La madre de esta menor de edad está desesperada y califica el estado de su hija como “una adicción a las pantallas que deriva en otras, como la ludopatía y en enfermedades como la bulimia o la anorexia”. La adolescente vive pegada a la pantalla y es una adicta a las redes sociales y a los juegos en línea. Además, no sale de su habitación, ni siquiera para comer o ir al instituto. Esto supone un grave problema familiar y, aunque su madre intenta hablar con ella, “no hay manera de que escuche y entre en razón”.
A pesar de que la joven actualmente está en terapia, su madre no confía mucho en este procedimiento, porque “dice a todo que sí y después hace lo que quiere”. Le gustaría que recibiese tratamiento por adicción, pero en esto asegura que su exmarido y padre de la menor no ha colaborado porque dice que “no quiere que traten a su hija como una ‘loca’". Su madre lleva tres años periplo por la Administración buscando ayuda y ha intentado todo, pero, cuando le quita el móvil, el padre le compra otro. Además, la joven amenaza a su madre con el suicidio si le quita su teléfono.
La desesperación de la madre, que no ha querido identificarse, le ha llevado a hacer público este problema porque es algo que no solo está viviendo ella y que, además, cada día está más presente en adolescentes y niños. Personas que van como zombis por la calle y, cuando llegan a casa, se encierran en su habitación sin separar la mirada de la pantalla.
Se culpa por haberle regalado el móvil a su hija cuando hizo la comunión, con 10 años, “pensaba que le estaba haciendo un regalo estrella y, en realidad, lo que le estaba dando era un arma de destrucción”. Recuerda que en dos años su hija será mayor de edad y ya no podrá luchar por ella. Reclama que los padres aporten más tiempo a los hijos en lugar de regalarles pantallas para que estén entretenidos.
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