Es un buen momento para hacer el tradicional repaso a mis segundas impresiones sobre los concursantes. En este caso confieso que estas segundas impresiones son muy similares a las primeras, lo cual incrementa el riesgo de equivocarme e ir cambiando mi visión sobre algunos de ellos de aquí al final de la edición. Van a ser casi cuatro largos meses (me imagino) y seguro que en ese tiempo no se van a mantener estas impresiones que desgranaré hoy. Antes de ir a ello algunas de las cosas que sucedieron ayer en ambas casas.
El rechazo a Mayte de una parte de la casa viró ayer a Edi, aunque parece que finalmente volvió a la anchoera cántabra. Edi tiene la ventaja de que es guapo y con Mayte andan enfrentadas mayoritariamente mujeres. Es más, mientras Vanessa y Daniela juraban que le darían tres puntos a Edi, veíamos a Maica confraternizando con el gallego. Un punto y aparte sobre esto: Edi dice que es Maica la chica de la casa que más le gusta (aunque solo físicamente, porque de personalidad la ve muy niña), lo cual caería como un jarro de agua fría sobre quienes están poniendo una velita a san Antonio de Padua para que Laura y Edi terminen juntos. A pesar de amanecer peligrosamente abrazados, el guapo de la casa habla de otras mujeres con las que podría tener más feeling “por madurez”. ¿En quién estaría pensando?
Vanessa se pasó parte de la tarde-noche llorando y el resto del tiempo batallando. No hay quien le saque de la idea sobre Mayte, a quien ve como una provocadora nata. Además de “una maleducada y prepotente”. Solo Óscar se puso de su lado. El profesor de equitación también se las tuvo tiesas con Mayte por algo de lo que no se puede culpar a esta: le molesta que ronque. Tiene vegetaciones y a su edad ya no piensa operarse. Óscar la llamó “Babe, el cerdito valiente”, que a pesar de ser el adorable personaje de una película no deja de suponer una ofensa evitable. Luego se disculpó Óscar con esa odiosa fórmula que dice “te pido perdón si te ha molestado”, con lo cual se carga la culpa sobre el ofendido.
El conflicto de Vanessa con Edi vino porque aquella le pidió opinión sobre el enfrentamiento entre ambas, lo cual no le gustó nada. Edi confunde dar su opinión con posicionarse. Es decir, tiene miedo a decir lo que piensa no vaya a ser que disguste a alguien. Es típico de los tibios, aquellos que apoyan el trasero entre dos sillas. “Los conflictos que tengáis, solucionadlo vosotros. Porque intentando coger aliados nos estáis metiendo en medio”, afirma Edi. Y añade: “Cuando tengáis movidas a mí no me preguntéis”. Pretende Edi estar concernido solo por aquello que le afecta personalmente. Muy cobarde pensar que no le afecta lo que le pasa a un compañero de encierro.
Edi no quiso entenderlo por mucho que Vanessa insistiera en que no se debe confundir pedir opinión con forzar un posicionamiento. “Entonces para qué estás en la casa”, preguntó la gallega a su paisano sin obtener una respuesta. Sellaron la paz con un apretón de manos, lo cual no evitó que Vanessa siguiera llorando después. Ella es dramaqueen de las buenas, y ayer esto le dio una cuota de protagonismo aplastante. Personalidades así consiguen que otras queden en la sombra, lo cual puede pasar tanto con Elsa (que estuvo muy bien siendo clara con Óscar, aunque le dijera obviedades) como con Laura (a la que ya empiezo a ver demasiado apresurada en buscar una carpeta). Por la noche hubo otra reconciliación entre Vanessa y Edi, esta vez terminó de manera más cálida con un cordial abrazo.
Tengo faena porque en esta edición han entrado nada menos que 19 concursantes. Voy a ello.
Maica: Todavía no sé si es así o se lo hace. La duda se extiende y ni siquiera tengo claro si es una buena villana o se va a desinflar más pronto que tarde. La lejía no le va a valer para hacer realidad eso de “si lo quiero, lo tengo”.
Edi: Tibio y temeroso. Puede que sean las dos características en un concursante de Gran Hermano que más rechazo me generan. No miento si digo que espero cambiar de opinión cuanto antes. Si es una estrategia para durar en el concurso se le ha caído la careta la primera semana.
