A principios del siglo XIX Valencia se convirtió en la primera ciudad europea donde se cultivó cacahuete, una leguminosa cuya primera semilla se encontró en Perú. Con el paso de los años, este fruto seco se introdujo en la cultura gastronómica valenciana, siendo uno de los ingredientes principales del tradicional "esmorzaret" (almuerzo) valenciano, y en un motor económico para muchas poblaciones, donde se elaboraba el 80% de la producción nacional.
Fue en la década de los 70 del pasado siglo cuando comenzaron a abandonarse los cultivos, al no poder competir con los precios de los cacahuetes que llegaban del extranjero, hasta quedar pequeñas plantaciones de las variedades Collaret y Cacaua para el consumo propio de los agricultores y sus familias.
Una de estas familias son los Climent, de la pequeña población de la Granja de la Costera (Valencia). Desde pequeña Ana había degustado los cacahuetes que su padre, Eduardo, su abuelo y su bisabuelo plantaban y tostaban.
Fue en la pandemia, con las restricciones, cuando por primera vez acudió a un supermercado a comprar cacahuetes. "Cuando lo probé, no me cuadró el sabor que yo tenía registrado de los cacaos que hacíamos en casa y al mirar el origen me di cuenta de que todo provenía de Estados Unidos y de China", cuenta Ana Climent.
Para salvar este cultivo tradicional, Ana le propuso a su padre embarcarse en la aventura de crear una marca propia para producir esas variedades típicas valencianas al borde de la extinción. "Plantamos todas las semillas que teníamos y la primera cosecha la utilizamos como semillas para realizar una segunda y una tercera cosecha", explica Ana.
Así, se lanzaron al mercado bajo el nombre de "Cacaus Climent". Para actualizar el modelo de negocio y que sea viable económicamente, lo cultivan, lo tuestan, lo envasan y lo venden ellos mismos a través de su web y en tiendas especializadas gourmet de la Comunitat Valenciana, aunque también les llegan pedidos de toda España. "Tenemos muchísima demanda por el recuerdo de ese sabor y olor tradicional del cacahuete valenciano. Es una alegría que hayamos llegado a tiempo para esas personas que lo comieron en su infancia y que ahora trasladen esa costumbre a sus hijos y nietos", explica Ana.
Para cuidar al máximo el producto, solo trabajan bajo pedido y con métodos tradicionales. "Nuestro clientes reciben un cacao de la cosecha de ese año y recién tostado por lo que la calidad y el sabor son completamente diferentes y los hacen especiales", asegura.
En la actualidad producen 1.000 kilos al año. "Hasta ahora estamos plantando y recogiendo todo a mano, es un trabajo muy laborioso y costoso", explica.
Una cantidad que esperan aumentar en las próximas cosechas después de que Ana haya sido la ganadora del programa de emprendimiento femenino Empowering Woman in Agrifood en España. "El premio de 10.000 euros vamos a invertirlo todo en mecanizar el cultivo para incrementar en más del 1.100% la producción y poder atender los pedidos de todos nuestros clientes”.
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