Carlota Boza, de 'LQSA', reflexiona sobre la fama: "Tardé dos años en ir sola a la cafetería de la facultad"
Carlota Boza ha crecido delante de las cámaras, pero siempre se ha mantenido al margen de todo
Hablamos con la actriz de 'LQSA' sobre la relación con sus compañeros de serie, su familia, sueños e inquietudes
Carlota Boza ha cumplido veintiún años. Como cualquier joven de su edad, la actriz que todos reconocen como Carlota Rivas de 'La que se se avecina', es una chica que se divierte en TikTok, que tiene su Instagram lleno de fotografías y una relación de amor y odio con su hermano. Hasta ahí nada parecería diferente a la vida de cualquier otra chica de su edad, pero la joven intérprete ha crecido delante de la audiencia y eso ha hecho que su infancia y adolescencia no fueran algo normal.
La hija mayor de Maite y Amador en 'LQSA' ha pasado más tiempo en Mirador de Montepinar que en su casa, se ha acostumbrado a las jornadas titánicas entre clases y días de grabación, se ha perdido más cañas de las que le gustaría con sus compañeros y ha aceptado que no puede pasar desapercibida. Supone que ese es el precio de la fama a cambio de hacer lo que realmente le gusta. Y eso es estar delante de la cámara.
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Cada vez más distinta a la Carlota que le ha hecho famosa, pero sin perder ese punto de pizpireta de la 'cuquita' en la serie, Carlota Boza tiene muy claro lo que quiere. La actriz no tiene reparos en hablar o en dejar sus sentimientos al descubierto. Lo ha hecho confesando el momento más duro de su vida y también hablando de sueños.
PREGUNTA: Sabemos que empezaste siendo actriz de niña antes de ‘LQSA’, ¿cómo recuerdas esa etapa de campañas y anuncios?
RESPUESTA: Los inicios, los recuerdo con mucho cariño porque me lo pasaba súper bien y algunos anuncios me aportaron un montón de experiencias. Recuerdo que me fui de viaje de vacaciones porque publicitaba un hotel o, por ejemplo, hice uno de Choco Krispies y estuve comiendo cereales un día entero u otro que hice de muñecas y acabé con la casa llena de ellas. Cosas que de pequeña te llaman desde luego mucho la atención.
P: ¿Cómo se manejaba a una niña tan pequeña en los castings?
R: En realidad, me portaba mejor cuando hacía campañas que en casa. Yo creo que la cosa era que yo obedecía a cualquiera antes que a mis padres.
P: ¿Siempre tuviste claro que querías ser actriz?
R: Siempre he disfrutado mucho delante de las cámaras y desde pequeñita las he buscado. Aunque no fuera de forma profesional, yo me ponía la cámara en casa y me grababa.
P: La gracia es que no empezaste sola en ‘LQSA’, tu hermano Nano te acompañó al casting y se quedó contigo. ¡Tuvieron que ampliar hasta la familia de los Cuquis! ¿Cómo era eso de estar rodando los dos?
R: Sí, yo enganché a mi hermano para que se viniera conmigo. Siempre hemos estado muy unidos.
P: ¿Cómo compaginabais las grabaciones con el colegio?
R: Cuando éramos más pequeños era más fácil. Mi madre siempre nos puso profesores particulares y como tampoco grabábamos todos los días de la semana pues nos íbamos organizando. Lo normal era estar por las mañanas de grabación y por las tardes con los profesores de refuerzo. Reconozco que ese ritmo a veces se nos ha hecho un poco duro porque igual mis compañeros salen, se toman una cerveza, hacen vida social y yo no puedo porque tengo muchas cosas que hacer. No paro.
P: ¿En qué se parecen Carlota Boza y Carlota Rivas?
R: Antes nos parecíamos más, pero ahora mismo nos hemos distanciado muchísimo. Ahora mismo apenas tenemos nada que ver el personaje y yo la verdad. ¿En qué nos parecemos? No sé, mis padres están divorciados (se ríe), pero Carlota es más borde. Yo intento no serlo tanto, aunque sí sé usar en mi vida personal ese punto de bordería cuando me interesa.
P: Otra duda que tenemos existencial. Tú como niña curiosa y avispada, seguro que preguntarías en algún momento qué es un “pinchito” o “¿quieres salami?” que repite tanto tu padre Amador en la ficción. ¿Alguien te dio alguna vez explicación de eso?
