El lugar común de anoche era echarle las culpas al tocador. Es como el cojo que culpa al empedrado o el pobre trabajador que culpa a sus herramientas (que viene de la expresión inglesa “It is a poor workman who blames his tools”). A Silvia no solo le ha traicionado el tocador, está fuera también por otras cosas. Imposible negar que ha pasado demasiado tiempo maquillándose y haciéndose las uñas (o las de su hermana). Es una característica común en las mellizas Rolek, ambas se han eternizado en interminables sesiones ante el espejo. Y anoche Lucía tuvo en su mano el rouge durante toda la gala. El error fue que las hermanas se despidieran en el ‘confe’ en lugar de hacerlo en el tocador.
Lo de Lucía y Silvia con el tocador no es solo una afición, ni siquiera se explica como deformación profesional (Silvia quiere poner un centro de estética), diría que raya en la dismorfofobia (patología que lleva al extremo la obsesión por la belleza e imagen corporal). Pero si Silvia está fuera no es solo por eso. También porque ha desaprovechado la ocasión de hablar en algunas ocasiones clave donde bien se podría haber apuntado algún que otro tanto. Silvia ha callado demasiadas veces, y ha pagado por ello.
Anoche mismo tuvo una oportunidad de oro para llevarse el reconocimiento del público, aunque fuera poco antes de ser expulsada. Javier respondía a las críticas de que Vanessa no hace las tareas domésticas alegando que otros tampoco dan palo al agua, y los hay que pasan mucho tiempo en la cama. En ese momento eché en falta que Silvia levantase la voz para apoyar lo que estaba defendiendo Javier. Y es que esa misma tarde vi a Silvia decir a Nerea y Luis: “No me explico cómo podéis dormir tantas horas al día”. Por la formulación del comentario se entiende que no se refería al día de ayer (están haciendo turnos nocturnos para la prueba de los relojes), sino que es una constante en la pareja.
El silencio de Silvia anoche cuando muchos esperábamos que apoyase lo dicho por Javier es una decepción más que sumar a otros silencios anteriores. No se trata de hablar por hablar, sino hacerlo en el momento oportuno. Tampoco vale que siempre sea en petit comité. He opinado mil veces que no es necesario decir todo a la cara, ni siquiera en esta experiencia donde se sabe que estamos vigilantes todo el rato, eso tan denostado por Óscar y Mayte. Pero tampoco es válido reservar la opinión para un reducido grupo, evitando compartirla con el espectador. Ahora bien, tengo claro que la clave en el caso de Silvia han sido sus silencios, esa equivocada decisión de quitarse de en medio y no participar en las polémicas y conflictos surgidos en la casa.
Considero que está siendo Lucía más mueble que su hermana melliza, pero esta ha tenido un poco agradecido papel secundario. Reconozco en Silvia su capacidad para hacer una buena lectura del concurso. Además, se alineó con el grupo de Vanessa, Javier, Maica y Daniela (aparte de su hermana), que pasa ahora por momentos complicados, entre otras cosas porque están todos nominados, excepto Maica. Pidiendo disculpas por la comparación, se podría decir que Silvia ha sido como una compresa: ha estado en el mejor sitio, habiendo escogido el peor de roles.
Vanessa tiene mucho ganado porque es clara y dice todo aquello que piensa y desea. Se tragó la falsa expulsión de su marido hace unas semanas, pero anoche no terminaba de tragar con la de Edi. “No está su foto en las pantallas”, decía una Vanessa más despierta y atenta al detalle que los propios productores y realizadores del espacio. Luego hacía las mejores nominaciones de la noche y era, junto a Javier, la única que se atrevía a nominar a la cara. Todos los que vinieron después lo hacían forzados por la repetida petición de candidatos por parte del presentador. Ella tiene una percepción muy precisa de la realidad, no como algunas de sus compañeras.
Estoy comparando a Vanessa con Violeta o Laura, por ejemplo. Esta última no solo se viste con ropa ajena aparentemente sin darse cuenta de ello, lo cual ignoro si se puede considerar un trastorno de algún tipo. Resulta que Laura también piensa que tiene pareja dentro de la casa, lo cual me parece insólito. Se puede entender mejor o peor que le molestase ver a Vulcan en el juego de la botella dispuesto dar un beso a Violeta. Lo que se puede considerar directamente un disparate es su comentario posterior. “Yo respeto a mis parejas”, afirmaba Laura. Luego piensa que Vulcan es su pareja y que este tiene semejante consideración con ella. No sé cuándo se ha dado Laura ese golpe tan tremendo que le ha trastornado tanto la percepción de la realidad. Tampoco se entiende que Vulcan no quisiera besarla a ella y sí estuviera dispuesto con otra compañera.
Algo parecido a lo de Laura le pasa a Violeta, quien todavía piensa que puede estar viviendo un amorío dentro de esa casa. Anoche Jorge Javier hablaba de la historia de amor de esta pareja, y poco después Edi nos hacía creer que si era el expulsado estaría esperando a Violeta. También dejaba abierta la puerta a continuar fuera la relación entre ambos. El problema no es tanto que nos considere a la audiencia tontos de baba como que también se la esté intentando pegar a Violeta. Porque, vamos a ver, ¿no repitió el gallego terminando la hora sin cámaras que no tiene sentimientos por ella?. Pero si lo ha explicado la misma Violeta. ¿Dónde está el amor ahí?
