Nadie maneja los cambios de ánimo como Vanessa

Vanessa se defiende como gata panza arriba durante los posicionamientos del domingo, hace lo posible por congraciarse con aquellos que se pronunciaron en su contra (o casi todos) el lunes y se muestra profundamente herida el martes porque un compañero dice que con 40 años debería comportarse con mayor madurez. Es la concursante más camaleónica, carne de reality y tiene una capacidad asombrosa para cambiar de ánimo de un momento a otro. Vanessa no es una concursante, son varias.

Del mismo modo, Vanessa es capaz de pedir por la mañana un abogado para comenzar los trámites de divorcio, llorar por la tarde porque no quiere separarse nunca de Javier y menear por la noche el edredón, estando incluso un compañero en la cama de al lado. No en todo es así, a Óscar se la tiene jurada y no creo que vaya a cambiar en eso. Tampoco es extraño porque acababa de salir junto a Daniela de la casa grande cuando Óscar ya estaba haciéndole un traje, hasta el punto de llamarla hija de las cuatro letras. No se estaba metiendo con su madre, como quiso hacernos creer Vanessa que había interpretado. Todos sabemos (ella también) que era un exabrupto contra su persona.

Vanessa está entre quienes mejor han entendido este juego

Los cambios en el estado de ánimo de Vanessa no se deben a una especie de ciclotimia. No lo creo, al menos. Me inclino a pensar que dependen de su interpretación del juego en cada momento. Si cree que la mejor defensa es un buen ataque se defiende de los posicionamientos con soltura y una evidente capacidad resolutiva. Pero si interpreta que debe mostrar debilidad y provocar cierta compasión entre sus compañeros (y, por ende, en la audiencia) sabe pasarse dos horas llorando por una fruslería. No estoy queriendo decir que finja todo el rato, pero sabe adaptar el ánimo a su conveniencia. Pienso que no es fácil, no todo el mundo lo sabe hacer.

Por no dejar de reseñar la discusión de ayer con Óscar, todo sucedió en poco más de un minuto. Habían escuchado todos los temas musicales para la sesión nocturna de 'hobby horse', esa equitación de exhibición con caballitos de madera tan de moda en Finlandia. Se dividieron en cuatro equipos y cuando llegó el turno de aquel donde coincidieron Óscar y Vanessa esta última no estaba de acuerdo con elegir la Marcha Radetzky (esa pieza musical en la que el público del concierto de año nuevo acompaña a la orquesta con sus palmas). Óscar tan solo le dijo que madurase, pidiendo que le mirase a la cara.

Confieso que no puedo con eso de “mírame a la cara cuando te hablo” porque en una discusión bastante tiene uno para tener que controlar hacia dónde mira. Al extremo lo llevan quienes te piden que les mires a los ojos. Los tímidos miramos a la cara, pero más que a los ojos a la boca. Cada uno mira dónde quiere y me parece de mala educación decirle a otro que es de mala educación no mirar a la cara. Cada uno pone las reglas que quiere en lo referido a la buena educación. Lo educado es no decir a nadie dónde debe de mirar. El caso es que eso provocó el llanto (constato que real) en Vanessa durante un par de horas, al menos.

No perdamos de vista los siguientes factores: anoche había gala, Vanessa contaba con que sería salvada (el abrazo de Silvia fue muy revelador) y creo que está en fase de dar pena máxima. Vanessa ha debido de ver que Óscar ya no es ninguneado ni se burlan de él. Por otro lado, Jorge ha ocupado el lugar de Violeta, aunque no llegan a verter sobre aquel tanto veneno como ha debido tragar esta. Sin víctima propiciatoria en la casa es el momento de tomar los cuarteles de invierno del victimismo. Vanessa se postula ahora como la pobre a la cual Óscar trata de aquella manera, mientras muchos de sus compañeros reciben con frialdad la noticia de su salvación.

Confieso que me apasiona el dominio de Vanessa en tantas áreas. Dominio escénico y emocional. Un control de las dinámicas del concurso que haría palidecer de envidia a los más destacados ganadores del palmarés de Gran Hermano. Vanessa lleva el reality en las venas y, con mayor o menor acierto, hace ímprobos esfuerzos por controlar las emociones. Ya solo por tener confianza en poder manejar emociones dentro y fuera de la casa merece un reconocimiento. Propongo que si no gana el concurso le den una medallita o algo por ser tan buena concursante. Lo mejor de todo es que, aunque se haya podido interpretar lo contrario con esto que digo, estoy convencido de que es bastante sincera mostrando sus propias emociones. Lo suyo no es impostación, sino hiperrealidad.

