Los niños cada vez pasan menos horas jugando en espacios al aire libre. Un tiempo de ocio que se ha sustituido por juegos en espacios cerrados. Un cambio de hábitos que puede perjudicar la salud visual de los más pequeños.
La falta de exposición a la luz solar y el incremento del tiempo empleado en actividades en las que se utiliza la visión muy de cerca, como el uso abusivo en distancias próximas de pantallas electrónicas, están detrás del progresivo aumento de casos de miopía en niños y adolescentes, que alcanza ya niveles de pandemia, con 1.200.000 menores de 15 años miopes en España.
Para combatir esta tendencia, desde el Colegio de Ópticos-Optometristas de la Comunitat Valenciana (COOCV) recomiendan que los pequeños jueguen al aire libre después de las clases y los fines de semana para estar en contacto con la luz solar y aumentar el uso de la visión de lejos. Para ello aconsejan a padres y niños que en su carta a los Reyes Magos o Papá Noel pidan juguetes y juegos destinados a utilizarse en espacios abiertos. “Estos juguetes ayudan a los niños a desarrollar sus capacidades visuales y auditivas y son siempre una buena elección”, señala Andrés Gené, presidente del COOCV.
Entre las recomendaciones de los ópticos-optometristas destaca que los juguetes sean los adecuados a cada edad y que los padres dediquen tiempo de calidad a jugar con sus hijos, sobre todo, en edades comprendidas entre los tres y los seis años. De esta forma, no solo interactúan con ellos, además les permite observar cómo se desenvuelven y si puede existir la sospecha de la presencia de alguna alteración visual si por ejemplo tienen problemas para identificar colores, coger un objeto, calculan mal las distancias, guiñan los ojos o fruncen el ceño para ver las cosas o tienen un campo visual limitado. “Ante la más mínima sospecha es fundamental acudir al óptico-optometrista para consultar y realizar, si procede, una revisión visual para salir de duda”, señala Andrés Gené, presidente del COOCV.
Los ópticos-optometristas advierten que hay que evitar cualquier tipo de juguete que suponga una amenaza para la salud ocular de los niños como aquellos que presentan partes afiladas y puntiagudas o que actúen como proyectiles.
También, hay que tener el máximo cuidado con los juguetes que incorporen lentes o espejos que concentren la luz como lupas, telescopios, microscopios o prismáticos con los que no hay que mirar al sol directamente porque pueden dañar la visión de los niños, provocando quemaduras graves en los ojos.
En este apartado, merecen especial atención los juguetes con un láser integrado. Un riesgo que no resulta evidente ni para los niños ni para sus padres. Sin embargo, este tipo de juguetes por su gran potencia lumínica representan una amenaza significativa para la salud visual si no se usan correctamente y con la supervisión de un adulto. A nivel ocular se pueden producir lesiones, especialmente en la retina, con evidentes efectos de pérdida funcional de la visión e incluso la ceguera.
El COOCV aconseja adquirir estos dispositivos solo de fuentes que cumplan estrictamente con las especificaciones de seguridad del láser y enfatiza la importancia de un uso escrupuloso y supervisado para no provocar lesiones accidentales, especialmente evitando apuntar directamente a los ojos. Tanto la FDA como la Organización Mundial de la Salud han emitido advertencias sobre la peligrosidad de estos láseres, destacando su potencial peligrosidad, incluso superior a mirar directamente al sol, lo que supone "un riesgo inaceptable en manos de los consumidores", señala Gené.
Los videojuegos son sin duda los regalos estrella de las Navidades para niños y adolescentes. Sin embargo, los pros y los contras de los videojuegos siguen siendo objeto de un debate abierto. Aunque hay algunas pruebas que sugieren que los videojuegos pueden mejorar determinadas capacidades cognitivas y visuales, otros estudios los relacionan con problemas de conducta y un mayor riesgo de trastornos de adicción.
Otra tendencia postula que los videojuegos en sí no son ni buenos ni malos, sino que depende del tiempo de uso y su utilización a distancias más próximas de lo normal. En este sentido, la American Academy of Pediatrics propone que el período destinado al juego debería oscilar entre 30 a 60 minutos en días escolares y ser inferior a 2 horas en días de descanso. Para niños menores de 6 años, la recomendación sugiere límites aún más reducidos.
No obstante, el uso adecuado de los videojuegos puede ser beneficioso para el desarrollo de la visión de los menores, ya que mejora la sensibilidad al contraste, es decir, la capacidad de detectar ligeras variaciones de tonos y de luminosidad. Además, permiten desarrollar una memoria visual espacial más completa y una mejor percepción de los estímulos visuales. Por otro lado, los videojuegos pueden aumentar la capacidad de concentración de los niños, desarrollar sus reflejos y hacer más rápida la coordinación ojo-mano.
En este sentido, los ópticos-optometristas recuerdan la importancia de hacer un uso responsable de los videojuegos y limitar su tiempo de uso. “Hay que recordar que la utilización abusiva de este tipo de juegos puede acarrear problemas de salud y hábitos sedentarios, además de provocar la acomodación de los ojos, que a la larga puede derivar en miopía y otros cambios visuales. Es esencial garantizar que nuestros hijos participen, cultiven y disfruten de actividades distintas a las que involucran el uso de pantallas, y si pueden ser al aire libre, mejor”, señala Andrés Gené.
Las gafas de sol no son un juguete, sin embargo, los niños, dado que sus estructuras oculares se están conformando, son los que más deben utilizar una protección ocular adecuada frente a las radiaciones solares para cuidar su salud visual.
El 50% de la radiación ultravioleta que recibe nuestro sistema visual se produce antes de los 18 años, y el cristalino, que es nuestra principal defensa ante estos, no acaba de formarse hasta los 8 años de edad. “Los ojos están en pleno desarrollo en la infancia, son más sensibles y la radiación que les llega al interior de los ojos es grande y el daño, si no se protegen adecuadamente, es mayor que en los adultos”, afirma Andrés Gené.
Para evitarlo, los ópticos-optometristas recomiendan pedir a los Reyes Magos o Papá Noel unas gafas de sol de calidad de óptica para cuidar la salud visual de niños y adolescentes. “Con la salud no se juega, protegiendo sus ojos, cuidamos su visión”, asegura el presidente del COOCV.
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