Corrida fea de hechuras y desigual de tipo. No se entiende tamaño despropósito a principio de temporada de los veedores de la empresa y de los toreros, y de la autoridad y veterinarios que viajan al campo para dejar aprobados prácticamente allí los toros que han de lidiarse. O les importa un bledo la plaza de Sevilla o es que no saben de esto. O las dos cosas, será lo más probable. Así está "la Fiesta".
Y por si no fuera poco la falta de toros, anuncian también a un torero que arrastra muchos años su figura como una sombra. Pudo ser y no fue, y se le ha consentido y se le sigue consintiendo todo y más: "Finito de Córdoba", apoderado por la "casa" Matilla, que será al fin y al cabo quien decida cuándo debe retirarse o cuánto tiempo hay que aguantarle todavía sin dar un pase ni a una farola.
"Finito" salió del trance esta vez escudándose en la nula condición de sus toros. No tuvo fuerzas ni raza su paradísimo primero, con el que no llegó a entretenerse ni en las probaturas.
Pero el cuarto no fue tan malo como el cordobés dio a entender. Uno de esos toros que ayudándole, en este caso "atacándole" suavemente, hubiera aguantado lo suficiente. Pero no colocándose al hilo del pitón, perfilero y acelerado, como hizo "Finito", que a la postre no convenció a nadie.
"Morante" se encontró con un primer toro feo y basto, de media embestida y que no humillaba. Pero se acopló "Morante" por el lado derecho, no hay que decir que necesariamente con medios pases. Hubo pulcritud en un par de tandas a derechas y cierta gracia en los remates. Poca cosa en definitiva.
El quinto fue otro toro que medio "se dejó", al que "Morante" entendió bien, dosificándole las fuerzas. Dos lances buenos con el capote. Sólo dos, pero de qué manera, como sólo el de La Puebla es capaz de interpretar.
En la faena de muleta contó sobre todo la colocación del hombre, siempre muy cruzado, y aguantando cada vez que hizo falta. Resolvió "Morante" una faena gracias a su disposición y tenacidad, y, como no podía ser de otra manera, al embeleso de su toreo.
A mitad del trasteo andaba el toro "rajadito", aunque tragándose los pases muy espaciados. Y eso es lo que distingue a "Morante": aún de uno en uno los muletazos tuvieron su aquel.
Otra premisa a resaltar de la faena fue que supo aprovechar "Morante" los viajes hacia adentro, puesto que el toro no quería saber nada para afuera.
El medio espadazo final no fue la mejor rúbrica para una faena de oreja. Trofeo al fin y al cabo de valor parecido a los que se están concediendo esta feria.
Castella, el más perjudicado por la mansedumbre de los "jandillas", vio como su primero se moría solo al echarse en el principio de faena. Gritó una parte del tendido "fuera, fuera", pero falta saber contra quién. Porque si algo malo tiene la plaza de Sevilla es que el público transige con todo, pero con todo, aunque les roben la cartera.
En el sexto, "rajado" como toda la corrida, se empeñó Castella en torear donde no quería el toro. Parece mentira que a estas alturas no sepa el francés que si uno no quiere dos no se pelean, y que en los medios sólo se puede plantear faena cuando el toro es bravo de verdad.