Óscar es más reflexivo y espontáneo que Vanessa

En el otro extremo de Vanessa se encuentra Óscar, a quien le estamos empezando a pedir demasiado. Nos creemos que es más intuitivo de lo que es y conoce a la perfección lo que pasa fuera, pero Óscar se equivoca muchas veces. No tiene ni una décima parte de la información para saber cómo se ha comportado Mayte con él en la casa. Por eso dice esas cosas que nos chirrían tanto como que la echa de menos, o que no es realmente mala. Hace tope en el cerebro escuchar su comparación entre Mayte y Vanessa. Si Óscar supiera la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, no diría lo que dice.

También se equivoca Óscar respetando solo parcialmente lo que sus más afines le confían, pensando que no saldrá nunca por su boca. Y, por supuesto, su gran error fue pensar que Daniela y Vanessa se habían ido para no volver, lo cual ayudó a que las viera de otro modo y abjurase de ellas enseguida. Ahora muchos vemos como un error darle tanto cuartelillo a Ruvens. No dudo de que el manchego haya cogido cierto cariño a Óscar, habiendo cambiado de manera muy importante su opinión sobre él en solo unas semanas. Aunque también pienso que su acercamiento al profesor de equitación es interesado.

Coincido, por tanto, con Mayte en ver una estrategia en el acercamiento de Ruvens a Óscar. No así al contrario, porque Óscar, que no es ningún santo, como ya me he encargado de señalar, se mueve por un deseo real de sacar provecho de su paso por la casa y pasarlo lo mejor posible. Además, no olvidemos que le gusta Ruvens y eso no va a cambiar por mucho que lo niegue. Más bien al contrario, porque según vayan teniendo más noches en vela juntos será mayor lo que sienta por él. Tanto es así que no se da cuenta de cómo es este compañero. Ruvens es como esas setas que tienen aspecto de muy apetitosas, para terminar descubriendo que son altamente venenosas.

Si alguien puede dar al traste con el concurso de Óscar es él mismo, y después su amistad con Ruvens. La división en grupos no es solo parte de la condición humana. Está demostrado que un colectivo con número de componentes reducido (si está sobre los veinte, por supuesto) tiende de forma casi inevitable a dividirse en dos grupos, a menudo irreconciliables. Óscar sabe dónde está y qué grupo le corresponde, pero no puede evitar socializar con todos. Como el escorpión del chiste: es su carácter. Y al ser un concursante kamikaze no tiene reparo en hacer lo que le da la real gana, interactuar con quien quiere y no dejarse condicionar por lo que le digan los demás, aunque sean sus más afines en la casa. Óscar va a calzón bajado, aunque normalmente lleve dos puestos. En esto también es contradictorio.

Salvación, inmunidad y una vida extra

Ya he contado que después de salvarse Vanessa lo hizo Jorge, que está viviendo la experiencia con un sentimiento trágico que ni Unamuno. A punto estuvo de ponerse a llorar en el hombro de Violeta. Además de las dos salvaciones supimos anoche quienes se disputarán la inmunidad. Estará entre los componentes de los dos equipos injustamente más votados en el ensayo de ‘hobby horse’. Es decir, estos: Adrián, Juan, Vulcan, Luis, Silvia, Lucía, Violeta y Nerea.

Y lo de la vida extra, un importante poder del que van a disponer los concursantes dentro de muy poco. El jueves tendremos todos los datos, si no entendí mal, pero podemos hacernos a la idea por el precedente de la última edición VIP. A cambio de un sacrificio, un concursante podrá gozar de una vida extra. Imagino que solo será para uno, el primero que use este privilegio. Y no es raro pensar que el sacrificio sea, como aquella vez, renunciar a parte de los 300.000 euros del premio final. No sé si solamente para quien disfrute de esa vida extra o para cualquiera.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos estaban así anoche tras la salvación de Vanessa y antes de ser salvado Jorge por ser el menos votado por la audiencia: 56 %, 29 % y 15 %. Después de ser salvado Jorge la cosa quedaba así: 64 % y 36 %. Del porcentaje de Jorge, 8 puntos fueron a parar al más votado y 11 al otro. Creo que el movimiento de porcentajes es más por Vanessa que por Jorge.

No entendí que Laura dijese que no conocía la crema de galletas que provocó cierto escándalo el lunes hasta que Vanessa lo mencionó. Creo no equivocarme si digo que la propia Laura había tenido días antes entre sus manos un frasco de esa misma crema. Diría incluso que la compró ella misma.

Y en el vídeo de hoy comentó las revelaciones minúsculas de Elsa sobre Jorge en la gala de anoche. Confirmó que aquí fuera es tan tóxica como dentro de la casa.