El edificio más estrecho de España, de solo 107 centímetros de ancho, tiene nuevos inquilinos

En un momento en el que la presión de las grandes superficies y la subida del precio de los alquileres están echando a los comercios tradicionales del centro de las ciudades, una empresa familiar, Sombreros Albero, fundada en 1820 ha decidido abrir una nueva tienda en el barrio de Ciutat Vella. "Nosotros apostamos por el comercio local y de proximidad, queremos seguir estando en los cascos históricos, cerca de los clientes", afirma Rafael Albero, propietario de la empresa.

Para su nuevo local han elegido además un inmueble emblemático de Valencia, "La Estrecha", conocido por ser el edificio más estrecho de toda España, con tan solo 107 centímetros de anchura. "Es un espacio único, en un entorno privilegiado, muy turístico, que visita mucha gente, ya que la conocen más la gente de fuera que los propios valencianos, y eso nos da mucha visibilidad", asegura Rafael, que ya lo tiene todo listo para la inauguración de este jueves.

Un trabajo que no ha sido fácil, porque en la rehabilitación del local ha primado el respeto por el estilo único de esta construcción histórica. "Hace muchos años que el edificio se unió al contiguo, y no se podía acceder por la planta baja que es la que nosotros tenemos, junto al primer piso y que hemos unido al bajo de al lado. Ahora gracias a la reforma que hemos realizado los clientes pueden entrar por la puerta de "La Estrecha", donde además hemos colocado unos expositores con algunos de nuestros sombreros y gorras", explica el propietario.

La historia de La Estrecha

Ubicada en el número 6 de la plaza Lope de Vega, en pleno corazón de Valencia, y a unos metros de la Plaza Redonda o de la Lonja, "La Estrecha" es sin duda el edificio con la fachada menos ancha de España y solo superada en Europa, por un inmueble situado en Ámsterdam.

Este pequeño inmueble de ladrillo de cinco plantas albergó durante años una joyería regentada por una familia que vivía en el mismo edificio. La estructura original de la casa tenía una escalera de caracol que comunicaba las diferentes plantas en las que estaban el comedor, las habitaciones y un baño.

Con el paso de los años, este peculiar inmueble ha acogido diferentes negocios como un kiosko, una tienda de regalos y antes de la tienda de sombreros, fue un bar.

La gran transfomación de esta finca se produjo en los años 80, cuando se unió al edificio colindante y aunque ha mantenido se fachada original, ya no se puede visitar tal y como fue ideada.

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