Ganó Juan con el apoyo rosa y frente a la mala estrategia azul
Hizo ganar a Juan la división del voto azul, el apoyo rosa y un claro rechazo a quienes no tuvieron reparos en hacer daño gratuitamente
En el vídeo del Moleskine el necesario apartado de agradecimientos
Todos los programas de Gran Hermano en Telecinco a la carta
Insistir tanto en que Juan había llegado a la final no por méritos propios sino porque le apoyaban las ‘fresis’ tenía el riesgo de que si se llevaba el premio final no podrían negar que había ganado el equipo rosa. Pero quedarse ahí es demasiado simplista. Efectivamente, el triunfo de Juan es la respuesta contra una forma de concursar. He repetido hasta el hartazgo que Gran Hermano no lo gana un concursante que haya hecho daño conscientemente a un compañero, o varios. Por eso no podían ganar Óscar ni Ruvens.
Digo más, no es solo el apoyo rosa, el voto de castigo y que Juan representase el voto contra el machaque al contrario. Es que los azules fallaron estrepitosamente en su estrategia. Con voto en positivo, como es en la final, llevar a dos concursantes de un bando es dividir el voto, algo que prácticamente se puede considerar como garantía de fracaso. Si sumamos los votos que tenían Óscar y Ruvens al principio de la final tenemos un 55 % a favor de los azules. Es decir, 10 puntos más que el 45 % de Juan.
MÁS
Las primeras palabras de Juan tras proclamarse ganador de 'Gran Hermano': lo que hará con el premio
Bailes, tensión y conciertos de Vanessa y Javier: así se vivió la gran final de 'Gran Hermano' desde dentro
Cristina Porta, tras las declaraciones de Ruvens en la semifinal: "Para eso no vayas a 'GH'"
No me creo que Ruvens, supuesto estratega, gran experto en Gran Hermano, y hasta diría que aspirante a gurú (además de a director de cine, cosa que espero consiga y tenga mucho éxito) no se diera cuenta de que esta final la iban a perder. Hubieran podido salvar los muebles y ver proclamarse vencedor a Óscar si nada más abrirse el voto en positivo dejan meridianamente claro a la audiencia que debían votar por uno de los dos, Óscar o él. Para mayor seguridad por Óscar, personaje mucho menos antipático que Ruvens, como dije ayer (creo que fue ayer, en todo caso un día de estos).
La estrategia de concentrar el voto eliminando a uno de los dos significaba que este se quedase sin optar al premio. Es decir, comportaba un sacrificio, pero tenía muchas posibilidades de éxito. La tan denostada estrategia es básica, diría que imprescindible en un juego como este. Las ‘fresis’ equivocaron su estrategia en la última fase de su concurso y lo pagaron caro, de igual forma que anoche pudimos ver como Ruvens quedaba tercero y Óscar se quedaba con la miel en los labios y un 46,8 % de los votos. Viendo la evolución de los porcentajes y cómo fue subiendo el segundo en las dos últimas horas de la votación tuve dos cosas claras: el porcentaje mayor correspondía a Juan y era muy improbable un sorpasso.
A Juan se le puso todo de cara
Todo se había puesto a favor de Juan en las dos últimas semanas. La división del voto azul y el apoyo rosa parecían importantes, aunque considero determinante lo primero que he señalado. Desear el triunfo de Juan era una apuesta por otra forma de hacer las cosas. Que se haya producido, un mensaje de la audiencia a futuros concursantes. Valoramos el entretenimiento y que los concursantes se impliquen generando contenido para que todo esto no se vaya al traste. Ahora bien, damos todavía más importancia a que el concursante no vaya a degüello contra sus rivales y mantenga su independencia sin plegarse a las exigencias de un pretendido líder con pocos escrúpulos. El dilema era hacer ganador a alguien que tuvo poco protagonismo o a aquellos que no tuvieron límites ni reparos en hacer daño de manera gratuita. Ahora ya sabemos lo que ha preferido la mayoría de la audiencia votante.
Ruvens no consiguió lo que pretendía si damos por ciertos sus supuestos intentos de que Óscar diera pena a la audiencia poniéndole en aprietos los últimos días. Por ejemplo, el martes le decía que es “insufrible” y tiene sexo “por compasión”. Sin embargo, a Juan sus rivales le ridiculizaron hasta la extenuación, menospreciándole como concursante y burlándose de su legitimidad como finalista. Otro error mayúsculo de Ruvens, porque hace tiempo sabemos que el concursante despreciado por sus compañeros despierta compasión en la audiencia y eso genera una corriente de simpatía mucho más poderosa que los miles de seguidores en redes de los que se vanaglorian algunos concursantes o las madrugadas de diversión de las que presumía la hermana de Óscar.
