La atmósfera que se respira en la casa ha sido ayer más agradable gracias a la prueba de ‘El show del calendario de adviento’. El ambiente navideño empieza a invadir la casa, aunque habrá que esperar hasta esta noche para que se produzca el tradicional encendido. Verlos disfrutar del ambiente festivo hace olvidar un poco las dos semanas de terror que se han vivido, especialmente si nos ponemos en las botas de Maica, quien más ha sufrido ese ambiente a veces irrespirable. El juego del Trivial de Gran Hermano que plantearon ayer a los concursantes nominados me parece un genial ejercicio para que empiece a reinar un poco la paz, como corresponde al espíritu de la Navidad.
Quiero pensar que, ayudados por ese espíritu navideño, se relajen un poco y cese tanto enfrentamiento. Estamos a dos semanas de la final (según mis cálculos) y deberían pensar que ya está todo el pescado vendido. Los últimos días deberían servir para restañar las heridas sin abrir unas nuevas. Y aun así, siempre habrá un Koala (el cantante, no el animal) que aproveche una entrevista de final de campaña a sus compañeros para hacer las preguntas más comprometidas a quien había sido su mejor amiga durante toda la edición. La ambición les ciega, a veces.
El programa puede contribuir a cambiar el tono en el tiempo que queda, porque si fuera por ellos seguirían con el cuchillo entre los dientes hasta después de haber terminado el concurso. En la fiesta de anoche tenían que poner a los concursantes que siguen en el juego en unas órbitas (era la ‘Fiesta galáctica’) y Jorge ponía a todos en órbitas cercanas al núcleo, excepto a Maica, que estaba en el lugar más apartada de todos. El juego más intrascendente, que en teoría debería servir para divertirse y echar unas risas, es utilizado para seguir las ofensas, discriminar compañeros y soltar puyitas que a estas alturas se interpretan como navajazos con poquísima clase.
A diferencia de Jorge, Ruvens ponía a Maica en la misma órbita de Óscar y Juan, estando su planeta en el centro mismo de la galaxia. Eso se llama egocentrismo, aunque no pasa nada si decimos que es pura mezquindad. En todo caso, participaron la mayoría con propósito de divertirse, aunque la cara de Maica era de un aburrimiento extremo, y no iba mucho más allá la de Óscar, que se sentaba a su costado en el sofá. Lo que vengo a advertir es lo mismo que llevo diciendo un tiempo, los últimos días se merecen y nos merecemos todos un poco de tranquilidad y buen rollo.
Me pareció que había cambiado un poco el panorama al ver a Maica sentada no solo junto a Óscar, sino también al lado de Ruvens. Óscar casi siempre se sienta en las galas en un costado, lo cual es un gesto pensado para no ponerse en el centro del foco. Y, puestos a elegir un extremo suele estar junto a Maica (antes podía estar al lado de Daniela). Pero no es común ver a la cartagenera sentada junto al manchego, al menos en las últimas semanas. Esto no quiere decir que en ningún momento hayan roto la comunicación entre ellos. Ruvens ha repetido en infinidad de ocasiones la siguiente secuencia: ofende a Maica, la pone verde con sus amigos y con el ánimo apaciguado va a pedirle perdón.
Tras tres meses de observación (se han cumplido ya los 90 días de encierro) se puede hacer una clasificación de concursantes según los diferentes arquetipos de personalidad. He hablado aquí alguna vez de los arquetipos de personalidad de Jung, con los que sería posible clasificar a cualquier ser humano. Por facilitarme un poco la broma me saldré de esa división para introducir algunos de cosecha propia. Aprovecharé para ello una conversación vista en el dormitorio azul, donde hablaban algunos habitantes de la casa de lo primero que desearían hacer nada más salir.
Decía Nerea que a ella le gustaría salir de fiesta. Ella correspondería al arquetipo del inocente, de actitud positiva y despreocupada, excesivamente confiada en los demás. A Ruvens le gustaría hacer un “viajazo”. Entiendo que se refiere a un viaje largo, lo cual cuadra con el arquetipo del explorador, amigo de las nuevas emociones y de vivir la vida al máximo, mostrándose a menudo incapaz de asumir responsabilidades. También quiere Ruvens ver todas las galas, algo en lo que coincidía con Violeta, a lo que esta concursante añadía: “Me voy a ver en todas rarísima”. Violeta sería del arquetipo inconformista, insegura e incapaz de disfrutar con lo que ya tiene. Además de ser más narcisista que Jorge (el del centro del universo, recuerden).
