Los primeros aparecieron en Ciutat Vella y poco a poco se han extendido por toda la ciudad de Valencia colonizando barrios como el Cabanyal. En Valencia hay más de 11.000 pisos turísticos, y a pesar de que el Ayuntamiento ha suspendido la tramitación y el otorgamiento de licencias para apartamentos turísticos en la ciudad durante un año prorrogable a otro, las marcas de esta invasión se dejan ver en los lugares más insospechados. Informan Clara Marzá y Emilio Pérez.
Las asociaciones de vecinos hartas de estos excesos han denunciado en redes sociales la aparición de los ya famosos cajetines donde los turistas recogen las llaves de los apartamentos en espacios públicos.
Una de las imágenes más llamativas la localizamos en la tradicional plaza de Rojas Clemente. En uno de sus bancos, sujeto a la parte metálica y bajo el asiento, los propietarios de uno de esos apartamentos turísticos han colocado el cajetín al que tienen que acudir los clientes para acceder a su alojamiento.
Otra inusual ubicación, la hallamos en la bajante de un edificio del barrio de el Cabanyal como denuncia la popular "Mataobras", una conocida activista dispuesta a poner freno a los excesos de la industria turística en la ciudad del Turia.
La reciente el Decreto-ley 9/2024 del gobierno valenciano del pasado 2 de agosto prohibe "la entrega de llaves a través de cajetines ubicados en la vía pública". Una normativa que impide la colocación de estos cajetines en las fachadas de los edificios donde se ubican los apartamentos turísticos, aunque hay una moratoria de cinco años para retirarlos, y, por supuesto, en espacios públicos como un banco o una tubería.
Una normativa que ha llevado a algunos de los propietarios de los pisos turísticos a retirarlos de las fachadas para evitar conflctos con los vecinos y colocarlos en estos peculiares emplazamientos, aunque también estén prohibidos.
Una práctica que también ha llegado a otro de los barrios donde más apartamentos turísticos se han establecido, Ruzafa, una zona de moda de la ciudad, donde encontramos uno de estos cajetines en una llamativa bicicleta amarilla en plena calle y en un semáforo junto al mercado. "Es una vergüenza a muchos ciclistas nos multan por aparcar las bicicletas en determinados lugares y a estos se les permite colocar un cajetín un una bici", lamenta una vecina.
También, los pisos turísticos han llegado a barrios más humildes como el de Ayora, donde en la pared exterior de su conocido jardín está otra de estas pequeñas cajas fuertes colocada entre las plantas.
La proliferación de los cajetines en espacios públicos son una muestra más, a jucio de las asociaciones vecinales, de los desmanes de una industria turística que está obligando a los vecinos de los barrios a tener que dejarlos debido a la continua subida de los precios de compra y de los alquileres de los inmuebles.
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