Agentes de la Policía Nacional han detenido a 22 personas, 19 hombres y tres mujeres, miembros de un grupo criminal asentado en la ciudad de Valencia y provincia, dedicado a extorsionar a usuarios de páginas de contactos, como ya ocurrió en otra operación realizada el pasado mes de abril en Valencia, en la que se detuvieron a 34 personas por extorsionar a 100 usuarios de webs de citas.
En el dispositivo se han practicado dos registros domiciliarios en la ciudad de Valencia y en una pedanía, donde se han intervenido 17 teléfonos móviles, 86 tarjetas SIM, tres ordenadores, dos USB y 7.300 euros.
La operación policial ha permitido esclarecer un total de 53 denuncias interpuestas en diferentes puntos del territorio nacional, superando el importe de lo defraudado los 125.000 euros.
Las investigaciones se iniciaron en junio de 2023, tras tener conocimiento los agentes que las víctimas accedían a través de internet a anuncios falsos de contratación de servicios sexuales, colgados por el propio grupo criminal. Tras esto, recibían mensajes por medio de una aplicación de mensajería instantánea, en los que el supuesto jefe de las prostitutas les recriminaba haberles hecho perder el tiempo y exigía una cantidad de dinero como compensación, amenazándoles con causarles problemas de no hacerlo.
Las víctimas, por temor a que sus allegados supiesen que habían contactado con prostitutas o atemorizados porque su vida corriese peligro, accedían al pago de la cantidad exigida. No obstante, los autores continuaban reclamándoles más dinero, a fin de obtener el máximo beneficio económico.
Los arrestados utilizaron para cometer el hecho delictivo 45 teléfonos obtenidos mediante usurpaciones de identidad, empleando la modalidad de prepago en locutorios de Valencia y Alicante, usando hasta 57 cuentas bancarias para recibir el dinero procedente de las extorsiones.
El grupo criminal estaba perfectamente estructurado, con funciones claramente diferenciadas entre sus miembros. En el escalón más bajo, se encontraban los llamados “muleros”, aquellos que a cambio de cierta compensación económica prestaban sus cuentas bancarias para recibir el dinero procedente de las extorsiones o se encargaban de contratar los números de teléfono desde los que enviaban los mensajes a las víctimas.
En un segundo escalón, se situaban quienes realizan las llamadas o enviaban los mensajes amenazantes. Por otro lado, estaban otras personas encargadas de controlar a los “muleros”. Asimismo, en la cúspide de la organización criminal, se encontraban los dirigentes de la misma, que se quedaban con el dinero obtenido.
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