No es común que Jesús Calleja se enfade. Según dice en una charla a solas con Outdoor, en su familia no hay peleas ni gritos, todos saben frenar la "escalada" de enojo antes de estrellarlo contra los demás. Pero hay un tema que lo pone especialmente serio, que lo acerca a ese sentimiento de enfado y lo pone contestatario y reivindicativo: la intolerancia a la inmigración en España.
Tal como él mismo ha contado en diversas entrevistas, Jesús adoptó a un niño en Nepal hace ya muchos años. Tantos, que su hijo, Ganesh, que en ese momento tenía 7, ya tiene 36, está en pareja con una mujer de León y tienen un niño, Namgyal. Además, Ganesh le pidió en su momento adoptar también a su hermana y a un amigo para que pudiesen vivir en España en mejores condiciones. Jesús aceptó y hoy forman "una gran familia que no sigue un patrón convencional".
"Me preocupa que vivamos unos tiempos convulsos en los que pensamos que la gente inmigrante viene a hacer el mal, a quitarnos el trabajo, cuando en verdad, menos mal que están", dice y reflexiona sobre lo que los migrantes suman a la economía local: "Los empleadores no encuentran gente y ellos suplen muchos trabajos".
Para Calleja, hablar de esto no es "hablar de política" sino de "humanidad": "Es importante que entendamos que somos iguales, tenemos los mismos cromosomas. No podemos prejuzgarnos por un país, por una religión, por una condición sexual". Además, defiende el lugar desde el cual se pronuncia: "A mí no me lo han contado, yo he visto. Yo viajo por el mundo, veo la realidad del mundo. Dile tú a un chico de África que quiere tener un futuro y ha nacido en un país que está en conflicto, en guerra, o que es gay y en su país lo meterán en la cárcel si simplemente sospechan que es gay. ¿Tu qué haces? Intentarás irte a otro sitio. Pongámonos al menos en esa perspectiva: nadie se va de su país porque está bien".
Una de las primeras cosas que nos cuenta Jesús Calleja al llegar al plató es sobre una lesión que tuvo el año pasado y de la que tuvo un largo período de rehabilitación. Fue bastante grave pero decidió que no le impediría grabar la décima temporada de 'Volando voy', que se ha estrenado en Cuatro hace dos semanas. Con el equipo de especialistas a cuestas, viajó a pueblos de España para contar sus historias y en medio del rodaje tenía seis horas de fisioterapia. "No me quejo", dice.
Su actitud se contrapone directamente con la llamada "generación de cristal", mucho más frágil que la generación de Jesús Calleja y más preocupada por el autocuidado. A ellos, Calleja "no los culpa": "Yo me crié en una generación en la que tenías que ser fuerte porque si no te pegaban. Es una aberración. Pero lo que yo diría a las nuevas generaciones es que la fortaleza de nuestro físico no tiene límites".
Y suma un mensaje de motivación: "Ten la cabeza bien amoblada, focalízate, entrénate y serás capaz de hacer cosas absolutamente extraordinarias".
Además, aclara que los jóvenes hacen lo que ven en casa, y que en su caso, ha sido inevitable que sus hijos tengan el mismo amor por la aventura y la naturaleza que tiene él.