Si a Adrián le cabía alguna duda sobre si podría hacer cambiar de opinión a Maica, anoche debió terminar convencido de que no. El programa le advirtió de que otro comentario denigrante como el del pasado lunes y estaría expulsado disciplinariamente de manera inmediata. Ojo, que lo suyo puede ser como lo del escorpión del chiste, que promete a la tortuga que la cruzará de un lado a otro del río sin que corra peligro y ya en la otra orilla le da muerte clavándole su aguijón mortal. Muriéndose, la tortuga le recrimina: “¿Me dijiste que no me ibas a matar?”, a lo que el escorpión respondía: “No lo puedo evitar, es mi carácter”.
A pesar de tener encima la espada de Damocles que le amenaza con ser expulsado, no me extrañaría nada que Adrián volviera a tropezar en algo del mismo tipo. Es su carácter y las explicaciones dadas anoche son típicas del machista que niega serlo. Decía el boxeador: “Me he criado entre mujeres”. Equivalente del “Tengo amigos gais” que dicen los homófobos. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En todo caso, el mecanismo está engrasado ante cualquier tropiezo y él ya lo sabe. Me preocupa más que la misma lata que se ha llevado dando a Maica estos casi dos meses pretenda dársela ahora a Lucía, que parece su nuevo objetivo
Si fuera una revista del corazón diría que Adrián tiene una nueva ilusión, pero evitaré cosa tan ridícula. Lo que tiene este concursante es una necesidad demasiado evidente de tener una carpeta y hasta ahora la cosa no le ha salido nada bien. Mucho me temo que a Lucía solo le puede salvar la expulsión de mañana, que para mí tengo tiene reservada de manera inevitable. No hay mal que por bien no venga, que aparte de ser mi frase preferida la utilizó el pasado domingo Javier para quitarle gravedad a su salida de la casa forzada por su mujer. Lucía fuera de la casa evitará que Adrián le pregunte por sus últimos novios y otras cuestiones capciones sobre cómo liga o como le gustan los chicos.
No solo Lucía se dio cuenta de que estaba repitiendo el mismo modus operandi que con Maica, porque Daniela se lo advirtió enseguida. La gran duda es cómo redirigirá ahora su estrategia conquistadora, porque le van quedando cada vez menos opciones. Y menos va a tener si seguimos expulsando mujeres. El panorama puede ser desolador en la casa el día que solo queden los machirulos. Al menos así no podrán intentar silenciar a una mujer denigrada.
La parte relativa a la claque de Adrián, aquellos que sucesivamente rieron sus palabras, pidieron silencio al grupo y fueron después a decirle a Maica que no le diera bombo a lo sucedido es peor que lo de Adrián en sí. Además de vejada la querían silenciada. Suena todo demasiado, por desgracia. Jorge Javier les advirtió que no es menos grave lo que hicieron Ruvens o Edi que lo de Adrián. Si fueran reincidentes, no solo deberían haber puesto de patitas en la calle a este último, también a esos otros que solo estaban preocupados por la imagen pública de su amigo.
Si Edi se queda callado anoche hubiera sido mejor para él. Visto lo que dijo, solo me ocurre la célebre frase del escritor y poeta argentino Jorge Luis Borges: “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”. No me sorprendió que Ruvens callase porque es su tónica habitual. Podría sorprender verlo callado dado que tiene incontinencia verbal, pero está comprobado que cuando se trata de algo importante prefiere callar y que metan la pata esos amigos suyos a los que maneja como marionetas.
Es el mundo al revés, hablan los que no debían y callan quienes podrían aportar algo de algún valor. Tal vez en esta ocasión Ruvens fue consciente de que era indefendible que dijera a Maica, sobre Adrián: “Cuando se pone en plan macho alfa, se calienta y no sabe ni lo que dice”. A lo que Edi añadía: “Son tonterías”. Triste manera de intentar normalizar cosas claramente intolerables. Como intolerable es que entrase Ruvens fuera de sí al dormitorio rosa acusando a Lucía, Maica y Daniela de haber robado leche, de lo cual estaba “casi seguro”.
El mejor retrato de cómo son Ruvens y sus adláteres lo hemos tenido en las tres curvas de la vida emitidas hasta este momento. Quiero recordar que evito ver las curvas de la vida porque no me interesan las circunstancias dadas del concursante, algo de lo que hablé extensamente hace unos cuantos días. Además de no interesarme quiero evitar que me condicione a la hora de analizar su concurso y, llegado el caso, enjuiciar sus actos. Pero sí he estado atento a las reacciones posteriores. Tanto Laura como Vanessa y Ruvens han querido ver su curva de la vida junto a sus compañeros. Pero ha sido bien distinta la reacción del grupo al acabar. Con Ruvens, al igual que pasó con Laura, todos se levantaron para dar un abrazo al compañero o compañera. Todos sin excepción. Con Vanessa solo lo hizo Lucía, mientras Laura, Ruvens, Edi y los demás parecían ajenos a lo visto, manteniéndose inmóviles, como atornillados al sofá.