Daniela: La mejor dotada para ser villana. Sabe nadar y guardar la ropa, cuidando de no mostrarlo todo a las primeras de cambio. Creo que si quiere puede mover a su antojo al grupo de arpías (ella junto a Vanessa y Maica, porque Nerea es un molesto añadido).
Mayte: Mucho tienen que cambiar las cosas para que deje de verla como pólvora mojada. Su munición es de fogueo y quedan dos Informativos Telecinco para que muestre su lado más tierno. “Maldita” (así la llaman en su entorno) puede terminar siendo un bollito dulce.
Adrián: Auténtico NPC (antiguo mueble, ver definición en el artículo de ayer). De momento está siendo como el queso fresco: nada sólida.
Jorge: Podría ser que su vídeo de presentación no le hiciera ningún favor. En estos días me está pareciendo más sensato de lo que aparentaba y su tonteo con Violeta está siendo bastante discreto. No es mala idea dejar en la casa un experto en explosivos.
Violeta: Entrar en la casa secreta ha matado a aquella concursante que tanto prometía en la gala de estreno. Por suerte, esta misma noche cambia de casa, aunque con la complicada misión de simular ser otra persona. Deseoso de verla en su salsa, una vez haya dado carpetazo a todo aquello que podría lastrar su concurso. No sé si Jorge está en esa categoría, pero podría ser.
Nerea: Todo se lo debe a Violeta. De momento está siendo convidada de piedra a los aquelarres del trío de arpías. Está claro que sobra en el grupo.
Laura: Prematuramente acusada de querer hacer una carpeta con urgencia, la realidad está empezando a dar la razón a sus enemigas. La ven con una rival que puede diezmar la población masculina más potable de la casa. Si llega a contar que es hija de María José Galera le ponen lejía (de la de Maica) en el café.
Ruvens: Más listo que los ratones coloraos. Ha mamado Gran Hermano y se lo ha inyectado en vena. Esto, y su sentido del humor, le da una ventaja abismal sobre casi todos sus rivales, si no todos.
Luis: Tan intrascendente como su novia Nerea, aunque con algo más de iniciativa. Ensayando ayer la trama inventada con Violeta parecía convincente, pero algo me dice que la va a pifiar.
Vanessa: Típica candidata a primera expulsada, no debería serlo ni siquiera con la salvedad de que no se iría a su casa. Es la villana de los Minions, pero en versión mucho más perversa. Tiene madera de enorme concursante, por mucho que la hayamos elegido ya como muñeco de pimpampum.
Javier: El de mayor edad cronológica en la casa (41), pero menor edad mental. Tiene incontinencia verbal, pero nada de lo que dice merece ser reproducido. Solo le puede salvar Vanessa haciéndolo víctima si terminan separados.
Elsa: Ni una mala palabra, ni una buena acción. Elsa triunfa cuando interviene, pero lo hace demasiado poco. Necesitaría que la casa se despejara un poco y salieran los caracteres más fuertes, pero entonces seguramente será tarde.
Óscar: Complemento perfecto de Vanessa como esforzado villano. Es un liante maravilloso, capaz de traicionar a varias personas a la vez, sin apenas despeinarse. Es uno de los factores desestabilizadores más potentes que hay en esa casa.
Juan: De momento me está pareciendo un quiero y no puedo. Cree que es un gran estratega, pero no lo piensa nadie más. Sin comerlo ni beberlo, está despertando rechazo en algunos concursantes. Si no hace nada terminará disolviéndose como un azucarillo en el café.
Vulcan: En la misma cuerda de Adrián, pero con más predicamento en la casa. Puede estar siendo valorado como opción B por Maica y Laura, si me permite decirlo la señora madre de esta última.
Lucía y Silvia: Al igual que pasa con sus compañeros, la estancia en la casa secreta no está ayudando para que se den a conocer. Ellas también lo creen y temen que sean las últimas en pasar a la casa grande. Tres semanas en segundo plano es demasiado tiempo.
Hoy hablo en mi Moleskine de las capacidades clarividentes del visionario Ruvens. Además, este gato hoy nomina.