Wasapear y ver series contamina más que viajar en avión
Si internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo
Cada minuto se envían 38 millones de whatsapp y se ven 266.000 horas de series y contaminan
Las tecnologías digitales producen más emisiones que el sector de la aviación
Madrid acoge la Cumbre del Clima de la ONU a principios de diciembre. Un evento en el que participan miles de personas y cientos de países para tratar de reducir los gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Dicen que aún estamos a tiempo para revertir la situación, pero pocos saben que hay más cosas contaminantes de las que creemos. Cada minuto se envían 38 millones de mensajes de Whatsapp, se ven 266.000 horas de series y películas o se realizan 3,7 millones de búsquedas en internet, según los datos de la compañía analítica Cumulus Media y todo eso está perjudicando al planeta. La generación Greta, debería saberlo. ¿Están dispuestos a frenar estos hábitos para salvar al planeta? Aunque las empresas ya están poniendo remedios, el reto es mayúsculo.
Si internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo
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La aparición de la World Wide Web en los años noventa supuso una revolución en todos los ámbitos. Ahora, las personas no se imaginan la vida sin un ‘smartphone’ o sin internet. Sin embargo, para utilizar la web, internet genera cuatro áreas principales de demanda de energía: centros de datos, redes de comunicación, dispositivos de los usuarios finales y la energía necesaria para fabricar los equipos necesarios para las tres anteriores. Una energía que, al final, se traduce en electricidad y que se produce principalmente mediante la quema de petróleo, gas y carbón, que emiten gases perjudiciales para el medio ambiente. De hecho, si internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo.
En los últimos años han aparecido informes que intentan hacer ver que el consumo de datos en la red contamina, y es necesario hacer un debate público con todos los actores y dimensiones del problema. Greenpeace elaboró hace dos años ‘Clicking clean’, en el que explican el funcionamiento del consumo digital. El crecimiento explosivo de este mercado está impulsando nuevas inversiones en infraestructuras digitales, sobre todo, en nuevos centros de datos –lo que conocemos como ‘la nube’- que consumen mucha energía para servir como fábricas a la digitalización.
Estas instalaciones que almacenan e intercambian nuestros contenidos son tan grandes que son capaces de consumir tanta energía como una ciudad de tamaño mediano. El principal autor del último estudio lo explica: “cada byte que se genera en internet implica que los datos viajen desde los centros de datos a nuestros aparatos, a través de cables, antenas y fibras ópticas. Cada uno de estos elementos consume energía y emite dióxido de carbono, ya sea en su construcción como por la electricidad que necesitan”.
Las tecnologías digitales producen más emisiones que el sector de la aviación
En este sentido, el estudio ‘The shift project’ asegura que los impactos medioambientales vinculados al uso de las tecnologías digitales son insostenibles, ya que la energía que consumen está creciendo un 9% al año. Al consumir energía, estas tecnologías emiten emisiones de efecto invernadero: actualmente un 4%, más que el sector de la aviación; pero en 2025 puede alcanzar el 8% del total, o sea, la cuota actual de los automóviles. Para hacer una comparativa, calculan que la huella energética de este sector equivale ya a un consumo de aproximadamente el 7% de la electricidad mundial, y el aumento del tráfico en internet cada año hará que esta cifra aumente cada vez más.
Entre todos los datos que se almacenan en la ‘nube’, están los vídeos online. La aparición de plataformas que ofrecen series, películas, documentales… vídeos, en definitiva, ha supuesto un cambio en la sociedad y en los modos de consumo. La comodidad que da ver tu serie o película favorita un día de lluvia, tumbado, sin necesidad de tener que ir al cine, ha puesto en valor esta nueva forma de consumo de vídeos.
