Orgullosa, Nelly sujeta entre sus manos como un tesoro, el Emmy que recibió hace unos días al Mejor Maquillaje Prostético por su trabajo en la exitosa serie "The Last of Us". "Cuando anunciaron que habíamos ganado me quedé como en blanco, mientras mi familia y mis compañeros gritaban. Fue como un bonito sueño", cuenta Nelly Guimaras.
Un reconocimiento que le llega después de decenas de proyectos en cine y 23 años de profesión. "Esto no es un trabajo, es una pasión. Soy de las pocas afortunadas que viven de su pasión y lo que más me gusta es la escultura y la pintura aplicada a los rodajes".
Todo empezó siendo una niña. "Siempre he dibujado y pintado desde pequeña, pero no tenía claro que hacer con mi arte", cuenta.
Hija de españoles, pasó sus primeros años de vida en Francia y fue allí donde le llegó la revelación al ojear una revista que había llevado una de sus hermanas, también artistas, a casa. "Fue de casualidad y había un anuncio para una escuela de dos años y había un taller profesional de dos semanas y cuando lo acabé me quedé a trabajar con ellos cuatro años".
Con la experiencia acumulada, se puso en contacto con una empresa española, "porque yo siempre quise venir a España a vivir", y cuando le contestaron, no se lo pensó. "En una semana me mudé y el primer trabajo que hice fue "El laberinto del Fauno", así que fue un muy buen comienzo".
La propuesta le llegó a Nelly de una empresa con la que lleva trabajando siete años. "Me llamaron y me dijeron si quería irme un año a vivir a Canadá para hacer el proyecto de "The Last of Us". Dije que sí, a pesar de que apenas podía volver a España y lo volvería a hacer. La relación con los compañeros fue maravillosa y Canadá es un país increíble", recuerda.
Una superproducción en el que participaron en los momentos álgidos de la grabación hasta 60 maquilladores. "Son meses de preparación hasta que llega a las pantallas. Primero se hace un molde de cada actor, luego se hace la escultura del zombi o del bicho y se hace otro molde que lo pegamos en el rostro del actor. Es complicado, pero es muy divertido", explica.
Un complejo proceso en el que podían llegar a invertir hasta cuatro horas en cada personaje. "Hay una gran diferencia entre el maquillaje profesional y el prostético. Nosotros somos técnicos en efectos especiales, trabajamos también en la cara de la gente, pero es muy distinto", afirma.
En todos sus años de experiencia, Nelly asegura que el mayor reto al que tiene que enfrentarse son los envejecimientos de los actores. "No se tiene que percibir, el público se lo tiene que creer porque si no es así te saca de la historia. El trabajo realista es el más complicado y cuando te dicen que no se nota es la guinda del pastel".
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