El anuncio de Volkswagen de instalar su nueva gigafactoría de baterías eléctricas para vehículos en Sagunto supone la culminación de un largo y durante años penoso camino para convertir de nuevo a esta ciudad industrial situada al norte de Valencia en uno de los principales polos industriales del Mediterráneo.
Un proceso que ha costado más de tres décadas y que se inició en 1984 con el cierre de los Altos Hornos del Mediterráneo. Una industria que se había convertido en uno de los referentes de la siderometalurgia en España y Europa, pero que a mediados de los años 70 empezó a entrar en crisis.
Durante los últimos años de la factoría, la decadencia del sector empezó a cobrarse miles de puestos de trabajo en una población que llevaba décadas viviendo y creciendo al amparo de esta industria.
Fue a principios del pasado siglo cuando Sagunto fue elegida por el empresario vasco Ramón de la Sota, fundador de la Compañía Minera de Sierra Menera, por su salida al mar para levantar una siderurgia que explotará el yacimiento de hierro de Ojos Negros, en Teruel.
Desde entonces, y con los altibajos propios de los diferentes momentos históricos como la crisis del 29, la II República o la Guerra Civil, Sagunto se desarrolló como un referente industrial, y esta pequeña localidad agrícola y pescadera fue transformándose y atrayendo trabajadores de diferentes puntos de España.
A finales de los años 70, se construyó en el Puerto de Sagunto la IV Planta Siderúrgica Integral de España para suministrar las grandes cantidades de hierro y acero necesarias para afrontar una previsible nueva época de esplendor económico e industrial.
Fue en 1971 cuando se creó la empresa Altos Hornos del Mediterráneo para levantar y explotar la nueva planta siderúrgica.
Pero el optimismo inicial pronto se topó con la crisis del 73. A partir de ese momento, comenzó un lento, pero continuo, declive que estalló en 1984.
Un problema que heredó el primer Gobierno socialista presidido por Felipe González, que tuvo que ejecutar la inaplazable modernización de la industria española para poder aspirar a formar parte de la por entonces Comunidad Económica Europea. Una modernización que incluía el cierre y desmantelamiento de la planta saguntina.
Una medida a la que se opusieron frontalmente los trabajadores, que protagonizaron fuertes y violentas protestas en defensa de sus empleos.
Esta lucha no evitó el cierre en 1984, pero sirvió para recolocar a 1.100 metalúrgicos en el nuevo polígono industrial Parc de Sagunt I prometido por las autoridades.
Una gigantesca superficie de seis millones de metros cuadrados reconvertidos en suelo industrial por parte de la Generalitat Valenciana, que unido a los incentivos públicos, han permitido atraer nuevas inversiones, con una ocupación superior al 95% de toda la superficie por empresas alimentarias y logísticas encabezadas por Mercadona.
Con el objetivo de atraer a la gigafactoría de Volkswagen, la Generalitat Valenciana adquirió 5,6 millones de metros cuadrados en el nuevo polígono industrial bautizado como Parc Sagunt II.
La operación al final ha sido todo un éxito. La ubicación estratégica que ya hizo de Sagunto hace más de un siglo uno de los centros de la siderometalurgia y motor del crecimiento industrial, vuelve a ser determinante para atraer en esta ocasión una industria innovadora, con amplio margen de crecimiento debido a su vinculación a la necesidad de crear un parque móvil sostenible para luchar contra el cambio climático.
Una factoría que significa, en palabras de Ximo Puig, "la mayor inversión inicial que ha recibido la Comunitat Valenciana en su historia”.
Casi 7.000 millones de euros que supondrán la creación de 3.000 puestos directos de trabajo de calidad, más miles de empleos vinculados a la industria auxiliar.
Un impulso definitivo para la reindustralización valenciana que tiene como testigo y recuerdo de los errores pasados una de las chimeneas que perdura de los antiguos Altos Hornos del Mediterráneo.