Casi un año ha pasado desde aquel trágico 13 de mayo que dejó rota para siempre a Ana Obregón. Su hijo Álex Lequio fallecía y ella se sumía en la pena más indescriptible que puede llegar a sentir una madre y que ha ido liberando a partir de cartas de amor a su hijo y de continuos homenajes. Los once meses más duros de su vida en los que la actriz ha llevado su dolor en la intimidad, aunque tras muchos esfuerzos ha comenzado a abrirse porque eso le hace bien y a hablar de los durísimos momentos que vivió en la Clínica Quirón de Barcelona.
Las 48 horas previas al fallecimiento de Álex son algo de lo que hasta ahora Ana era incapaz de compartir en público. Para ella era un recuerdo tan doloroso que había sido incapaz de ponerle palabras, de sacarlo de su memoria hasta que se ha abierto en canal en una entrevista que ha concedido a la revista 'Vanity Fair'. Desde que su hijo falleció, la presentadora ha revelado que no es capaz de pronunciar la palabra "morir", que no tiene fuerzas para escuchar sus audios o para guardar el abrigo que llevaba. Sin embargo, ha dado un paso más en su duelo, exteriorizando instantes muy duros para los que ha necesitado su tiempo.
La presentadora ha recordado uno de los momentos más trágicos que comenzó tal como ella ha dicho, "cuando me fui al apartamento a duchar y me quería echar una hora, pero le acababan de hacer un TAC y Alessandro me llamó". Una llamada que no admitía demoras y que anunciaba que "ya no había tiempo". Así es como comenzaba para la presentadora y Alessandro Lequio los peores instantes de su vida: "Estuvimos cogiéndole los dos de la mano. Y así se fue", ha relatado Ana.
En ese arranque de sinceridad y valor, Ana Obregón ha hablado por primera vez de cómo fueron esos últimos minutos juntos revelando que "me quedé abrazada a él bastantes horas hasta que se lo llevaron". Y pese a ese dolor tan grande que siente y que vive en ella desde entonces, la actriz está convencida de que irá sanando y está dando pasos para ello. El ser capaz de ir exteriorizando y compartiendo más cosas con los demás es uno y el otro las lágrimas como desahogo. "No sabía la cantidad de formas que hay de llorar.. Lloras con todo tu cuerpo. Y ahí está la sanación".
La bióloga en esa charla de "cinco horas de emociones" también ha revelado que, tras muchos meses en blanco y de estar casi anestesiada por tanto dolor, su regreso a Madrid le hizo bien y que poco a poco ha ido encontrando consuelo en la meditación, en ponerse series para ayudarle a desconectar y en las visitas siempre que puede al cementerio. Allí se le pasan las horas y se siente en paz: "El otro día casi me cierran", ha dicho en su entrevista más sincera.
A pesar de estar muy arropada, de contar con el apoyo de sus amigos, de su familia y de que ahora está contenta tras el bache de salud que ha superado su madre, Ana reconoce que pasa mucho tiempo a solas. Son momentos que ella se dedica y que los necesita porque le ayudan a "no distraerse. Quiero vivir mi duelo digno y como se merece", ha dicho la presentadora y actriz, aunque cuenta con una bandeja en la cocina llena de cartas de apoyo, más todos los mensajes que recibe a diario en WhatsApp.
Desde que diera un emotivo discurso en el funeral de su hijo y viésemos todas y cada una de las manifestaciones de su inmenso dolor que ha publicado en las redes, Ana Obregón no había hasta ahora hablado tan claro de lo que vivió en ese hospital. El motivo por el que se ha decidido a hacerlo ahora ha sido porque ha ido cogiendo más fuerzas y es un canto a la "esperanza, que eso es lo único que nos queda cuando se ha perdido todo", ha escrito en su cuenta de Instagram.
A través de esta entrevista, la actriz quiere que la palabra esperanza la tengamos bien presente. "Quizás esta entrevista os ayude a relativizar los problemas en estos tiempos tan oscuros para la humanidad. Ojalá que sea así", ha sido el mensaje que ha querido mandar Ana, después de haber dado otro paso en su más sincera declaración de intenciones.