Ante los continuos problemas con Antonio David Flores, Rocío Carrasco había decidido poner a una persona en la puerta de su casa para recoger a los niños cuando llegaban de estar con su padre, en aquel momento los fines de semana alternos.
Era domingo por la noche y los niños se retrasaban. Finalmente, llegaron un par de horas tarde, como a las 23.00 h., y Rocío no tardó en notar que había pasado algo: “Cuando tengo al niño en brazos lo toco, le beso y veo que tiene un bulto en el brazo de un tamaño impresionante”.
Notó que al niño el dolía así que le preguntó a su hija si se sabía qué le había pasado a su hermano: “Me dijo que se había caído de una litera y que se había caído el viernes”. Habían pasado dos días desde entonces: “Cuando le vemos el bulto, Fidel me dice que hay que ir a urgencias porque estaba roto”.
“La doctora me miró con desconfianza y me preguntó cómo se había hecho eso el niño, yo le dije ‘discúlpeme, sé por qué me está mirando así, acabo de tener a los niños porque han venido de estar con su padre”, narraba Rocío, que de urgencias se fue al juzgado de guardia a poner una denuncia por “negligencia en los deberes de custodia”.
Sin embargo, posteriormente retiró la denuncia porque no quería hacer nada “en contra del padre” de los niños.
Rocío Carrasco ha mostrado además los informes psicosociales que ya les hicieron en los juzgados en el año 2002. De la evaluación psicológica se desprende que Rocío se sentía identificada con su madre, que se sentía elegida y protegida y que no quería ser separada de ella.
Además, Rocío responde a las palabras de quien fuera su marido, que la acusaba entonces de no querer llegar a ningún tipo de acuerdo mostrado una actitud prepotente: "El acuerdo era que le diera a los niños, una pensión compensatoria de 250.00 pesetas y una pensión por cada niño de medio millón”.
"Ha ido de padre doliente y nunca los ha querido tener", aseguraba una convencida Rocío, que recordaba que una vez más tuvo que acudir a los tribunales para pedirle que pagara la pensión: "Se le tuvo que embargar 26.000 euros porque no había pasado la pensión nunca".
Sus hijos crecieron con esta versión de la historia y Rocío cree que fue entonces cuando empezó "la semilla del mal". Ya en ese momento los psicólogos advirtieron: había riesgo de cronificación con mediatización de menores. "¿Qué es lo que ha pasado?", se preguntaba Rocío: "¡Eso es lo que ha pasado!"
Además, empezó a notar ciertas cosas, como que Rocío no quería dormir sola ni que cerrara la puerta o apagara la luz. Ante la insistencia de la niña, Rocío se alarmó, le preguntó qué le pasaba y la respuesta le dejó sin palabras: “Mamá, es que papá me ha dicho que, cuando tú me acuestas, Fidel y tú os vais de casa y nos dejáis solos".