Raquel Bollo y su padre, Fernando, han viajado hasta Honduras para sorprender a Alma y Manuel. Después de haber ejercido como oráculo, el abuelo de los supervivientes se reencontraba al fin con sus nietos. Los supervivientes se encontraban leyendo una carta de su madre cuando, de pronto, él les ha sorprendido por detrás.
Ellos ya estaban llorando, pero la emoción se ha incrementado al descubrir la presencia de la persona de la que tantas veces han hablado desde que comenzaron la aventura. Nada más verle, ambos se han tirado al suelo. “Venga, arriba”, les pedía su abuelo.
Finalmente, se levantaban y le abrazaban: “Gracias, ustedes son los que me hacen feliz”, les decía. Raquel Bollo, que lo veía todo a través de una pantalla, estaba igualmente emocionada mirando la escena. “No voy a llorar, no voy a llorar”, se repetía su padre una y otra vez.
Cargado de fuerza, no dudaba en pronunciar un enérgico discurso para sus nietos: “Sois lo mejor, estáis disfrutando de una cosa maravillosa. Yo tenía muchas ganas de venir aquí, gracias a todo el mundo”. Ellos le repetían una y otra vez lo “guapo” que estaba.
“No quiero veros llorar, quiero que disfrutéis. Si vosotros disfrutáis, disfruto yo. Todo el mundo está orgulloso de vosotros, todos os quieren”, les decía antes de recordarles lo bien que estaban sus pequeñas en España.
Después de pasar un rato juntos, Ion Aramendi conectaba de nuevo con ellos para poner punto y final a la visita. “Muchísimas gracias, no sabéis lo que significa esto para mí, os voy a estar agradecido eternamente, de por vida", decía Manuel. "De las personas más importantes de mi vida, él es fundamental en nuestras vidas".
Y, antes de poner punto y final a su sorpresa, el presentador les preguntaba por sus pergaminos, aquellos que su madre había escrito para ellos. Ambos han compartido con todos lo que Raquel les había escrito. "Mi madre es mi vida", decía Manuel tras leer su mensaje. "Te amo con todas las fuerzas de mi corazón y estoy loca por verte", añadía Alma entre sollozos.