Lydia Lozano ha estado en el ojo del huracán mediático después de que se le señalara como la colaboradora que iba a locales de intercambio de pareja con su marido, Charly. El testimonio procedía de alguien anónimo pero su identidad la revelaba su amiga, Carmen Alcayde, con lo que el enfrentamiento era inevitable. Sin embargo, no ha sido la única traición que Lydia ha sufrido en apenas una semana...
Y es que la colaboradora del programa se ha enterado en directo en ‘Sálvame’ de que una gran amiga suya ha abordado la polémica: “Sí, me suena bastante este tipo de fiestas”, decía la mujer, explicaba que Lydia es amiga de un matrimonio que organiza este tipo de fiestas y añadía que no puede haber pruebas porque en este tipo de fiestas “lo primero que hacen es quitar el móvil”. “Ella lo sabe y lo va a negar”, anticipaba y acababa pidiendo algo a su amiga: “Creo que debería ser más sincera”.
El silencio se apoderaba del plató de ‘Sálvame’ ya que Lydia no podía dar crédito a lo que estaba escuchado. Se trataba de su amiga, Ruth Sanz, que fuera novia de Iker Casillas: “Ella me ha contado todo lo de Iker y durante años me callé porque no quería salir en televisión”, le reprochaba.
“Estoy flipando”, decía la colaboradora entre dientes y es que estaba deseando que llegara un corte publicitario para llamarla: “Le voy a llamar de todo, no le voy a decir buenas tardes”, advertía. Y es que Lydia no podía ni imaginárselo: “No me esperaba esto en la vida”, confesaba echándose a llorar.
Las amigas han tenido sus “movidas” pero siempre ha mantenido la “discreción” con ella: “Lo que dice es horroroso, en mi casa en mi vida he sacado a nadie el móvil, lo único que pido es que no se hagan fotos donde se pueda ver que es mi casa”.
Hasta ese momento, la colaboradora solo había visto un avance y, tras ver la palabras íntegras de su amiga, intentaba quitarle un poco de importancia aunque insistía en que no le gustaba su forma de contarlo. Es más, nos explicaba que las fiestas a las que se refería son la organizadas por sus amigos, eventos que se realizan en lugares lujosos de Madrid y a los que solo se accede si te invitan y te dan una contraseña. Acudir a la fiesta cuesta 150 euros, incluye la cena y, a medida que va pasando la noche, la gente empieza a quitarse prendas de ropa y a enseñar la lencería.
Sin embargo, Lydia insistía en que nunca ha asistido a estas fiestas: "Ruth, sí".