Dejó el convento para concursar en ‘Gran Hermano’. Así fue cómo el 6 de octubre de 2002, Rafa López entró en la casa de Guadalix para vivir la experiencia junto a otros participantes tan recordados como Sonia Arenas, el argentino Matías Fernández y la pareja formada por Inma González y Pedro Oliva, que terminó ganando aquella cuarta edición. A pesar de que muchos le tacharon de mueble, lo cierto es que el zamorano quedó tercer finalista tras 102 días de convivencia.
Sin embargo, al terminar el ‘reality’, comenzó su gran aventura: colgó definitivamente los hábitos y decidió vivir plenamente su sexualidad. En conversaciones con ‘Outdoor’, Rafa analiza ahora su evolución a lo largo de todos estos años y comparte todo tipo de experiencias con la Iglesia. De hecho, sin pelos en la lengua, el ex fraile habla de la hipocresía que hay dentro de la institución con respecto a la homosexualidad. Pero, ¿sabías que estuvo a punto de concursar de nuevo ‘Gran Hermano’, pero en Italia?
Has abierto abierto un bar que se llama Café Farmacia.
Sí, está en Malasaña, Madrid. Es muy conocido por su fachada, porque era la antigua farmacia Juanse y la fachada sigue teniendo los azulejos de 1940.
¿Y trabajas allí o lo llevas desde la sombra?
¡Qué narices lo llevo desde la sombra! –se ríe–. Yo hago de todo: pastelero, camarero… De todo.
¿Los clientes te reconocen?
No. Trabajamos mucho los fines de semana y no me reconocen. Por suerte. Bueno, me da igual y no importa, pero ‘GH’ es una etapa de mi vida divertida de hace años. Ahora estoy con este proyecto. Lo cogimos desde muy, muy abajo y el sitio es muy peculiar.
Después del ‘reality’, ¿no estudiaste la carrera de Comunicación Audiovisual?
Sí. Yo trabajé en Radio Vaticano, cuando me fui de beca Erasmus a Italia. Esto fue en 2011. A la vuelta, hice un Master en Marketing Digital y trabajo en ello como ‘freelance’, en temas de contenidos digitales y, principalmente, en ‘inbound’ marketing. Es la nueva forma de hacer publicidad sin que parezca publicidad, generar contenido para una publicación con link a una compra, una promoción o un viaje. Trabajo para una consultoría, alguna agencia de comunicación y como ‘digital manager’ para un ‘coach’.
¿Por qué te dedicaste al Marketing y no al mundo del Periodismo?
Con la maldita crisis, me puse hacer el Master y pensé que la mejor opción dedicarme era al tema digital. ¿Que me gusta más la producción? Ya te digo yo que sí, pero no es tan fácil y los contratos son muy inestables, por producciones o temporadas.
En este sentido, ¿ha sido un ‘handicap’ haber participado en ‘Gran Hermano’?
Sí. Cuando me puse a estudiar la carrera, varias personas me prejuzgaron por haber estado donde estuve y eso que mi carrera de cinco añitos me la hice en cuatro, trabajando a la vez y sacando unas notas de la leche.
Pero es normal que tus compañeros de clase alucinaran.
Sí. Bueno, al principio, hubo un poco de todo. Pero los que me reconocieron desde el primer golpe, luego se convirtieron en mi grupo de amigos. Hubo muy buen ‘feeling’ con todos, aunque les llevaba diez o doce años a casi todos. Date cuenta que yo ya tenía un recorrido cuando empecé la segunda carrera.
Has cambiado mucho de aspecto. ¿Te reconocen por la calle?
Casi nadie. Por no decir nadie. Hace unos años salí en algunas publicaciones y decían que era un madurito interesante –se ríe–.
Y cuando te reconocen, ¿cuáles son las reacciones?
