Asistimos a la lección práctica de una cosa que llevan los concursantes repitiendo desde los orígenes de Gran Hermano: “en esta casa todo se magnifica”. Da igual dónde se mire, es todo exageración, desmesura y aspaviento. Se trata de un grupo de concursantes que no tiene grandes problemas de convivencia y han demostrado capacidad para resolver sus diferencias mediante el diálogo. No están en un momento como ese, tal vez porque según se va acercando la final todos están algo más nerviosos. El diálogo ha sido sustituido por el alarido y, en algunas ocasiones, las discrepancias por una crítica feroz a las personas y no a sus actitudes.
No podemos dejarnos llevar y, por imitación, exagerar también nosotros. La convivencia en esa casa es ahora algo más incómoda que en los casi tres meses anteriores, pero nada más. Eso sí, es una diferencia más estética que de otro tipo. La sensación de que van todos contra dos concursantes, que son Maica y Daniela, perjudica a la mayoría, aunque no todos tengan idéntico comportamiento. No deja de ser una trampa, aunque como estrategia en el juego sea lícito, pedir a voz en grito nada más acabada la última gala que la audiencia vote a Daniela y luego acusar a esta de estar haciéndose la víctima. Ciertos concursantes están dando la vuelta a la tortilla con demasiada confianza en que no derramarán por el suelo la patata y el huevo.
No tiene nada de particular que todos, o la mayoría, vayan contra dos concursantes. Pero alguien les tendría que haber recomendado cierta mesura a la hora de expresarse para no dar a entender lo que no es. No siempre el grupo más pequeño tiene la razón, aunque sea lógico que despierte cierta solidaridad y simpatía entre la audiencia. Menos normal es dar por sistema la razón al grupo más grande suponiendo que si nueve concursantes se posicionaron anoche contra Daniela por algo será. Es un argumento ad populum, falacia que atribuye autoridad al argumento de la mayoría por el simple hecho de serlo. En clase me enseñaron una ficticia campaña de publicidad que decía: “Coma mierda, cien millones de moscas no pueden estar equivocadas”. No entraré en detalles, aunque a veces comemos mierda porque lo hace todo el mundo, pero eso es harina de otro costal.
Insisto en que este tipo de conflictos no los pierde quien no lleva la razón, sino la postura más antiestética. No pasa nada porque Maica esté discutiendo con Óscar y se metan por medio Edi o Ruvens, socializando la cuestión. Esto es de mala educación si están tratando un tema privado, que afecta a los dos exclusivamente. Si es algo de interés común para ese colectivo y están manteniendo la conversación delante de esas otras personas, que intervengan parece lo normal. Además de ser inevitable porque viven en comunidad.
Si Maica no sabe gestionar una discusión con tres personas que opinan diferente es problema suyo y sería recomendable que trabajase en ello. Ahora bien, no es muy estético ver a tres personas expresando argumentos redundantes contra una sola. La razón por la que deberían evitarlo es porque aquí pierde el que produce peor sensación en el espectador. Y si no tienen claro esto pierden el tiempo porque no saben dónde están ni lo que deben hacer. Si dos discuten mejor no te metas porque no es bonito. Si te enfadas porque te llaman “mentiroso” evita acercarte mucho a esa persona, mucho más si lo haces en una arrancada y a gran velocidad, porque eso es directamente horrible.
Cuando Óscar se abalanzó sobre Maica tras dar un puñetazo en la mesa y señalando hacia otro lado con la mano extendida le quité importancia y califiqué de exagerado lo que dijo después Elsa. Pero es indudable que lo hizo todo mal, porque no queda ni medio bien un gesto tan enérgico. Ni siquiera es estético lo de señalar con el brazo extendido, aunque no fuera en dirección a Maica, lo cual no se terminaba de apreciar bien a primera vista en las imágenes. ¿Tiene alguna importancia la reacción de Óscar? Ninguna. ¿Dice algo malo sobre él? En absoluto. ¿Hubiera hecho bien en moderar su reacción? Sin duda alguna. Los gestos son mucho más importantes de lo que parece.
Digo que en este conflicto pierde quien da peor imagen, pero también el que más exagera, y ahí andan muy parejos ambos bandos. Tal vez tendría que haber reflexionado Maica si estaba preparada para participar en este reality, que plantea una dura lucha psicológica en algunas ocasiones. No tienen culpa los demás de que no se mueva bien en el conflicto. Como dije hace unos días hablando de Violeta y el poco nervio que demostró hablando con Laura al día siguiente de su resurrección, Gran Hermano se basa en los mismos elementos básicos de la tragicomedia griega: conflicto, amor y humor. Si rehúyes el conflicto, como afirmaba anoche Daniela, no sé lo que haces ahí, en serio lo digo.
