“Mi terapeuta me acompañó mucho durante Ucrania” nos cuenta Sol. La terapia no presencial se convirtió un must durante la pandemia y, en casos como el de Macaluso, fue una herramienta fundamental para poder seguir con sus sesiones incluso como corresponsal de guerra. “Durante Ucrania no tuve el tiempo que hubiese sido idóneo para continuar con las sesiones semanalmente como normalmente hacemos, pero sí que hablábamos o yo le dejaba audios o ella me llamaba”.
La argentina tiene claro que, sin todos los años de trabajo psicológico que llevaba cuando estalló el conflicto no hubiese sido capaz de sobrellevar aquellas circunstancias. “En Ucrania particularmente ya hacia seis años que hacía terapia con la misma terapeuta y me di cuenta la cantidad de herramientas que pude aplicar en lo cotidiano en esa situación gracias a todos estos años de psicoanálisis que a mí me permitían repensarme, endurecerme, fortalecerme cuando era necesario no venirme abajo porque yo tenía que trabajar”.
Pero la terapia no solo le enseñó a aguantar el tipo cunado era necesario, también a saber romper cuando era posible. “Cuando había esos momentos de ‘Sí, ahora me puedo derrumbar porque están las cámaras apagadas’ y puedo darle un abrazo a Estefan y dormirnos llorando”.
El soporte psicológico de la reportera en pleno conflicto bélico no vino solo de mano de su terapeuta, también de una profesora a la que le hizo sus confesiones más duras, como que si moría en la guerra “moriría feliz”. Dale a play para conocer la parte de esta historia que más nos impactó escuchar de boca de Sol Macaluso.