La división de la casa parece una lucha de género

Tras ser salvados Vanessa y Jorge, el martes propusieron repetir los posicionamientos en versión reducida. Tan solo se debían poner todos detrás de Juan o de Javier, sentados ambos en el sofá. Estos reposicionamientos dieron como resultado una clara definición de la división de la casa en dos grupos, que clarifica un poco la establecida por los dos dormitorios. La conclusión más llamativa es que contra Juan se posicionaban todas las chicas, menos una. Justo lo contrario que pasaba en caso contrario, es decir, contra Javier estaban todos los chicos, menos uno también. Parece que la división de grupos se debiera a una lucha de género.

De un lado Silvia, Lucía, Violeta, Maica, Vanessa, Daniela, Nerea y Luis. Del otro Vulcan, Jorge, Ruvens, Óscar, Edi, Adrián y Laura. Ocho contra siete es el resultado numérico del duelo entre Juan y Javier. Pero en cuanto a género hay una definición indudable. Las chicas a un lado y los chicos al otro, con las únicas excepciones de Luis y Laura. Por otro lado, la división es muy parecida a las de dormitorios. En el rosa está Javi con Luis y casi todas las chicas, mientras que el azul es de los chicos con las excepciones de Laura (de nuevo), Violeta y Daniela. Esta última ha dejado bien claro de manera repetida que no es por su gusto, pero no había sitio para ella en la otra habitación. Y Violeta sabemos todos que intentaría dormir donde estuviera Edi.

Una división poco traumática

La división existente en la casa, en su mayoría entre chicas y chicos, es poco traumática salvo en uno de los casos. Se me antoja que para ellas no es agradable ver a Óscar en el grupo de enfrente, al menos para algunas. Se podría decir lo mismo de la división entre Violeta y Edi, pero corrige esta anormalidad que duerman en la misma habitación. Además, Violeta es de ese tipo de personas que no pone muchas pegas por nada. Tal vez se trate de uno de los caracteres más fáciles de llevar de entre todos los habitantes de la casa de Guadalix. Esto, que en principio es positivo, para este programa de telerrealidad plantea algún inconveniente. A veces un poco más de carácter haría a Violeta más atractiva a ojos de la audiencia.

Puestos a encontrar las siete diferencias entre ambos grupos, ha quedado claro que la más llamativa es de género, pero se me ocurren algunas más a riesgo de trazar perfiles con trazo grueso, lo cual obliga en ocasiones el análisis de este reality. Si miro a un lado y otro encuentro una diferencia clara entre mentira y realidad. Quiero incidir en la advertencia de que se trata de una simplificación y simplificar siempre implica dosis de injusticia. Pero no tengo más que mirar a un lado y encontrarme con Vanessa, para toparme con Ruvens en el otro. Ya expliqué ayer por qué Vanessa me parece real, a pesar de que ande siempre extremando la exteriorización de su estado de ánimo según su conveniencia.

En cuanto a Ruvens, que esté viviendo la experiencia como un juego le confiere un atractivo que pierde cuando te das cuenta de que ha decidido jugar desprendiéndose de cualquier implicación emocional. Ruvens está radicalmente en contra de las carpetas, no solo porque le aburran (en eso coincidimos) sino porque cuando ve una pareja lamenta que puedan explotar aquello de lo que él ha prescindido: el aspecto emocional. Por eso Ruvens rechazó de plano y enérgicamente a Óscar cuando pensó que le podía complicar el concurso con el rollo ese de las emociones. Una vez comprobado que no existe tal peligro (y que en el plató se aplaude mucho a Óscar, al menos de momento) se ha producido el comentado acercamiento entre los dos.

La paradoja del mentiroso y otras similares

En el grupo de las chicas también he visto intentos de evitar la implicación emocional. Lo decía de forma original Maica hace semanas aconsejando momentos de frialdad a Daniela. “Piensa que este no es tu circo y estos no son tus payasos”, afirmaba Maica. La frase da para pensar, aunque veo claro en su trasfondo un pragmatismo que cuadra mal con el concepto de la verdad. Para ser real a veces hay que ser más idealista que pragmático, aunque resulte contradictorio. En ese sentido, el más idealista creo que es Óscar, todavía convencido de que puede unir ambos grupos en determinados momentos. Anoche se lo decía a Maica durante la fiesta: la víspera de una expulsión no estaría de más tener conciencia de grupo y no ir cada uno a lo suyo. Me convenció su discurso principalmente porque añadía que le aburren las mellizas, que solo saben hablar de maquillaje y cosas por el estilo. Maica callaba, no asentía, pero tampoco negó nada.

