Tan solo un día después de la muerte de Doña Ana, Kiko Rivera acudía a Cantora para reencontrarse con su madre tras un año y medio sin verse. Kiko acudía a la finca en la que creció con miedo por lo que se podía encontrar, un miedo motivado por las palabras desalentadoras de su prima Anabel: "Mi prima me dijo que había hablado con mi madre y que le había dicho que no quería que fuese, que por allí no me querían ni ver".
Tras estas palabras, y por el consejo de Raquel Bollo, Kiko decide enfrentarse a sus miedos y probar suerte acudiendo al encuentro con su madre: "Cuando llegué a Cantora acompañado de mi primo Manuel Cortés bajó una persona que trabaja para mi madre a abrirme la puerta de la finca (...) Cuando empiezo a llegar a la casa veo de lejos a una persona en el patio, me acercaba nervioso con el corazón saliéndoseme por el pecho y me doy cuenta de que es mi madre (...) Nada más vernos nos abrazamos y nos tiramos quince minutos abrazados, sin hablar, no había nada que decir, lo único que ella hizo fue, mirando al cielo, darle gracias a mi abuela diciendo 'Gracias mamá, has tenido que morir para que mi hijo venga a verme' (...) En ese momento volvió a ser mi madre, durante esos quince minutos era mi madre, la que yo necesitaba y habría matado para que esos quince minutos hubieran durado una eternidad".
Con estas palabras, Kiko Rivera ha dejado claro que Isabel Pantoja no ha continuado con esa actitud cercana que él tanto deseaba y necesitaba, y que el acercamiento con su madre se limitó a los quince minutos durante los que estuvieron abrazados: "Después del abrazo mi madre me empezó a hablar de nuestros problemas, quería que le contara lo que había hecho durante este último tiempo en la televisión".
Kiko Rivera ha explicado que se sorprendió muchísimo por el estado físico de su madre, el DJ ha contado que la persona que se encontró frente a frente era muy distinta a la que vio por última vez un año y medio atrás: "Mi madre está muy mal, está muy delgada".