Ver porno online genera tanto C02 como el que emiten países como Bélgica
Sin embargo, todos esos usuarios contaminan el planeta. Estos contenidos representaban el 63% del tráfico global de internet en 2015 y se cree que alcanzará el 80% en 2020. Como ejemplo, Netflix representa ya más de un tercio del tráfico en Norteamérica. La visualización de vídeos en línea representa el 60% del tráfico mundial de datos, lo que se traduce en más de 300 millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas. Esto es una huella de carbono comparable a las emisiones anuales de España. De ese dato, 102 toneladas corresponden a vídeos bajo demanda y 82 a la pornografía. O sea, ver porno genera tanto CO2 por año como el que emiten países como Bélgica, Bangladesh y Nigeria o el sector residencial en Francia; y consumir servicios de vídeo bajo demanda, como Chile.
Ver media hora de una película emite el mismo dióxido de carbono que un coche al conducir 6 kilómetros
Por tanto, ver media hora de una película emite, según el informe ‘The Shift Project’, la misma cantidad de dióxido de carbono que un coche produce al conducir 6,3 kilómetros: 1,6 kilogramos. Si cada minuto se consumen 266.000 horas en las plataformas de vídeo bajo demanda, echen cuentas… La más popular es consumida por 130 millones de personas en unos 90 países, y continúa en expansión. Un 34% del tráfico por internet está relacionado con la transmisión de vídeos. Ante esta situación, si queremos tomar medidas para evitar la emisión de tantos contaminantes, el estudio propone la llamada “sobriedad digital”: elegir la menor resolución de los vídeos, reducir el consumo, conectarse a wifi en vez de 4G y ser más selectivo con lo que uno ve, evitando los sitios con reproducción automática o tener varias ventanas de vídeo abiertas a la vez.
Esta situación es achacable, según los estudios, a los gigantes tecnológicos. Critican la falta de transparencia de muchas empresas en relación con su demanda de energía y con la fuente de suministro de electricidad para sus centros de datos y aseguran que algunas solo están intentando aparentar su compromiso en materia de energías renovables.
Sin embargo, el informe de Greenpeace revela que plataformas digitales como Facebook, Apple y Google, se comprometieron hace cuatro años a ser 100% renovables y poco a poco se van sumando otras compañías de internet. Aunque el camino es largo e intenten ser empresas completamente verdes, activistas como Jana Virgin muestran la realidad: se puede saber la cantidad de kilogramos de CO2 que ha emitido Google desde el momento en que se ha abierto la página. Aun así, el buscador por excelencia utiliza un 56% de energía limpia, 14% de gas natural, 15% de carbón y un 10% de energía nuclear, y tiene un compromiso con las renovables y políticas para sus emplazamientos, lo que ya es un paso. Apple es la mejor puntuada en el informe de Greenpeace, usando un 83% de energía limpia, 4% de gas natural y un 5% de carbón y energía nuclear.
En lo que respecta a las empresas que ofrecen vídeos bajo demanda, la más ecológica es Youtube, que consume un 56% de energía limpia, además ofrece transparencia sobre sus políticas renovables. Netflix y HBO tienen una puntuación D, ya que solo utilizan un 17 y 22 por ciento, respectivamente, de energía renovable. Ante esto, ‘The shift Project’ propone que las empresas tecnológicas mejoren los equipos de refrigeración y mejoren la localización para situarlos en lugares más fríos, y distribuir la carga de los servidores para tener uno al 90% en lugar de tres al 30%.
Pero esto no acaba aquí… Si piensas que un libro electrónico es menos contaminante que un libro impreso, estás equivocado/a. Los ‘eBooks’ funcionan de la misma manera que las plataformas de vídeo bajo demanda, aplicaciones móviles...Además, la plantación de árboles para la producción de papel, contrarresta las emisiones de dióxido de carbono, al ser productores de oxígeno natural.
En definitiva, la generación Greta está obligada a cambiar de hábitos, a mirar menos el móvil y más a los ojos y las grandes empresas tecnológicas a dar ejemplo e invertir para ser limpias. Si no, acabaremos desde casa, sentados en el sofá, casi sin darnos cuenta.