Los supervivientes recibieron un nuevo pergamino. El Pirata Morgan les lanzaba un nuevo reto de pesca, pero no todos los concursantes consiguieron superarlo. Todos ellos tenían que conseguir al menos un pescado.
Una recompensa para todos estaba en juego. Pero también lo estaban sus pertenencias. Por cada superviviente que no pescara, iban a tener que entregar una lata, una esterilla, una lona, un cuchillo, un neopreno o una sartén.
Nada más leer el mensaje, todos coincidían en algo: tenían que salir con urgencia porque el agua estaba mareada. “Es una barbaridad”, decía Nacho Palau.
Dispuesta a cumplir con su misión, Ana se sumergía en las aguas de Honduras acompañada de Alejandro. Mientras él le sujetaba los pies, ella intentaba hacerse con un pez, pero la fuerza del agua se lo impedía y hacía que se llevara el susto de la edición.
“Que me ahogaba, te lo juro”, decía atemorizada al salir del mar. Alejandro apuntaba que hasta él se estaba ahogando mientras la sujetaba. “Que me hundía, he tragado litros de agua”, continuaba Ana. “En mi vida he estado tan angustiada”.
Los supervivientes no conseguían superar la misión encargada por el Pirata Morgan y tenían que sacrificar una de sus pertenencias: la esterilla ha sido la elegida.
Después de recordar lo que había ocurrido, Carlos Sobera ha hablado con Ana en su conexión con la palapa: “Tiraba la caña, me estaba ahogando. Tragué litros y litros de agua. No sabes la marea que había. Es que me iba a morir, te lo prometo. Ahora tengo miedo al mar. Lo pasé francamente mal, en mi vida lo he pasado peor”.