Varios vecinos de una calle del barrio madrileño de Usera han denunciado en 'TardeAR' lo que se cuece dentro de un local de citas encubierto en un salón de masajes.
Hace unos meses era una bocatería. Ahora, se ha convertido en un sitio donde personas anónimas pagan para tener sexo a las chicas que trabajan en el local. Hemos entrado dentro y, efectivamente, proponer mantener relaciones sexuales a cambio de dinero. Pero como decimos, todo bajo la simple apariencia de un sitio donde te puedes hacer un masaje.
Solo vemos al entrar un cartel de estilo asiático en tonos rosados y un timbre con videovigilancia. Nos abren, pasamos a un pasillo y nos ofrecen sexo de forma explícita. "Esta chica da masajes muy buenos", comenta la mujer que atiende a nuestros periodistas infiltrados.
Hay varios clientes y unas cuantas camas en las que intuimos que se mantienen las relaciones a cambio de dinero. Es el interior de un burdel que de cara a la galería es un salón de masajes. Y la policía ya tiene conocimiento de lo que ocurre dentro de él, ya que han ido varias veces a registrarlo porque no tiene licencia.
Tres vecinos del barrio han relatado en directo en 'TardeAR' que están "hartos" del movimiento que trae el burdel. "Es una situación bastante desconcertante, uno se cansa de tantas veces que llaman al timbre, hay altercados...", comenta uno.
Otro, que trabaja en una farmacia próxima al lugar, explica que suele recibir la visita de mujeres que van vestidas en pijama pidiendo preservativos. "Tiene que ser una situación muy desagradable para ellas", añaden.