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Los concursantes de 'Supervivientes' continúan haciéndose a la civilización tras su estancia en Honduras. Después de vivir durante tres meses las duras condiciones de los Cayos Cochinos, regresar a la vida moderna puede tornarse algo complicado. Muchas costumbres adquiridas son difíciles de olvidar y, normalmente, después de haber perdido mucho peso por culpa del hambre también suele llegar el temido 'efecto rebote'. Lola, primera expulsada del grupo y finalista en el concurso ha querido contar precisamente cómo está viviendo ella su 'postreality'.
La leonesa aún continúa adaptándose a la gran ciudad. A través de su cuenta personal de Instagram, la exparticipante de 'La isla de las tentaciones' ha querido responder las preguntas de algunos de sus seguidores, a quienes ha admitido que su vuelta a la realidad no ha sido especialmente dura, pero sí que guarda pequeñas manías que antes de viajar a Honduras no tenía.
Manías que probablemente se irán yendo con el paso del tiempo y que ahora enumera con un gran sentido del humor. "No me ha costado mucho volver a la realidad, pero me quedan algunos TOC's", explica apuntando que podría tener algún tipo de Trastorno Obsesivo Compulsivo desde su participación en 'Supervivientes'.
"Odio los ruidos fuertes, la música alta o que la gente hable fuerte", dice tras haber estado tres meses aislada en una playa. "Me agobia ver a la gente comer deprisa y hablar mientras comen (esto último ya me pasaba, pero ahora mucho más)", continúa después de haber tenido que aprender a vivir disfrutando cada pequeño bocado.
Por último, y aunque parece que sí que agradece poder volver a comer con cubiertos, la ex de Diego reconoce que ha perdido algunos buenos modales a la mesa: "No me acostumbro a la servilleta, uso la mano".
El concurso de la que fuera pretendienta de 'Mujeres y Hombres y Viceversa' ha sido muy cuestionado. Aunque para buena parte de la audiencia su convivencia con Palito Dominguín fue lo mejor de la edición, la otra parte considera que Lola estaba en condiciones de desigualdad con respecto al resto de los concursantes.
Los desterrados no disfrutaban de 'las comodidades' de las playas de los cayos, sin embargo, estaban en una zona con una rica fauna marina en la que Lola llegó a batir todos los récords habidos y por haber pescando hasta 150 peces ella sola. Sumados a los de Palito y los 'visitantes' de su palafito, y a que no acumularon el desgaste de tener que enfrentarse a las pruebas y juegos de recompensa, muchos han creído que Lola, en lugar de adelgazar, había engordado.
Nada más lejos de la realidad, ya que tal y como ella misma ha contado, llegó a perder hasta 9 kilos. En su caso no ha habido (por el momento) efecto rebote, aunque reconoce haber recuperado ya algunos de esos kilos.