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Las penas a las que se enfrenta Daniel Sancho y cuándo podría regresar a España

Tras ser juzgado en Tailandia por el asesinato y el descuartizamiento de Edwin Arrieta el pasado verano, Daniel Sancho tendrá que esperar hasta el próximo 29 de agosto a las 10 de la mañana para conocer su sentencia.

La tesis de la Fiscalía desde el inicio del juicio es que Daniel Sancho es que este habría cometido el asesinato de forma premeditada, algo que en Tailandia se castiga con la pena de muerte. No obstante, sería muy raro que el país asiático quisiese llegar a este extremo con un extranjero, lo que supondría un problema en sus relaciones internacionales.

En caso de darse, el chef español podría también rogar el indulto al rey de Tailandia para conmutar la pena capital por una condena de cadena perpetua. Sus abogados han intentado demostrar durante todas las jornadas del juicio que no mató al cirujano plástico con premeditación, sino que murió a causa de un golpe fortuito en la cabeza tras una pelea en defensa propia.

Si fue un accidente o estaba todo premeditado es clave para su condena. Con la cadena perpetua podría pedir la extradición a España en ocho años y acogerse a la prisión permanente revisable, teniendo la oportunidad de que revisen su condena a los 25 años e incluso salir en libertad.

Hay un último escenario, que los jueces le crean y consideren que se trate de un homicidio imprudente. Cumpliría en ese caso 15 años de cárcel, pero tendría que cumplir condena íntegra en la cárcel de Tailandia.

Daniel Sancho se enfrenta a la pena de muerte, aunque su defensa ha tratado de demostrar el homicidio imprudente

Daniel Sancho en su alegato final ha pronunciado una palabras dirigidas al tribunal, durante 45 minutos, con la clara intención de conmoverles y así tratar de escapar de la condena a pena capital por el asesinato del cirujano Edwin Arrieta.

Insiste en que no fue un asesinato premeditado, argumento que su defensa ha querido demostrar con sus últimos testigos, un chef, que ha explicado el uso de los cuchillos que había comprado el acusado; un psicólogo que ha tratado de justificar su reacción al descuartizar el cuerpo; y un forense que ha defendido que el golpe en la cabeza del cadáver es compatible con la descripción de la pelea. Al final, Daniel Sancho ha roto a llorar.