Hay de todo. Desde el muy fan que te reconoce y te lo dice directamente hasta el que te ubica por oídas y te comenta que le pareces o le han dicho que eres el de ‘Gran Hermano’. Yo no tengo problemas en decirlo. Se dan escenas muy graciosas, porque sale el tema de participar en un programa y termino diciendo que yo estuve en uno.
¿Qué es lo que más te suelen preguntar de tu experiencia?
Primero, si realmente era cura. Es como si me hubiera creado un papel para la tele y fuese todo mentira. Joder, yo era fraile, no cura de parroquia. Era fraile vivía en una congregación. Iba para cura, sí, pero me quedaba el último paso. No era un papel, era verdad. Luego preguntan si todo era un guión o si nos mandaban hacer lo que hacíamos. También estuve a punto de entrar en ‘GH’ en Italia. Hice todo el casting.
¿En serio?
Cuando estaba allí viviendo. De hecho, casi entro dos veces. La primera vez me presenté y la segunda, me llamaron. Yo era como un buen perfil para ellos: Italia, cura, abiertamente homosexual… Era como un ‘boom’. En Italia, hacen una cosa muy interesante y es que meten a todos los participantes en una sala antes de 'GH' e interactúan todos en una sala.
Yo llegué hasta ese paso y hasta me hicieron hasta el vídeo de presentación, pero me quedé fuera. Según la redactora que me llevaba, la Iglesia había presionado y me echaron para atrás. Al siguiente año, me llamaron ellos, pero ahí el problema es que el concurso era por parejas: uno entraba y otro se quedaba fuera. Entonces, claro, no quería que metieran en ese mundo a mi pareja, que no quiere salir en este espectáculo.
¿Por qué te fuiste a Italia? ¿Necesitabas desconectar de todo lo que te estaba pasando en España?
Yo ya había hecho allí mi noviciado durante mi primera carrera, la de Teología y Filosofía. Luego entré en ‘GH’ y, a los dos años, me puse a estudiar Comunicación Audiovisual. En cuarto de carrera, solicité una beca Erasmus para Italia y me dieron Roma. Allí ya tenía muy buena relación con gente con la que había vivido en mi congregación y de cuando estaba en el convento. Como ya había vivido una primera vez allí, ahora quería vivir la experiencia desde fuera del convento. Volví a relacionarme con gente de la Iglesia e hice prácticas en Radio Vaticano, donde trabajé con un corresponsal en lengua de habla hispana.
Entonces, tu entorno ya sabría que eras homosexual. ¿Fue un ‘shock’ para ese círculo? ¿Hubo quien te dio de lado?
Las personas con las que yo me relacionaba en la congregación están y punto. Sí que es cierto que otras han ido desapareciendo por un motivo u otro, pero esto es un poco lo que decimos todos: quien no me quiera, pues nada. Yo soy como soy y no voy a cambiar. Lo tengo claro. Yo no le cierro la puerta a nadie. Cada uno se cierra la puerta y decide relacionarse con quien quiere.
Además, si te soy sincero, no me importa. Después de mi paso por ‘GH’, me encontré con gente a la que le gustó y otra a la que no. También te digo que igualmente no me importa y, si diera marcha atrás, lo volvería hacer, aunque con un Rafa muy distinto. La experiencia me ha hecho ver las cosas desde un punto de vista muy distinto. Yo, cuando entré, era un novato en todo esto.
Pero eso forma parte del aprendizaje de la vida, ¿no crees?
Claro. Mi idea era salir de ‘GH’ y volver a entrar en el convento. Fíjate qué ingenuo era… Pensaba que iba a ser así. Creo que mi paso por el programa podría haber sido positivo porque la Iglesia tiene que cambiar en muchos, muchísimos aspectos. Y en el tema de la homosexualidad, ni te cuento. Lo que se vive allí dentro es la leche.
¿Tenías clara tu sexualidad antes de entrar en ‘GH’?
Sí, desde hace años.
¿Habías tenido entonces alguna experiencia con alguien?
No, no. De hecho, en ese momento, tenía el voto de castidad.