Quitando de la ecuación a Óscar, que es un elemento de difícil clasificación, si tengo que elegir entre ambos grupos no tengo duda alguna. Pero es que no concibo otra opción. Si te dan a elegir entre ser invisible o poder leer la mente puedes tener duda en la toma de una decisión. También hay lugar a la duda entre morir helado o quemado; tener amor o dinero ilimitado; ser un genio nada atractivo o guapo con poca inteligencia; nacer con trompa de elefante o con cuello de jirafa; dejar para siempre el chocolate o el queso, y así. Pero si la cuestión es elegir entre mentira o verdad y se elige mentira se trata de una paradoja, es decir, una idea que infringe el sentido común. Me aturde que una mayoría sea capaz de optar por la paradoja.

No niego la posible discusión sobre si la verdad es subjetiva u objetiva, relativa o absoluta. Si nos ponemos tiquismiquis con esto podemos llegar a algo parecido a lo que plantea la paradoja del mentiroso. Dice su enunciado: “Un hombre afirma que está mintiendo. ¿Lo que dice es verdadero o falso?”. O el ejemplo clásico de un libro en cuya nota final se afirma: “Todo lo escrito en este libro es falso”. Incluida esa nota, claro está. O la más compleja paradoja de Epiménides, que parte de esta aparentemente simple afirmación: “Todos los cretenses son unos mentirosos”. Con esta segunda paradoja el análisis debe hacerse en varias fases.

Empecemos porque Epiménides decía ser cretense y lo era, por tanto, ahí decía la verdad. De esto pasamos a que si los cretenses siempre mienten y sabemos por el razonamiento anterior que Epiménides en ocasiones dice la verdad, la conclusión iría sobre lo falso de afirmar que todos los cretenses mientan siempre. De ahí que si todos los cretenses no mienten siempre y Epiménides dice que sí significa que Epiménides está mintiendo. Siendo cretense, si Epiménides miente en esto, pero sabemos que a veces dice la verdad, es falso que siempre mienta.

La falsa paradoja de Epiménides se basa en dos falacias: dar por probada una proposición sin estarlo y confundir los conceptos “mentiroso” y “alguien que siempre dice mentiras”. Decir una mentira no te convierte en un mentiroso que siempre dice mentiras. Mentiroso puede ser aquel que en ocasiones miente. Siendo así, la paradoja no es tal y vuelve a tener una conclusión falsa, aunque basada en una falacia. Epiménides es un mentiroso (en ocasiones miente) y es cretense. Luego todos los cretenses son mentirosos (de vez en cuando mienten). Esto nos ha desviado un poco del tema, pero no he podido evitar recrearme en esta falsa paradoja que siempre me ha parecido un delicioso entretenimiento.

Vulcan no puede decirlo más claro

Vulcan está dando claras muestras de que no quiere tener una relación sentimental con Laura. Anoche se deshicieron en bonitas palabras el uno para el otro, pero a él se le vio más descolocado que nunca. “Nunca había conocido a alguien como tú, con esa personalidad y ese carácter”, decía Vulcan a una emocionada Laura que acababa de agradecer a la madre del concursante haberlo traído al mundo. Vulcan siguió repitiendo el mismo discurso de hace semanas, cada vez con mayor esfuerzo, para terminar prometiendo otros “pildorazos” cuando “me pasen cosas por la cabeza”. No lo fuerces, por favor, le faltó decir a Laura. Si con todo esto no se da cuenta de que este chico evita pasar a mayores no sé qué hará falta. En caso contrario, la habría cogido en el asiento ese de tocador de bailarinas que hay en el vestidor y le habría plantado un beso de película. Pienso yo.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos estaban así anoche durante el Última hora: 60 % y 40 %. Los duelos facilitan el trasvase de votos e impiden que estos se dividan, por lo que es normal ver estos porcentajes moverse más rápido de lo acostumbrado. Los 28 puntos de diferencia que había el martes se han reducido a 20 tan solo. Mi teoría es que Juan tiene el porcentaje mayor, pero viendo la evolución de porcentajes no me extrañaría que mañana hubiera una diferencia mínima. Se me vislumbra que peligran los dos.

En el vídeo de hoy hablo de un par de contradicciones que he observado en la casa estos últimos días. Además, hoy este gato nomina.