La serie 'Aída' marcó una época en la televisión española. Emitida en Telecinco de 2005 a 2014, esta comedia no solo nos trajo un sinfín de carcajadas con sus personajes disparatados, sino también una buena dosis de drama y amor, o al menos intentos de él. En el barrio ficticio de Esperanza Sur, el amor era tan impredecible como el propio Mauricio Colmenero (Mariano Peña) detrás de la barra del bar Reinols. Los romances de 'Aída' no solo nos divirtieron, sino que también mostraron que en el amor, como en la vida misma, nada es sencillo.

Aída nació como un spin-off de '7 Vidas', con Carmen Machi retomando su papel de Aída García, una mujer humilde y trabajadora que trataba de salir adelante con sus hijos, su madre y el variopinto vecindario que la rodeaba. La serie abordaba temas como la vida en la periferia, la crisis económica y las dificultades de una familia de clase trabajadora, siempre con un tono humorístico. Pero además de esos temas sociales, el amor también tenía un espacio importante en la serie. A través de personajes entrañables, 'Aída' retrató romances imposibles, amores no correspondidos y algún que otro desliz que nos hizo reír a carcajadas. A continuación, repasamos algunos de los romances más icónicos de la serie.

El primer gran romance de la serie, que primero se vivió en secreto, pero que luego se hizo público sin remedio fue el de la propia Aída García y Chema Martínez, el tendero de La Colonial, la tienda del barrio, protagonizado por Pepe Viyuela. Fue una bonita historia de amor entre dos viejos amigos, pero las diferencias entre ambos y entre sus familias terminan echando al traste su historia de amor al final de la Tercera Temporada, sin afectar a su larga amistad.

Si hubo un romance que sobrevoló todas las temporadas de la serie, este fue el de Paz, la sensual vecina de Aída, y el gran Luisma García (Paco León). Luisma, el hermano de Aída y exdrogadicto, era uno de los personajes más queridos de la serie por su buen corazón y su lógica peculiar. Su amor por Paz fue sincero y conmovedor, y, aunque inicialmente ella no mostraba interés en él, con el tiempo llegaron a tener una relación. Luisma era el típico "malote" con corazón de oro, y ver cómo intentaba ser mejor persona para estar a la altura de Paz hacía que su relación fuera entrañable. Sin embargo, como es de esperar en una serie como Aída, este romance estuvo lleno de altibajos y situaciones cómicas, en las que Luisma metía la pata una y otra vez. Pero su historia de amor fue de las más queridas por los fans.

Si hubo una pareja que sorprendió a todos en Aída, fue la de Chema y Soraya. La hija mayor de Aída, Soraya (interpretada por Miren Ibarguren), era una joven que regresaba al barrio tras un tiempo fuera, con una hija a cuestas y una vida complicada. Al principio, parecía que ella y Chema solo compartían una amistad cercana (además Chema ya había tenido una historia con su madre, la propia Aída), pero a medida que avanzaba la trama, ambos personajes se dieron cuenta de que tenían más en común de lo que pensaban. Chema, con su naturaleza tierna y su voluntad de ayudar, fue un apoyo constante para Soraya en sus momentos de dificultad, y poco a poco esa cercanía se transformó en un romance. El primer beso entre ambos fue uno de los momentos más épicos de todas las temporadas de la serie.

Fidel, el hijo de Chema, también vivió sus propias aventuras amorosas, aunque en su caso, el enfoque fue diferente. Fidel era un adolescente inteligente y con una personalidad peculiar. A lo largo de la serie, vimos su despertar romántico y sus primeras experiencias en el amor, aunque su temprano amor por Jonathan, el hijo pequeño de Aída y macarra oficial del barrio, nunca sería correspondido. Esta relación fue importante porque abordó la homosexualidad de manera abierta y sin estereotipos, algo que en su momento fue un paso significativo en la televisión española. La inocencia de Fidel y sus intentos de encajar en un mundo que no siempre lo entendía hicieron que su historia fuera emotiva y divertida a partes iguales.

Machupichu, el querido camarero ecuatoriano interpretado por Óscar Reyes, también tuvo sus momentos románticos en la serie, a su manera. Oswaldo está divorciado y en un capítulo de la sexta temporada Mauricio Colmenero, su déspota y ultraconservador jefe interpretado por Mariano Peña, le obliga a hacerse pasar por su marido ya que tiene que convencer a un perito de que está casado para poder cobrar una herencia de una tía lejana que acaba de fallecer. Fue una pantomima, pero ver protagonizar un romance gay entre Mauricio y su empleado fue toda una experiencia.

Aída fue una serie que nos mostró que, en el amor, como en la vida, las cosas no siempre salen como esperamos. A través de sus personajes y sus historias de amor imposibles, esta comedia nos recordó que, aunque el romance a veces pueda ser trágico o patético, siempre hay espacio para la risa. Y, aunque los amores de Aída no siempre fueron de cuento de hadas, nos demostraron que en Esperanza Sur siempre había espacio para el cariño, la amistad y, sobre todo, las risas.

La serie puede haber terminado hace años, pero sus personajes y sus romances permanecen en la memoria de quienes la vimos. Porque, al final, Aída no solo fue una comedia: fue una ventana a un barrio y a unos personajes con los que todos, de una forma u otra, logramos conectar. Y entre risas y lágrimas, Aída nos enseñó que el amor, por muy extraño o complicado que sea, siempre merece la pena ser vivido.

*Este texto ha sido generado con ayuda de Inteligencia Artificial, guiado y editado por el autor.