Exageran Maica y Daniela cuando se quejan de estar siendo atacadas por el resto, del mismo modo que estos exageran la actitud de ellas dos tras decidir no comer un día con el grupo o socializar menos desde que el viernes pasado Ruvens decía que debían “limpiarse” a Daniela, nominada a perpetuidad, porque tiene un privilegio injusto. Entre quienes participan de esa idea está Laura, que está ahí por otro privilegio que le dio a Manu el poder de resucitarla. Ella posiblemente esté exagerando también su enamoramiento con Manu, aunque puede que ni sea consciente de ello. Ahora vive su tercera vida en la casa (ha sido expulsada ya dos veces) y quiera el destino que no exista una cuarta cuando salga de nuevo, espero que sea este jueves.
Coincido con Óscar en que las amenazas de abandono son cantos de sirena. Así lo pienso casi siempre, tanto que más de una vez he pedido que a quien hable de su deseo de abandonar le pongan bandeja de plata mientras le abren las puertas dando todo tipo de facilidades para irse. Lo gracioso es que el Óscar más escéptico también abrió el protocolo de abandono. Ese mismo que no se cree la intención real de quienes fueron sus amigas cuando dicen que desean abandonar. Lo reconoció anoche él mismo: al igual que Maica y Daniela hubo un momento que pidió abandonar. Y resulta que fue Daniela, como vimos todos entonces, quien le dio los argumentos necesarios para que cambiase de idea. ¿Lo suyo también era un paripé?
Quien dice que quiere abandonar también está exagerando, e igualmente está quedando mal ante la audiencia, tan escéptica o más que Óscar en este aspecto. Ya empecé diciendo que el gran mal de esa casa en esta recta final del concurso es la sobreactuación de casi todos. Y digo casi porque algunos no se mojan ni bajo el agua y antes de exagerar se cortan un brazo. Son aquellos que actúan al dictado de Ruvens cuando pide que todo el mundo vaya contra Daniela, pero en lugar de dar argumentos más o menos sólidos recurre al lugar común del descarte y la simpatía repentina que siente por los demás nominados. Que anoche Adrián o Luis se posicionaran contra Daniela y no contra Laura me pareció increíble. De Violeta no me extraña nada porque ya vi su escasa gallardía cuando no fue capaz de decirle a Laura ni una décima parte de lo que había soltado por su boca la noche anterior, estando ya la resucitada dentro de la casa.
Exagera Ruvens cuando se queja de que Lucía le llamara “director de cine frustrado” después de las cosas que él ha dicho de las mellizas. Y exageran Maica y Daniela cuando se quejan del trato de sus compañeros. Ahora bien, tras todo lo vivido la situación requiere resolver quién está exagerando más. Y dado el enrarecido ambiente que se vive en la casa, o las oscuras maniobras de Ruvens contra Daniela y Maica, creo que estas dos exageran mucho menos. En ocasiones he pensado que o se relajaba el ambiente o el abandono podía terminar siendo efectivo y hacerse realidad.
A pesar de ser lo más importante que pasa en esa casa, creer que todo es una exageración me parece peligroso. Cuando Daniela hablaba de la actitud que ha tenido Jorge con algunas mujeres de la casa no estaba exagerando. Tampoco me parece extraño que a Maica le parezca increíble la acusación de que desde el principio ha exagerado su manera de actuar y comportarse. En primer lugar, me parece una valoración que entra en lo personal más de lo que sería deseable. Y luego, es un disparate pretender que alguien puede fingir todo el día durante meses. Ni Maica, ni Maico. ¿Exagera sus ascos o fobias? Puede que sí, pero eso es parte de su personalidad. A partir de ahí, que la audiencia compre o no a esta concursante.
Sospecho que a Maica le duele más que nada ver cómo se apunta a esa acusación sobre su supuesta sobreactuación alguien como Óscar, su otrora rendido enamorado. No es la primera vez que apunta en esa dirección. Cuando tenían buen trato ya censuró en su día una exagerada reacción suya porque se le había acercado un insecto en el jardín, o algo así creo recordar. Por otra parte, si exagera y eso gusta no veo dónde está el problema. Es como los vaivenes de Daniela con sus múltiples acentos. A unos les distanciará del personaje y hará gracia a otros. Prefiero a Maica y Daniela exagerando que a Ruvens mostrándose tal cual es.
Daniela salvó a Adrián, que se acababa de posicionar en su contra, no porque lo prefiera sino por ser leal a Juan, que se autonominó para salvarla a ella y está segura de que se alegrará de ver a Adrián salvado. Antes de esta salvación, los porcentajes ciegos estaban así: 46 %, 33 %, 14 % y 7 %. Si comparamos estos porcentajes coinciden casi milimétricamente con alguna populosa encuesta, en la cual es Laura la más votada.
En los posicionamientos solo Maica, Daniela y Nerea se pusieron contra Laura en lugar de Daniela. Minipunto para Nerea, y van unos cuantos.
En el vídeo de hoy reflexiono sobre la cuestionable idea de que si una mayoría va contra dos concursantes el problema son estas dos.