En definitiva, el triunfo de Juan se podría resumir con una frase que él mismo aplicó a Maica y Daniela hablando con Ruvens y Óscar. “Donde las dan las toman”, decía nuestro ganador. Añado yo, una vez más: “Y callar es bueno”. Este no sido el Gran Hermano de Juan, dicen algunos. Pero cuando un niño de 5 años, como él tenía cuando ganó Ismael Beiro la primera edición, mire la lista de ganadores verá su nombre. Y no sabrá por qué ganó de igual modo que muchos no recuerdan ni siquiera el nombre de Javito, ganador de la tercera edición. Un genuino mueble. Más en concreto de cocina. Que bajen de la nube quienes dicen que antes no ganaban muebles. Hablo de la tercera edición, pero la ganadora de la segunda no fue menos mueble. Lo digo con todos los respetos para ambos, por supuesto. Los mismos que muchos no están teniendo con Juan Luis Quintana, ganador de Gran Hermano con un 53,2 % de los votos.
Tampoco entiendo que por Juan digan que esto no es un concurso de baile y se destaque de Ruvens y Óscar sus “graciosas” madrugadas. Tampoco es un programa de humor, aunque este sea uno de sus componentes, igual que el amor y el conflicto. La diferencia es que Juan bailaba en las fiestas, lo hizo en una prueba de baile donde sus compañeros lo hicieron líder junto a Violeta, y cuando el presentador se lo pedía. Sin embargo, lo de las madrugadas lánguidas y reaccionarias repletas de caspa era casi diario. Excuso decir que a mí no me hacían ni una pizquita de gracia.
Una final teñida de rosa
Sinceramente, creo que también erraron el tiro tanto la madre de Ruvens como la hermana de Óscar. Y, desde luego, tenían perdida la batalla frente a una luchadora como la madre de Juan. En este Gran Hermano ha nacido una estrella y se llama Cristina. Lo último suyo es verla levantar la pierna más alto que su hijo. Es imposible negar que Juan ha sido un concursante aburrido, y que estuvo la mayor parte del tiempo desaparecido. Pero su madre es una crack. Sobre el estilo del ganador bailando no diré nada porque no es mi tema, pero sí debo advertir que haría bien en rebajar expectativas. Sobre eso de las oportunidades que se le puedan abrir ahora le diría que el departamento de oportunidades de El Corte Inglés está en la entreplanta.
La noche apuntaba a que iba a estar teñida de rosa desde el principio. De hecho, Juan aparece en su foto oficial con una camisa rosa. Eso sí, tiene unos bordes azules que definirían su ambivalencia, azul y rosa a un tiempo. Luego vino la expectación por la ausencia de Maica, que no hizo el paseíllo en los exteriores de Mediaset y tampoco estaba sentada en los dos sofás del plató. Durante un rato se habló más de Maica que de los finalistas, sobre todo cuando apareció en la casa con el frasco de lejía en la mano para anunciar que será concursante de GH Dúo 3, cuya gala de presentación será el 2 de enero.
Lo mejor del anuncio de que Maica vuelve a la casa en menos de dos semanas fue ver algunas de las caras de los azules, visiblemente contrariados porque siga en el candelero y de ellos nos vayamos a olvidar antes de que empiece el próximo Gran Hermano de anónimos. Jorge intentó tener un protagonismo del que no disfrutó en la casa, mientras que Ruvens (con su particular sentido de la justicia) acusaba a Lucía de estar hablando más que dentro de la casa. De Jorge no dijo nada porque patatas. Ruvens no pudo esperar y le soltó a Óscar lo de Maica antes de que se lo contase el presentador. También sugirió que serán concursantes Vanessa y Javier, aunque imagino que se lo estaba inventando o le vino la idea por ciencia infusa.
Ganaron “los buenos”
En sus últimas horas encerrados, Ruvens y Óscar siguieron discutiendo con Juan por ver si lo desacreditaban y mostraban mayor desprecio. Igual pensaban que no lo habíamos entendido. Peor fue que siguieran hablando de Maica. Ya habíamos visto que era como una especie de obsesión, pero esta vez sonaba todo peor que de costumbre porque se referían a “la princesa” en particular y las ‘fresis’ en general hablando al alimón de “pelos” y “moquetas”. Supongo que no querían decir lo que parece, pero así se entiende según la ley de Poe, que se formula así: en la ausencia de un guiño o indicación que lo aclare, es difícil o imposible distinguir entre una postura extrema y la parodia de esa misma postura.
Las canciones de Vanessa y Javier, al igual que los bailes del propio Juan, hicieron que la final pareciera un poco entre opereta y verbena popular. Tampoco le iba mal a una final que podríamos resumir como si fuera una película de vaqueros, diciendo que “ganaron los buenos”. En lo personal, me lo he pasado como hacía mucho tiempo durante la mayor parte de esta edición, que solo me resultó incómoda en la medida que bajaba el tono y la pelea se iba haciendo más vehemente. El inesperado final ha sido un buen remate del que aprender algo que, en realidad, ya sabíamos y es que en Gran Hermano no hay nada escrito.
Moleskine del gato
El último vídeo de la temporada hace el número 76, lo cual a una media de tres minutos y medio por vídeo vendría a ser unos 270 minutos de vídeo, casi cuatro horas y media. Pues bien, acabo por ahora esta turra con el obligado y necesario apartado de agradecimientos.
Y dejo un espacio final para las despedidas, aunque esta vez será por poco tiempo. ¡Nos reencontramos en enero!