R: No tenía ni idea de qué era nada. De hecho, mi personaje habla mucho de dinero. Decía mucho eso de dame 20 euros, pero en mi cabeza yo no sabía lo que era eso. No sabía lo que era el dinero realmente. Había muchas cosas que no entendía, pero como tenía que memorizar y eso sí sabía hacerlo, pues me limitaba a eso.
P: Pero, ¿alguien te lo explicó en algún momento luego?
R: Me enteré en el cole
P: De la familia que sois todos en ‘LQSA’, ¿por quién tienes debilidad?
R: Tengo debilidad desde siempre por Pablo Chiapella (Amador Rivas en la serie) porque ha sido una persona a la que visto casi todos los días de mi vida durante mucho tiempo. A sus 'cuquitos' nos ha cuidado siempre. Por las mañanas cuando él llegaba se preparaba un Cola Cao y nos hacía otro a ‘sus hijos’ y en los descansos siempre estaba con nosotros. Ha jugado muchísimo.
P: ¿Qué has aprendido de tus padres adoptivos, Pablo Chiapella y Eva Isanta?
R: Nada bueno (risas). Es broma. Me han enseñado el oficio realmente y la profesión.
P: Te has criado en una familia de músicos y tú tocas el violonchelo. Cuéntame un poco de todo eso.
R: Yo toco el violonchelo, pero es una cosa muy privada (se ríe). Lo toco un poco por liberación personal. No por lucirme en ningún momento. De hecho, me da ansiedad tocar delante de otras personas y si ya es delante de mi madre peor aún. Me pongo nerviosa solo de pensarlo.
P: Hay bastante presión...
R: Claro, por un lado está mi hermano que sabe tocar un poquito de piano, el violín y lo que más la batería. Tenemos en realidad la casa llena de instrumentos. Mi madre toca la guitarra y, de hecho, tenía una banda cuando era joven. Y el que se dedica a ello es mi tío que toca de todo. Él ha llegado a coger mi violonchelo y hacerlo mejor que yo sin haber tocado este instrumento en su vida.
De tanto escuchar mi nombre a veces siento hasta paranoia
P: Así ya se entienden los nervios... Ante un problema o un mal día, ¿quién es tu apoyo incondicional?
R: Sin ninguna duda mi madre porque es la persona que siempre ha estado. También es verdad que yo tampoco soy una persona que tenga muchísima vida social por lo que al final siempre acabo en el mismo sitio.
P: ¿Cómo has gestionado la fama?
R: La fama es algo con lo que he vivido siempre porque al final con seis años ya me empezó a reconocer la gente por la calle. Antes eso lo llevaba bien. Y, de hecho, cuando di el paso a la pubertad todo fue más discreto, pero luego salió otra temporada en la que ya se veía que había cambiado y me volvieron a reconocer un montón. Ahora mismo es bestial y, bueno no lo llevo mal, pero sí que es verdad que en la universidad sí que ha sido más duro. Porque precisamente para evitar que me afectara mucho lo de la fama, nunca me cambié de colegio. La cosa es que después me metí en una universidad y tardé dos años en ir a la cafetería. Todo el rato escuchaba mi nombre por los pasillos y me daba hasta casi paranoia.
P: ¿Ahora lo llevas mejor?
R: Sí, ahora estoy muy bien. He hecho muy buenas amistades que me apoyan mucho. Que me pidan una foto no me importa. Lo que no me gusta es que me graben o el estar escuchando todo el rato mi nombre.
P: Haznos una confesión: ¿qué es lo que más te da vergüenza?
R: Vergüenza. No sé si conozco bien esa palabra (risas). Muy pocas cosas me dan vergüenza. El violonchelo es lo que más vergüenza me puede dar o lo de tener que preguntar en clase.
P: ¿Y, algún consejo que te han dado y que no se te olvide?
R: A nivel actuación, Pepe Viyuela me enseñó que todo está en los ojos y Macarena Gómez me enseñó en que no me anticipe con nada, es decir, que me sorprenda con todo lo que está sucediendo.
P: Cuando Carlota Boza no está preparándose para un papel o actuando, ¿cuáles son tus hobbies favoritos?
R: Bueno, soy un poco señora mayor porque me gusta jugar al golf. Me gusta mucho, pero como no tengo mucho tiempo porque para eso hay que echar largas mañanas lo he dejado un poco de lado, pero durante toda mi vida, mis sábados libres eran para eso.
P: Un sueño o meta que alcanzar (no le pongas límites)…
R: Yo siempre he dicho que las metas te las tienes que poner lo más alto posible. Entonces mi meta para siempre va a ser el Oscar. Eso y estar en una isla desierta llena de gatos y que el mundo se olvide de mí.