Este Gran Hermano de concursantes como tú, conocidos solo en su casa a la hora de comer, llega pasados siete años desde el último. En concreto, 1.365 días de mortecina espera en los que nunca dejé de pensar que volvería la receta original, esa que se cocina a fuego lento y baja temperatura, la formada por concursantes a los que conocemos en la gala de estreno. Sabía que volvería entre otras cosas porque se necesita renovar la nómina de personajes. Y si una cosa no se le puede negar a Gran Hermano es ser un eficaz generador de personajes que pasan a formar parte de este singular universo.
Contradiciendo a lo que se había dicho, no hubo influencers semifamosos con millones de seguidores entre los 19 concursantes que entraron anoche en la casa. Sí hay algunos que se conocían entre sí o tienen, incluso, una relación personal o familiar. Pero eso forma parte de un homenaje, seguramente pretendido, a todas las ediciones anteriores. El homenaje empieza con Laura, hija de María José Galera, concursante de la primera edición. Sigue con un triángulo amoroso formado por cuatro concursantes (nueva versión de la cuadratura del círculo), pasa por las mellizas que deben simular no conocerse (un híbrido de las gemelas de Los Palacios en GH 9 con las no muy bien avenidas Mayte Galdeano y su hija Sofía Suescun), o el mítico pisito, la “otra casa”, con decoración de tube londinense. No se me ocurre mejor manera de celebrar el 25 aniversario del formato que cambió la historia de la televisión que con este esperado Gran Hermano.
El triángulo del que hablo recuerda al de Jani, Salva y esa concursante innombrable que era arqueóloga y duró poco más de media hora en la casa en GH 6. Aunque más se parece al de Paula, Omar y Lucía en GH 15, que nos regaló las cuatro horas más apasionantes en las madrugadas de todas las ediciones. En este caso tenemos a Jorge, que dice ser “pistolero del amor” aunque quienes llevan las cartucheras son Nerea y Violeta. Estas dos concursantes se conocen de Alcorcón y mientras la primera dice que la segunda era su mejor amiga hace unos cuatro años, esta afirma que no se conocen casi de nada.
El caso es que mientras el hermano de Violeta estaba saliendo con Nerea y aquella aseguraba a su amiga (apenas conocida, dependiendo de las versiones) que Luis, el chico al que andaba rondando Nerea, le parecía feo, en realidad se estaba liando con él. Nerea no le ha perdonado a Violeta que tuviera un lío de dos semanas con Luis, que terminó siendo su novio y lo sigue siendo en la actualidad. A saber, el hermano de Nerea es el único de esta intrincada historia que no entró anoche en ninguna de las dos casas.
¿Y el pistolero Jorge qué pinta en todo esto? Pues que se quedó prendado de Violeta cuando la conoció en los castings, y eso sin usar su detector de metales ni nada. Porque Jorge, militar aficionado a la pesca, se compró un detector de metales para llevarse trabajo a casa. Pido desde ya que se lo lleven a Guadalix y pruebe a localizar los piercings que pueden llevar sus compañeros en las zonas menos visibles. Incluso podría ser una prueba semanal. No veas si lo íbamos a pasar bien.
Las mellizas son Lucía y Silvia, de madre polaca y rasgos radicalmente diferentes. Lucía pasaría por iraní y Silvia por rusa, aunque debo decir que más en su vídeo de presentación que dentro de la casa. Su misión es hacer que no se conocen de nada, en lo cual no sé si han empezado bien porque han hablado de “nosotras” varias veces. Entraron con la gala terminada y lo mismo pasó al menos con la bilbaína Elsa y DJ Vulcan, que amenizó la velada en los exteriores de Telecinco pinchando ‘La potra salvaje’ una vez tras otra. Estos dos supieron que entrarían estando en la fiesta que montaron anoche en el parking de Mediaset, aunque Elsa había entrado ya a plató con otras dos candidatas y fue payasín (otro autohomenaje) quien le comunicó el “estás dentro” con un tartazo en toda la cara. Antes ya habían dado la buena nueva estando en esa fiesta al boxeador Adrián y al aspirante a director de cine Ruvens, en su caso a través del vídeo visto en un pantallón de Times Square (Nueva York).
Antes de comenzar la gala ya habían comunicado de manera especial a dos concursantes que entrarían. Una es Maica, química industrial que trabaja de visitadora médica y aspira a ser modelo. A ella se lo comunicó Jorge Javier el lunes durante el FestVal de Vitoria. Cuando Maica llevaba apenas cinco minutos en la casa, Daniela ya había elogiado su vestido y zapatos. Y es que ambas tienen algunas cosas en común. Por el momento se desconoce la profesión de Daniela, solo que estudió Contabilidad y le gusta comprar. Supongo que lo primero le facilita hacer las cuentas cuando sale de compras. Es colombiana, pero con acento inglés porque ha vivido en Londres. El otro que tuvo el “estás dentro” por anticipado es Eduardo, en este caso la misma tarde de ayer durante ‘El diario de Jorge’. Más conocido como Edi, es un empresario del sector turístico que forma parte del importante clan gallego de esta edición (hay, al menos, cuatro concursantes de esa comunidad, entre los cuales está Jorge, el del detector de metales).
