Condenada por la muerte de su hija Asunta, Rosario Porto estuvo en la prisión de A Lama en Pontevedra, también en la de Teixeiro y finalmente fue trasladada a Brieva, en Ávila. Pero ¿Cómo fue su vida en la cárcel? Muchos de las personas que estuvieron cerca de ella han roto su silencio y nos hablan no solo de su personalidad y lo que decía del caso, también de dos supuestas historias de Amor.
Marifé Rodríguez es monja y acudía como misionera al centro penitenciario en el que estaban tanto Rosario como su marido, Alfonso Basterra. De ambos tiene una imagen de personas "altivas" aunque cree que era él quien llevaba las riendas de la relación.
A pesar de su actitud, veía a Rosario como una mujer "cabizbaja" y "retraída" que, se sentía "superior" y lo habría hecho notar. Al parecer, se sentía "marginada" porque los medios la juzgaron antes que los jueces y añadía: "Alguna vez quiso que yo hiciera algo indebido por ella y no lo hice".
Carmen y Manuel compartieron prisión con ellos y ella desvelaba que, aunque Rosario no solía hablar de lo ocurrido, sí que un día le contó cosas: "Tenía las fotos de la niña, de sus padres de y de Alfonso. Empezó a hablar un poco del tema, lo que yo no llevé muy bien, pero ella en todo momento dejó como caer que ella no creía que Alfonso hubiera sido pero que no podía poner la mano en el fuego por él (...) Dijo que ella era inocentísima, una santa y el malo era el juez instructor del caso".
Más allá de lo que pensaran de ella y de su comportamiento, Rosario Porto parece que vivió dos historias de amor. La ultima presa sombra que la acompañó nos habló de su historia: "Me contó que se enamoró de un hombre uruguayo y también con una chica que le hizo apoyo".
Es más, narraba que los problemas habrían comenzado cuando la otra reclusa les vio "manteniendo relaciones" en el polideportivo de la prisión
Según otra de las presas, Rosario estaba "ilusionada" e intercambiaba "notitas" con el preso a quien habría conocido durante su trabajo en la biblioteca.
Esta presa sombra nos contaba también que los últimos meses, Rosario parecía abandonada. Hasta ese momento siempre había sido una mujer que cuidaba mucho su imagen personal, pero afirma que los últimos meses todo cambió: "Llegó un momento que no se duchaba. Ella me decía que iba a hacer algo porque no aguantaba más con esa carga que llevaba".
Marck Guscin es un escritor inglés que entrevistó a Rosario Porto, el único que lo consiguió y aseguraba en 'TardeAR': "Rosario no tenía fuerza para mover el cuerpo sola. Alguien la tuvo que ayudar".