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Francisco Rivera y Lourdes Montes han formado una hermosa familia. La pareja lleva ya diez años de sólido matrimonio (se casaron dos veces, por lo civil en septiembre de 2013 y por la Iglesia un año más tarde) y en este tiempo han sido padres de dos preciosos niños Carmen, de ocho años, y el pequeño Curro, de tan solo cuatro. Los dos han heredado la belleza y el porte de sus estilosísimos y famosos padres.
Los pequeños crecen felices y queridos entre las tradiciones y artes que rodean el apasionante mundo del toro. El hijo de Carmina Ordóñez suele subir al caballo a sus hijos para que disfruten de "nuestras tradiciones y amigos". "Me encanta llevármelos a todos los sitios. Yo creo que ellos tienen que venir siempre a donde vayamos los padres nuestros planes giran siempre en torno a poder estar todos juntos", declaró el maestro en una entrevista.
La hija mayor de la pareja, Carmen, nació en un momento clave en la carrera taurina de Fran Rivera. La pequeña vino al mundo el 19 de agosto de 2015, tan solo unos días después de que el torero padeciese una terrible cogida en Huesca que lo tuvo entre la vida y la muerte. "Ese día nació la persona más especial y sensible del mundo", escribió el maestro el pasado verano, coincidiendo con el octavo cumpleaños de la niña.
Las redes sociales de sus padres y las revistas del corazón nos han permitido contemplar como Carmen se ha convertido en toda una mujercita. Su madre contaba la pasada primavera que su hija mayor es muy "sensible y superbuena". Tiene un gran corazón y siempre está pendiente de "agradar a los demás". De hecho, la abogada trabaja a diario porque tenga más retranca, ya que su naturaleza bondadosa puede pasarle factura en un futuro: "Tiene que hacerse más fuerte que si no va a sufrir mucho en la vida".
Como su famosa mamá, Carmen es muy presumida y ya apunta maneras. El año pasado, con motivo de su séptimo cumpleaños celebró con sus amiguitas del colegio una "beauty party" en el que las invitadas disfrutaron de tratamientos de belleza adaptados para su edad y posteriormente celebraron una fiesta de pijamas en simpáticos "tipis" de color rosa.
La dulzura de Carmen contrasta con el carácter inquieto del pequeño de la casa. A sus cuatro años, Curro es todo un terremoto que adora a su padre. Lourdes dice de él que es un "mini Fran" que comparte con su padre aficiones y gustos. "Le encantan los toros, pero a nivel de salón. Va a ser un gran aficionado, pero su profesión irá por otro lado", dice aliviada. Tanto ella como el hijo mayor de Paquirri desean que no quiera seguir con la profesión de sus ancestros. "Fran tampoco tiene ningún interés en que sea torero", añade la también diseñadora.
El parecido entre padre e hijo solo se queda en la personalidad, ya que físicamente no comparten rasgos. Frente a la belleza morena de Fran Rivera, Curro luce un característico pelo rubio y unos impresionantes ojos azules que ha heredado de su abuelo Paquirri.
El pasado otoño, con motivo de la corrida goyesca que anualmente organiza en la plaza de toros de Ronda, el diestro compartió una instantánea cargada de significado que emulaba una antigua fotografía en la que aparecía con su padre. "Y la vida sigue", rezaba el texto que la acompañaba. La estampa causó sensación entre los seguidores del torero y buena parte de los comentarios centraron su atención en el parecido de Curro con su abuelo: "Tu hijo es la cara de tu padre", "¡Cómo ha ido mejorando la estirpe!" o "¡Pero que niño tan guapo, este os ha superado a todos!", puede leerse bajo la publicación.