Los vulcanólogos creen que “cuando la erupción acabe, solo habrá salido el 10 % del reservorio del magma"
Los especialista interpretan la deformaciones del terreno con modelos matemáticos para determinar la geometría del magma que podría haber dentro de la tierra, así como sus características
Se trata de un procedimiento que permite calcular el volumen máximo de magma que pueda haber dentro
Es imposible saber todavía el magma que queda bajo tierra en el volcán de La Palma. Y, aunque se supiera el volumen, esto no significa que vaya a salir todo a la superficie. Solo al final del proceso, cuando termine la erupción, se podrá hacer un cálculo de cuanto magma queda, ya que solo el 10% de este asciende y llega a la superficie. El resto se queda dentro.
Ese 10% es la diferencia de densidad entre la lava que corre por la montaña y la roca fría. "La verdadera fuerza que alimenta el proceso no es el gas (que solo alimenta la erupción en su parte más vistosa y superficial) sino una diferencia de densidad entre una roca fundida y la roca circundante. Y como esa diferencia de densidad casi nunca es superior al 10%, se estima que por cada millón de metros cúbicos de lava o de piroclastos que salen, dentro de la tierra quedan 9 millones", asegura el vulcanólogo del CSIC Vicente Soler. Y añade: "Una vez que se arroja el 10%, se pierde el diferencial de densidad que lo alimentaba. Es decir, se estabiliza el proceso".
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Pero eso solo se podrá calcular al final, cuando este capítulo se cierre. Mientras, los expertos trabajan para hacer sus cálculos de cuánto material fundido puede quedar dentro.
Y una de las cosas que hacen es interpretar las deformaciones del terreno. Para ello utilizan modelos de inversión, modelos matemáticos para determinar la geometría del magma que podría haber dentro, así como sus características: qué presión tiene, qué volumen, su forma, a qué profundidad y en qué situación horizontal está.
"Ahora mismo es la técnica más potente y precisa que existe", asegura José Fernández del Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense y el CSIC. "Es el procedimiento que se utiliza hace años. Lo que varía es la herramienta matemática que se utiliza".
Lo cierto es que no hay ninguna imagen de dentro de la tierra, por lo que todo son estimaciones. "En Ciencia siempre hay un margen de error en todo lo que no se pueda observar directamente. Pero este procedimiento sí te permite determinar normalmente el volumen máximo de magma que pueda haber", explica Fernández.
La zona del volcán se levantó 20 centímetros
El proceso eruptivo del volcán de La Palma comenzó en octubre de 2017 con enjambres microsísmicos a más de 20 kilómetros de profundidad. Siete de esos enjambres continuaron hasta 2021, pero no fue hasta el 11 de septiembre, ocho días antes de la erupción, cuando comenzó una actividad sísmica a 10 kilómetros de profundidad y la deformación del suelo. La zona donde luego tuvo lugar la erupción se llegó a levantar unos 20 centímetros.
"Se pueden hacer cálculos sobre la cantidad de magma que es necesaria a esa profundidad para producir esa deformación", asegura Soler. "Esa deformación se puede medir tanto por GPS como por técnicas de satélite para hacer una estimación de ese volumen", prosigue.
Ya con la erupción en marcha, el abombamiento del terreno continuó aumentando, aunque al cabo de los días se estabilizó. "Con esa deformación estable, hay una realimentación en profundidad que ya no produce deformación. Lo que significa que esa realimentación ya no es directamente estimable por la deformación superficial", señala Soler.
Otro mecanismo adicional que utilizan los expertos para medir la cantidad de magma que queda en el interior es la tasa de emisión dióxido de azufre. "El volumen de gas segregado, de ese dióxido de azufre, es directamente proporcional al magma que hay dentro", aclara Soler.
El dióxido de azufre está incluido junto con el resto de gases volcánicos en el magma en profundidad. Lo mismo que ocurre con una botella con gas con la tapa puesta, que no tiene burbujas. "Conforme disminuye la presión al acercarse a la superficie (como si quitásemos el tapón a la botella con gas) se producen las burbujas que ascienden, el gas se segrega, que es lo que va a alimentar la erupción", explica Soler.
Lo cierto es que todavía no existe una estimación. Lo que se está haciendo es una serie temporal del dióxido de azufre que se emite diariamente. "Todavía no se puede estimar tal cual, puesto que parece que responde a la parte de magma más próxima a la superficie", señala Soler. Habrá que esperar a que el proceso eruptivo acabe para saber cuánto queda de magma debajo de la tierra.