Teresa Bass, novia de Iván González, es una conocidísima influencer de moda. La amiga de Rocío Osorno saltó a la fama tras ser relacionada sentimentalmente con el cómico Dani Mateo. Durante un tiempo se la llegó a responsabilizar de la ruptura del presentador con su entonces mujer, Elena Ballesteros. Desde entonces, la popularidad de la modelo ha ido creciendo poco a poco, aunque lejos de este tipo de escándalos. De su pasado previo a estos acontecimientos no existen (al menos de forma pública) apenas documentos gráficos. Ahora, la de Motril abre su álbum de recuerdos para mostrar cómo era antes de ser famosa.
“Yo con 21 añitos, recién graduada en Publicidad y RRPP. Al poco tiempo me fui a Madrid. Yo tan inocente y todo lo que he vivido desde entonces…”, escribe mientras comparte una imagen en la que se la puede ver con su túnica y su birrete.
Teresa Marín, que decidió anteponer su apellido materno al paterno, tenía 26 años cuando su nombre empezó a sonar con fuerza en la prensa española. Su carrera como modelo profesional (que empezó cuando ella tan solo tenía 16 años) comenzaba a despuntar y ya había trabajado con algunas marcas de renombre.
En redes sociales contaba con un buen puñado de seguidores, aunque su idilio con Mateo acabó dándole el empujón e impulso definitivo para hacerse un hueco en las redes sociales.
Este affaire pasó a la historia y aquella joven de Granada licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas siguió su camino, abriéndose poco a poco por ella misma su hueco en la industria de la moda.
Las pasarelas y los contratos que tenía con las firmas de moda que conseguía gracias a su físico eran solo una parte de su trabajo; un hobby que empezó de adolescente y que compaginó con su carrera universitaria.
Trabajó como publicista tras graduarse, pero enseguida le salió un contrato con una agencia y acabó mudándose a Madrid. Poco después dio el salto internacional fichando por una agencia rusa que le abrió las puertas al extranjero.
De todo esto ha pasado mucho tiempo y Bass ha cambiado enormemente (tanto por dentro como por fuera). Se graduó en 2012. Precisamente de aquella época, de cuando tenía 21 años, ha querido rescatar ahora una llamativa fotografía.
La juventud se nota en su rostro, pero también las operaciones y retoques estéticos que se ha hecho a lo largo de los años. Pecho, nariz, labios, carillas dentales… Teresa no ha ocultado nunca los cambios que se ha hecho para verse mejor a sí misma.
“No hay nada malo en operarse, retocarse o lo que sea. Que cada cual haga lo que quiera si eso le hace feliz. Si algo no te gusta, cámbialo, o no, haz lo que tú quieras. Es lo único importante”, decía hace algún tiempo mientras ella misma mostraba lo muchísimo que ha cambiado en solo una década.
Además de los ya mencionados, también podría haberse sometido a un sutil aumento de pómulo, elevación de cejas para abrir la mirada y armonización facial con marcación mandibular.