El asesinato de Carrero Blanco supone un duro golpe para Franco. Por primera vez, el caudillo no puede asistir a un acto y tiene que ser el futuro monarca quien encabece el cortejo fúnebre del presidente del gobierno. Sin embargo, Franco si asistió a la misa funeral, en la que por primera vez se puede ver a un caudillo frágil y sollozando como un niño.