Los supervivientes han jugado a un amigo invisible de recompensas y castigos muy importante. Tras unos días conviviendo en los Cayos Cochinos, el hambre empieza a causar estragos y la convivencia, también. En 'Supervivientes: Tierra de nadie' han sido las propias decisiones de los concursantes las que han determinado su futuro más inmediato.
El juego consistía en decidir a qué compañero le dabas la recompensa o el castigo, teniendo en cuenta que los que descartases podrían tocarte a ti. Entre las recompensas de los royales, estaban desde una porción de pizza hasta una hamburguesa. Entre los castigos, uno de ellos debería estar sin poder tumbarse ni sentarse de sol a sol.
En el caso de los fatales, uno de ellos podría comerse un donut y otro unos huevos rotos; pero otro tendría que recoger 500 almendras al día en una playa que, de por sí, escasean. Fue precisamente entre los fatales donde se produjo una gran decepción para Alma Bollo al haberse quedado muy cerca de esos huevos rotos.
Jonan Wiergo, al ser el último de los fatales en escoger, tenía la opción de intercambiar el 'cocinar y repartir' que le había tocado a Ginés por otra recompensa o castigo. El influencer decidió cambiarlo por los huevos rotos que en ese momento tenía Alma Bollo, alegando que ellos habían comido tarta el día anterior. Pero el argumento no le gustó mucho a su compañera, quien, momentos antes, había llorado por no haber ganado el juego de recompensa.
Tras las decisiones, Laura Madrueño les desvelaba a los concursantes qué les había tocado a cada uno. Entre los supervivientes hubo alegrías y decepciones.