esas vio la amarilla y, desgraciadamente, no pudo hacer nada para evitar la eliminación de los suyos en octavos de final. A pesar de ello, al terminar el partido, volvió a realizar la típica arenga en el centro de un círculo formado por toda la expedición de Gales.
En términos generales, no fue un partido excesivamente desequilibrado, pero Dinamarca golpeó más y mejor. Los de Ryan Giggs solo remató una vez entre los tres palos por cinco del rival... y eso marcó la diferencia. El partido no pasará a la historia por su espectacularidad, pero al menos só gozó de la tensión propia de este tipo de encuentros.