Hay quien piensa que algunos curas y otras personas dentro de las instituciones religiosas son gays reprimidos. ¿Crees que es así? ¿Hay gays reprimidos dentro?
Sí. Muchísimos. Te podría poner hasta ejemplos y cosas que me he encontrado de cara. Claro que sí. Y no sólo reprimidos, sino gente mala, que, aun siéndolo, hace la vida imposible a otros que lo son.
¿Dentro de la Iglesia?
¿Sabes lo de 'maricas malas'? Pues en la Iglesia hay… Bufff, malas no, lo siguiente.
¿Y cómo lo sabes? ¿Se te han insinuado?
No. Porque te pones hablar de estos temas con alguno y pone a parir a un grupo de gente o fulanito o menganito y luego resulta que es él, que es el típico que lanza balones fuera. Lo de poner el ojo en otra persona para que la gente no te apunte a ti. Me lo he encontrado.
¿Dentro de la congregación había gente que mantenía relaciones con otros hombres?
Sí, pero no en mi congregación. Yo lo sabía cuando fui a estudiar fuera.
Pero, ¿había ‘cancaneo’?
Te va a sonar a película, pero es real. En Madrid sabrás que hay varios obispados. Pues en dos de ellos, hay un harem. Con todas las palabras. Literal. Tenías que ver al grupito gente que venía todos los días como si fuera una secta… Sin que suene mal, iban chicos muy femeninos y aquello era un harem.
¿Hay nombres importantes dentro de la Iglesia que son gays?
Sí, claro. No soy el primero que lo dice. Probablemente, habrá varios que de una forma u otra habrán experimentado. Y que frecuentan ciertos sitios en Madrid, también. Incluso que tienen varios chats en la típica página de toda la vida, como en chueca.com. No sé si siguen, porque te hablo del 2002 y 2003, pero si se hacían llamar curas gays o algo así. Era a nivel nacional y hacían encuentros en Madrid.
¿Encuentros sexuales?
Encuentros, desde luego. Sexuales no te puedo decir porque nunca estuve en ninguno de ellos.
¿Qué piensa sobre la actitud de la Iglesia sobre el colectivo LGBTI?
Antes de opinar sobre ciertas cosas, tendrían que mirar antes para adentro. Y no es un ataque, eh. En mi opinión, la Iglesia llegaría mucho más sí, en ciertos temas importantes de la vida social, se mostrasen desde un punto de vista distinto. Te hablo desde el matrimonio en los curas, del sacerdocio en las mujeres… De los temas homosexuales, decir que es algo normal.
Mira, te voy a contar una anécdota curiosa que he vivido. Estando en Italia hice unos amigos y, a la vuelta a España, quedé con ellos. Uno de ellos me dijo que se vendrían a la comida unos amigos suyos. Y yo encantado, claro. Cuando llegaron al restaurante, eran dos tipos típicamente italianos: perfectamente vestidos, con la barba perfecta, muy guapos, con cuerpo de gym… Al final, los dos eran curas de una parroquia de un pueblo de Italia y eran pareja. Yo no me lo creía, pero sí, les busqué en Facebook y tenían fotos los dos vestidos de cura.
Alucinarías, claro.
No me meto con ellos, eh. Era la realidad. ¿Por qué no puede haber esa Iglesia social, cercana? Probablemente, ellos dos en su entorno lo vivirán con normalidad y, probablemente, lo sepan en su pueblo. Lo que tiene que hacer la Iglesia es callarse en ciertos temas, porque dentro tienen muchísimo.
¿Y hay más ‘cancaneo’ en la Iglesia española o italiana?
–Se ríe– No sabría decirte. Yo, de la Iglesia italiana, te puedo contar un par de anécdotas curiosas. Mi universidad en Italia estaba a pie del Vaticano. Te sentabas en la plaza de San Pedro en una hora libre y, de repente, te venían a hablar. Cuando veían que hablabas perfectamente italiano, lo siguiente era invitarte a una copa en su casa para lo que ya sabes. Luego te das cuenta de que es un cardenal –se ríe–. Pero sin pasar nada, eh. Yo, cuando ha pasado algo, lo he dicho.