Saliendo ya de la conversación referida, Óscar sería el mago, aquel que aporta su visión personal y aprecia el mundo de forma diferente al resto de personas, capaz de ofrecer una visión distinta a lo establecido. Aunque, ¡atención! puede llegar a convertirse en una persona manipuladora y egoísta. A Edi le veo el gobernante, empeñado en crear un grupo o familia encabezada por sí mismo, y cuya debilidad es que pueda llegar a ser percibido como autoritario. Juan es, claramente, el amigo, capaz de socializar y crear vínculos con otros seres humanos, aunque tienda a ser un poco cínico para caerle bien a todo el mundo.
Adrián puede ser visto como el héroe, con tendencia a proteger a los débiles y ayudar a los demás, aunque peca de presentarse a menudo como arrogante e interesado. Jorge es el presuntuoso que fantasea con realidades imposibles o de muy difícil cumplimiento. Se cree el alma de la fiesta, pero termina siempre deseando ser admitido en algún grupo, y no tiene una visión muy precisa de su propia realidad. Y el arquetipo de Maica creo que sería el del amante, aquella persona que busca el equilibrio y la armonía (además de eliminar microbios de todo tipo). A veces es demasiado empática y capaz de perder su propia personalidad con el objeto de satisfacer al resto.
Las reclamaciones por los últimos cuatro párrafos a Carl Gustav Jung, uno de los padres de la psicología profunda, aunque en realidad mi mirada ha sido excesivamente frívola y nada profesional, como siempre. Cambiando de tercio, la pregunta del millón de dólares es quién saldrá esta noche. En realidad, son dos preguntas porque tras salir uno de los cuatro nominados habrá una expulsión más, con lo cual entiendo que no se proclamarán finalistas hasta después. Quedarán entonces ocho concursantes para afrontar la recta final. Pero es que, si la expulsión del martes era la más importante de esta edición, la de hoy iguala o supera en trascendencia a aquella.
A la última expulsión en negativo se enfrentan cuatro de los grandes protagonistas de la edición. Adrián tal vez haya sido menos imprescindible, pero no hay que negarle su capacidad para haber estado casi siempre en el centro del foco. Ahora le acusan de tontear de nuevo con Maica, y a esta de seguirle el juego para llegar a la final. ¡Cómo si necesitara de trampas cutres y salchicheras como esa! Lo cierto es que Maica ha bajado la guardia con Adrián ahora que está bastante sola en la casa, lo cual es humano. A pesar de que Nerea hizo incapié de que tampoco dejaría a Maica sola, apenas se ha despegado de Violeta.
Estando bastante igualados como generadores de contenido (aunque Adrián algo por debajo del resto) se me antoja acudir a una regla que siempre ha funcionado en Gran Hermano. Nunca gana alguien que haya perjudicado de manera consciente a un compañero. En ese sentido, Ruvens tiene un máster, por lo que no me cabe duda de que debe ser expulsado por segunda vez esta noche. Además, recordemos que está viviendo una segunda oportunidad por la repesca, él que tanto ha hablado de privilegios. Y, la verdad, no creo que la haya aprovechado como debería.
Los porcentajes ciegos estaban así anoche en el Última hora: 42 %, 27 %, 25 % y 6 %. No esperaba ver los dos porcentajes de en medio tan igualados, pero la explicación puede estar en que los seguidores del equipo azul hayan acordado ir a por Adrián para intentar salvar a Ruvens. Si salvan a dos nominados antes del duelo final entiendo que será una lotería si se salva quien ahora tiene un 25 % o el del 27 %. Lo que ya está decidido parece ser el más votado. Ni siquiera las variaciones tras la salvación o salvaciones parece que puedan cambiar lo más importante. La audiencia ha hablado y solo queda saber qué ha dicho.
En el vídeo del Moleskine de hoy recupero algunas de las cosas sucedidas en el jugoso postgala del martes. Ruvens no se enfada con Juan por sus dos puntos, sino porque no le gusta escuchar verdades.