La última expulsión de 'Supervivientes' corrió a cargo de Javier Ungría. Un Javier Ungría que ha podido disfrutar ya de algunos privilegios tras su experiencia en Honduras. Tras dos meses y medio, el ya exconcursante de Cayos Cochinos se miraba al espejo impactado: "¡Ay mi madre!", gritaba. Mucho más moreno, Javier Ungría se tocaba el pelo y la barba: "Las ganas de lavarme que tengo".
Además, se impresionaba por los kilos que había perdido, especulando sobre cuántos serán más o menos. Y llegaba el momento favorito por todos: la ducha. "Vaya momentazo. Madre mía, por Dios. Qué placer. Esto lo tenemos en el día a día y no lo apreciamos". Y es que si algo tiene la experiencia en 'Supervivientes' es que te enseña a valorar algunas cosas que antes quizás no valorabas tanto.
Javier Ungría bromeaba con la barba que tenía: "Tiene vida propia. No sé como poder explicar esto. Mira el color de la espuma". Si hay otro momento también muy esperado por todos los concursantes es el banquete. Un banquete por el cual muchos, al verlo, no saben ni por dónde empezar. "No sé ni qué decir...". El exconcursante miraba al cielo y daba las gracias.
Por último, Ungría se mojaba y señalaba aquellos con los que compartiría ese banquete y con los que no. Pedro García Aguado sería uno de los elegidos por Javier para también degustarlo: "Sé que está bajo de energías". También lo compartiría con Gorka, Arkano y Rubén Torres: "Son los amigos que me llevo de aquí". "Y si tengo que quitar a alguien, realmente por las broncas que he tenido no lo compartiría con Kiko. Marieta y Miri se han quedado en el borde...", confesaba Javier Ungría.
Por último, señalaba tener muchas ganas de ver a su familia: "Cosas que das por hecho en tu día a día y que no aprecias. De las cosas que más me ha enseñado 'Supervivientes' es saber apreciar los detalles. No sabemos lo afortunados que somos. No he dejado de ser la persona que soy y no he faltado a mis valores", concluía el exconcursante del reality de Telecinco.