Casi dos semanas después de su llegada, Plombir y Miranda, las dos belugas rescatadas de un acuario de Járkov (Ucrania) y acogidas en el Oceanogràfic de Valencia tras un complicado traslado de casi 20 horas, comienzan a adaptarse a su nuevo hogar. "A día de hoy estamos en la fase de aclimatación, después del transporte, después del momento bastante estresante para los animales. Lo importante es ofrecerles calma, un entorno más o menos controlado y que comiencen a comer", explica Daniel García, director de operaciones zoológicas del Oceanogràfic de Valencia.
Un síntoma de su mejoría es que comienzan a entretenerse con juguetes, de esta forma los cuidadores tratan de estimularlos para que perciban su nuevo entorno como positivo. "Se están conociendo también con las otras dos belugas que tenemos a través de las compuertas, todo eso es parte del periodo de adaptación. Ahora estamos trabajando mucho en que crucen las puertas. Venían de un recinto donde solamente había una piscina y para ellos es extraño de algún modo el cruzar la puerta para salir a otra piscina. Y eso es una de las fases en las que también estamos trabajando para que vayan conociendo su hábitat antes de ya integrarlos con el resto de los animales", afirma García.
Las belugas son animales gregarios que están acostumbrados a vivir en un grupo y la idea es que puedan integrarse todas cuanto antes. "Es algo muy positivo para los cuatro ejemplares, porque toda la parte de sociabilización es fundamental", señala el experto.
Por el momento, solo ha habido contacto visual entre las dos parejas, aunque el plazo de adaptación depende de los propios animales y de su evolución. Para controlar los avances, los cuidadores vigilan con un hidrófono los silbidos que emiten unas y otras. "Las belugas son animales muy acústicos, vamos registrando esas vocalizaciones entre ellas, ese tipo de silbidos por los que se comunican, tienen en principio dialectos diferentes, porque son de orígenes diferentes, y en función de ese tipo de silbidos también podemos saber si esa relación entre compuertas es más afiliativa, agresiva o aversiva. La idea es ir monitorizando cómo va esa relación entre la compuerta", explica Daniel García, que señala que "Kilu con Miranda tiene muy buena afinidad y entendíamos que se podría hacer esa unión antes, pero el macho de algún modo, que es el más grande y dominante, es el que nos da un poco más de miedo y necesita más tiempo".
Afortunadamente, el estado de salud general de las dos belugas es bastante bueno. Ambas llegaron deshidratadas y están siendo tratadas, además, todas las pruebas para detectar enfermedades infecciosas han dado negativo. "También les hemos tomado placas para ver si tienen algún problema respiratorio o alguna patología pulmonar, muy frecuente en estos animales también en la vida salvaje. Además, les hemos realizado una termografía de la boca para saber si tienen algún problema en la dentadura, así detectamos posibles inflamaciones, infecciones o contusiones", explica el responsable del Oceanogràfic.
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