Entonces, no te has liado con ningún cardenal.
No, no. Tengo la fortuna de decir que no. Luego tenía un amigo que trabajaba en el Vaticano y me contaba cada una… Las cenas en su casa eran divertidísimas –se ríe–.
Para aclarar, ¿te has liado con alguien de la iglesia? ¿Algún obispo o arzobispo?
Yo te digo que de este agua no beberé. Y que este cura no es mi padre. Tú tómatelo como tú quieras. También te digo que, en este mundillo, nunca sabes qué es la otra persona. Si volviera a entrar en ‘GH’, estas cosas no me las callaría. Sí hablaría de por qué la mujer no puede ser cura o por qué los curas no pueden casarse. O hablaría de la homosexualidad o de las mujeres y del feminismo.
Por cierto, la Iglesia estos días no ha abierto la boca con el tema del feminismo. Hoy en día, las monjas son las chachas de los curas. Están consiguiendo méritos y logros, pero son las chachas de los curas, las señoras de la limpieza y las cocineras. Esto ha sido siempre y, probablemente, seguirá siendo.
Hace unos cuatro años, revelaste que te habías casado. ¿Te has animado a ampliar la familia con niños?
No, tengo perros.
¿Tienes intención de ser padre?
No. No me gustan los niños –se ríe–.
¿Qué opina tu pareja, Ramón, de tu paso por ‘Gran Hermano’?
Le pilla muy lejos. Además, se lo dije yo. Cuando salí del concurso, tuve relación con una persona a la que no le dije nada. Cuando salí en una revista y me vio, la respuesta que tuve de esa persona fue muy, muy negativa. A él le preocupaba más su familia, su trabajo y me dijo que le había mentido. Yo no le mentí en nada. Simplemente, no se lo dije. Por eso, a mi pareja actual se le dije a los pocos días de vernos, para que no le pillara por sorpresa. Él lo lleva con normalidad, porque, hoy en día, no tiene nada que ver con lo que soy ahora.
¿Qué relación mantienes con las personas que conociste en tu etapa en televisión?
De mi edición, con todos. Tenemos un grupo de WhatsApp y están todos menos Rocío, pero porque no tenemos su teléfono. Es como si Rocío hubiera desaparecido, porque no sabemos nada de ella. Todos los demás están.
¿Con quién te tratas más?
Con Mario, que es de Madrid; con Judith… Con Pedro e Inma también, que, cuando subo a Candanchú a esquiar, paro en Zaragoza y los veo. Con ellos principalmente. También he visto a otros grandes hermanos de otras ediciones. Por ejemplo, con Pepe coincido muchas veces en el súper.
¿Vivís en la misma zona?
No, pero me he movido por donde vive él. Es muy gracioso. También en Facebook tenemos un grupo con todos los grandes hermanos y es privado. Allí interactuamos.
¿Y van a tu bar?
Sí. Mario y Judith, sí. Los demás no, porque no viven en Madrid.
Antes ya has dicho que casi entraste en ‘Gran Hermano’ en Italia. ¿Participarías aquí en la edición VIP o en ‘Supervivientes
Estoy convencido de que, si lo hiciera, toda esa gente que dijo que yo era un mueble… Si yo volviera a participar en un concurso, te aseguro que no sería ningún mueble. Contaría todas estas cosas que te he contado, porque además son divertidas. Es cierto que cuando estuve en ‘GH’, me quedé muy retraído y no quiso opinar, ni quise hablar… Date cuenta de que yo dejé el convento para concursar y pretendía volver. ¿Para qué iba a levantar polvareda de la mano que me iba a dar de comer? Yo me comí mucho la cabeza entonces y no sabía qué hacer. Ahora podría contar muchas cosas divertidas de la Iglesia, como que esas señoras que están en las iglesias ayudando a los párrocos… –se ríe–.