Violeta se confunde si realmente piensa que Edi la va a estar esperando fuera. No digo que cuando pase un tiempo esto pueda ser así, pero hoy por hoy es imposible. Nadie espera a alguien por quien no tiene sentimientos. Además de esto, Violeta reconocía anoche que su aportación en las tareas del hogar no está a la altura, pero sí su concurso y ella misma como persona. No la valoraré como persona y si lo hiciera seguro que no habría grandes cosas negativas que decir, pero en cuanto a su concurso ha estado a la altura, sí, pero a la altura del betún. O sea, está siendo una nulidad como concursante. Aparte de su historia con Edi no hay mucho más que comentar de Violeta, y eso que lo prometía todo en un principio.
También está Óscar en el subgrupo de concursantes que ven las cosas desde un prisma curioso. Lo digo porque no me resisto a reseñar la desfachatez máxima de este concursante cuando reprochaba anoche a Vanessa y Javier por haber usado el insulto “hijo de (las cuatro letras)”. Hay que tener más morro que The Platters cantando el ‘Only you’ para criticar que alguien utilice ese insulto. Se da el caso de que él mismo lo uso la primera semana de concurso. Y, para más burla, lo dijo precisamente sobre Vanessa (y Daniela, aunque de esta primero lo negó y terminó reconociendo que lo hizo, excluyéndola después). Esto es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y un poquito de desfachatez también. La misma que demuestra escondiendo comida. Parece que a las mellizas también les han pillado en esto mismo. Ayer Adrián convencía a Óscar de devolver al menos la leche, que es un bien básico de consumo.
El complot contra Vanessa tiene efectos colaterales que afectan a otras personas. Por ejemplo, han compartido la estrategia de bloqueo con el fin de ganar el “Big Bro” con Luis y Nerea. Sin embargo, Óscar no ha sido capaz de decírselo a Maica. Tengo claro que no lo ha hecho porque sabe su reacción. Maica no aceptaría ganar los cien metros lisos poniendo la zancadilla a otro corredor. Es decir, jamás participaría de una estrategia en la que unos quieren ganar gracias a tener más oportunidades que los demás. Es como querer ser campeones del mundo de fútbol haciendo el doble de grande la portería de los equipos rivales. Eso en mi pueblo se llama hacer trapa, jugar sucio y reconocer el propio fracaso. El fin no justifica los medios. Nunca.
Se disputaron la inmunidad con un juego por parejas (Ruvens con Óscar, Maica con Adrián y Vanessa con Nerea). Ganaron Ruvens y Óscar. El primero cedía la inmunidad al segundo, pero al terminar las nominaciones tenía el privilegio de intercambiar un nominado por uno que lo estuviera. También pudo un solo concursante nominar directamente a un compañero al tiempo que se nominaba a sí mismo. Javier y Jorge fueron quienes más corrieron para este fin, pero llegó primero Jorge, que elegía a Vanessa. Por tanto, las nominaciones empezaban con Óscar inmune y dos nominados directamente: Vanessa y Jorge. A partir de ahí, solo seis concursantes podían nominar en la sala de confesiones, teniendo el resto que nominar a la cara. En un principio, solo Vanessa y Javier accedieron a hacerlo a la cara, sumándose a regañadientes los demás. Así transcurrieron las nominaciones:
Vanessa (a la cara): Laura (1), Edi (2), Ruvens (3)
Javier (a la cara): Laura (1), Ruvens (2) y Edi (3)
Lucía: Juan (1), Edi (2) y Laura (3)
Daniela: Violeta (1), Edi (2) y Juan (3)
Óscar (a la cara): Lucía (1), Javier (2) y Juan (3)
Maica: Vulcan (1), Juan (2) y Edi (3)
Juan (a la cara): Maica (1), Lucía (2) y Daniela (3)
Adrián (a la cara): Luis (1), Nerea (2) y Javi (3)
Vulcan (a la cara): Lucía (1), Daniela (2) y Javier (3)
Ruvens (a la cara): Lucía (1), Daniela (2) y Javier (3)
Luis (a la cara): Adrián (1), Lucía (2) y Daniela (3)
Nerea: Daniela (1), Javier (2) y Vulcan (3)
Edi (a la cara): Lucía (1), Javier (2) y Daniela (3)
Violeta: Adrián (1), Javier (2) y Daniela (3)
Laura (a la cara): Daniela (1), Lucía (2) y Javier (3)
Nominados provisionales: Jorge, Vanessa, Javier y Daniela. Ruvens saca de la nominación a Jorge y mete a Lucía. Por tanto, nominados definitivos: Lucía, Vanessa, Javier y Daniela. Solo se me ocurre decir: Lucía, calienta, que sales.
Debo cambiar mi negativa predicción sobre la prueba semanal de los relojes. No es que ahora tenga seguridad de que la vayan a superar, pero me ha sorprendido lo bien que están controlando el tiempo. Por eso ahora lo veo posible, al menos.
En el vídeo de hoy hablo brevemente de varias cosas relativas a la gala de anoche, entre otras el comentario de la hermana de Edi sobre la buena educación.