Aunque suele ser un contenido algo duro, reconozco que hubo momentos gloriosos por cuenta de los regalos de familiares. Por ejemplo, los protagonizados por Óscar y Ruvens (“ya come fruta”), o Maica y Daniela (“miauuu”). Como gato que soy, debo decir que no decimos “miau” (como se dice en castellano), ni “meow” (en inglés), sino “me ahogo”, textualmente. Ya lo explico mejor en otra ocasión. La cosa no estuvo tan florida con otros concursantes en comparación con las dos parejas mencionadas. En mi opinión, los peores fueron Edi y Violeta, en particular esta última. ¿No podían haberle metido en la cajita otra cosa que no fueran sus bandas de concursos de belleza? Ni siquiera debían ser las originales, con lo que su valor es… ¿ninguno?
Lo peor de Violeta es su falta de recursos. Cada vez que no sabe bien cómo salir de una situación dice lo mismo: “La he liado”. Con variaciones mínimas del tipo “Cómo la estoy liando” o “La estoy liando mucho”. Si pudiera me gustaría mandarle una carta como esas que leyeron todos anoche (la de Maica era una mariposa gigante llena de pequeñas notas de distintos tamaños y colores, una fantasía imposible de franquear y enviar por correo ordinario). Mi carta a Violeta sería tan escueta que me bastaría con una nota adhesiva de esas amarillas de quitaipón y diría: “Violeta, no la estás liando”. Nada que le digan sus familiares será tan certero como esto. Ni siquiera la frase de su madre que tanto la trastornó anoche y decía así: “Nunca des más de lo que te dan”.
No sé si la frase de Laura, madre de Violeta, está sacada de una taza de Mr. Wonderful o de la revista Cosmopolitan, pero me parecieron genios madre e hija cuando esta dice “Creo que va por Edi” y aquella lo niega. ¿Se creen que somos tontos? Claro que era por la relación de Violeta con el gallego y debió pensar su madre que era conveniente escribir semejante cosa. No digo que a Violeta le dé todo igual, aunque a veces me lo parece. Ahora que la conozco algo mejor creo que su umbral del drama es bastante alto, por lo que no se inmuta casi con nada. Pero tratándose de un mensaje de su madre la cosa cambia. “Con la iglesia hemos topado, querido Sancho”, que dijo El Quijote.
Eso sí, el drama y sus supuestos líos igual tiene ocupada a Violeta un rato que un día entero. Pero tengo claro que luego seguirá haciendo lo que se le ponga en el moño. Y en eso la aplaudo. Por otra parte, es lo que suele pasar en Gran Hermano. No recuerdo ningún precedente de que un concursante hiciera caso a la indicación de su madre o la persona cercana que fuera. Y eso que en ocasiones la presión ha sido mucho más clara y contundente que esa frase de la madre de Violeta, que en teoría suele decir ella a su hija con frecuencia. Deberían asumir que es perder tiempo, dinero y categoría. Se lo podrían ahorrar, que daría igual.
Y hablando de cosas que podrían ahorrarse, se me ocurre que no es necesario lo de traerse hasta España al italiano Tomasso. Ya sé que no se ha planteado todavía, pero lo veo venir. Si viene Tomasso se le recibirá de buena gana y seguramente nos darán él y Maica momentos para comentar. En principio, a mí con eso ya me vale. Pero me parece innecesario. Ni siquiera me hace gracia pensar que Adrián lo vaya a pasar mal porque lo que le pase a Adrián me importa menos que el sistema reproductivo de una ameba. Yo guardaría lo de Maica y Tomasso para una especie de spin-off y que lo pongan en mtmad. O algo.
Así estaban los porcentajes ciegos antes de salvarse Juan: 62 %, 9 %, 11 % y 18 %. Maica tenía al principio de la gala tan solo un 3 % de los votos y Juan se salvó poco antes de llegar a su final con un 9 %. Por tanto, se reparten los otros porcentajes entre Lucía, Óscar y Luis. Como decíamos ayer, parece complicado que partiendo de un 18 se pueda llegar a superar los 62 del porcentaje mayor.
En el vídeo de hoy hablo de Nerea. Más bien de las dos Nereas, la que se muestra en la casa relacionándose con Luis y otra bien distinta que aflora con sus amigas o en las galas en directo.