Además de los cuatro miembros del triángulo y las mellizas, también se conocen de fuera los cantantes gallegos Vanessa y Javier, más que nada porque son pareja. Cierran el grupo de los gallegos y, al igual que pasó con Violeta y Nerea, les hicieron creer que solo se quedaría en la casa uno de los dos. Javier decidió que se quedase su mujer, con quien canta en el 'Dúo ilusiones', de Ferrol. Imposible saber nada de este grupo. Ni buscando en Google. Al final, Javier, Vanessa, Nerea y Violeta están dentro, aunque solo Javier y Violeta lo saben. De hecho, esta última tiene muy claro que si no es por ella Nerea y Luis no habrían entrado. Dale un par de días e igual dice lo mismo de Jorge. Y hasta del dúo musical.
Solo me queda por hablar de tres concursantes: Óscar, Juan y Mayte. Óscar pertenece a una familia de San Sebastián que fue rica y terminó en la ruina. De la época de vacas buenas le queda la ocupación de profesor de equitación. Podríamos decir que es un expijo que según relata la mala suerte familiar hasta da un poco de lástima. Juan es un bailarín y coreógrafo de Lanzarote que se gana la vida como animador de hoteles. Igual que me pasó con Óscar, me pareció ver un drama en su mirada, en este caso posiblemente se trate de la frustración por no poder dedicarse profesionalmente y por entero a su faceta más artística.
Mención aparte merece Mayte, fileteadora de anchoas en Santoña (Cantabria). Es una mezcla entre Chiqui de GH 10 y la pitonisa Aramís Fuster (GH VIP 6). Entró con una especie de capa que lleva inscrita la palabra “Maldita” y tiene aspecto de repartir mandobles sin pestañear. Me llamó la atención casi tanto como Violeta. Ambas se perfilan como posibles grandes protagonistas de la edición, aunque Violeta sin llevar puesta ninguna prenda indescriptible. También me llama la atención Elsa. Y como candidatas a robarle el récord de expulsión a Nagore veo a Daniela y Maica, como poco.
Entiendo que a estas alturas quienes no hayan visto la gala, o no aguantasen hasta el final, tienen ya una buena empanada mental con tantos nombres. Repito que son 19, aunque distribuidos en dos casas. En la casa grande, la fetén, hay 13 concursantes y son tan solo 6 en la pequeña. No hay nada del todo improvisado, la mesa de comedor en la casa grande tiene 13 servicios y en la pequeña hay justo 6 camas. Yo habría puesto una cama menos esperando que Jorge y Violeta puedan dormir juntos, aunque me da la impresión de que van a terminar aliadas Violeta y Nerea, mientras el militar busca moneditas en torno a la encina del jardín.
Por cuadrar del todo el panorama: en el apartamento metro de Londres están Jorge, Violeta, Luis, Javier y las mellizas (Lucía y Silvia); mientras en la casa principal están Edi, Daniela, Mayte, Adrián, Nerea, Ruvens, Laura, Vanessa, Elsa, Maica, Óscar, Juan y Vulcan. El domingo sabremos cómo se resuelve la separación en dos casas, aunque por el momento podemos intuir que habrá dos grupos nominando separadamente. Pero no adelantemos acontecimientos.
Ha sido una gala de estreno que huele mucho a Gran Hermano del de verdad. Tiene su esencia y me confieso emocionado anoche por la actividad en redes sociales de los habituales del formato. Noté la vibración de los mejores tiempos. El casting promete y me hace pensar que nos espera una edición apasionante. Por mi parte, intentaré estar a la altura. Como siempre me pasa, pienso que si algo puede fallar soy yo. Como en la fábula del colibrí, no sé si mis escritos valdrán de algo, pero al menos hago mi parte.
Dice la fábula del colibrí, para quienes no la conozcan, que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos y el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Tras ver al colibrí pasar varias veces en esa misma dirección, el jaguar le preguntó extrañado:
—¿Qué haces, colibrí?
—Voy al lago, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.
El jaguar respondió sonriendo:
—¿Estás loco? ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?
—No, yo sé que solo no puedo, pero esta selva es mi hogar. Me alimenta, me da cobijo a mí y a mi familia y le estoy agradecido. Por eso ayudo a que crezca polinizando sus flores. Soy parte de este bosque, que es parte de mí. Yo sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte.
Pues eso: yo solo hago mi parte, con la esperanza de que sirva para algo.
En este primer Moleskine en vídeo de la temporada explico, además de alguna otra cosa, por qué me venía tan mal que empezase esta edición en fecha tan temprana. Y aprovecho para disculparme si no hago un seguimiento del directo tan intensivo como es habitual en estos primeros días.