Amigos, familia y mucho más que compañeros, Raúl, Bruno y Borjamina, han forjado en estos 365 días en ‘Reacción en cadena’ una relación indestructible. Eso sí, una relación que como en las mejores familias, ha tenido sus más y sus menos.
La tensión del plató, del juego, de poder ganar o perder un montón de dinero, la presión del público, los nervios… Son muchísimos los factores que marcan su relación a diario dentro y fuera del plató pero, sobre todo, hay que tener en cuenta que los tres son muy inteligentes, muy competitivos y con mucha seguridad en sí mismos.
Los Mozos de Arousa no han regalado momentos de máxima emoción, ternura y hay que decirlo, tensión. Entre ellos suele existir un buen rollo impresionante que se refleja cada vez que cantan una canción en la prueba de la minicadena, se marcan una coreografía o nos sorprende con su gran complicidad en su prueba estrella.
Pero de vez en cuando, han tenido algún tira de afloja que otro. Como buen portavoz, Borjamina se siente en muchas ocasiones entre la espada y la pared porque tiene que elegir entre la opinión de su hermano y la intuición de su amigo. De hecho, hace tan solo unas semanas, vimos como Borjamina se cansaba de ser el malo de la película y pedía que sus compañeros estuvieran una semana cada uno en el papel de portavoz para que supiera lo que significaba.
Si tenemos que elegir alguno de los momentos más tensos protagonizados por los concursantes gallegos quizás, esté sea uno de ellos. Bruno no podía entender que no le hicieran caso y que acabaran de perder una buena cantidad de dinero por no tener en cuenta su primera impresión.
Muy seguro de que sus intuiciones y conocimientos son ciertos, Bruno siempre se muestra muy partidario de jugársela en la última palabra y no gastar la mitad del dinero en el eslabón misterioso. En ocasiones, los hermanos le dan la razón, pero este suele ser el principal foco de sus tensiones y Borjamina suele optar por sacar su lado más prudente porque él dinero no se gana así como así.
Un año es un año y Ion Aramendi vive casi con igual intensidad que los Mozos de Arousa sus derrotas, victorias , alegrías y enfados. Por eso, cuando les ve tensarse, no duda en intervenir e intentar que todo quede en un simple momento de tensión. Incluso, alguna que otra vez, le ha hecho darse un abrazo para liberar tensiones.
Podemos sacar el lago más dramático y quedarnos con el lado más humano y divertido de estas regañinas de concursantes, pero si nos tenemos que quedar con algo, nos quedamos con el amor y la complicidad que derrochan los tres Mozos de Arousa. Las caricias y el afecto que cada tarde los hermanos le transmiten a Bruno antes de comenzar su prueba estrella y con momentos como el que nos regaló Borjamina el día de San Valentín “Sin este poliamor nada sería posible”.